miércoles, 11 de diciembre de 2013

Juan Pablo de Jesús respaldó el accionar de la Policía de La Costa



El intendente del Partido de La Costa Juan Pablo de Jesús brindó ayer una conferencia de prensa junto al Jefe Distrital de la Policía de la provincia de Buenos Aires de La Costa, comisario Mayor, Guillermo Trangoni, donde respaldó el accionar de las fuerzas de seguridad en el distrito, y destacó su trabajo ininterrumpido y su fuerte compromiso con la seguridad local.

“Desde anteayer estamos trabajando en conjunto con la Jefatura Distrital de la Policía de la provincia de Buenos Aires en el Partido de La Costa” que, a pesar de la situación de reclamo que se vive en el territorio bonaerense, continúan “llevando adelante sus tareas en la vía pública todas las comisarías y destacamentos que integran nuestro municipio”, expresó el mandatario local durante la conferencia que tuvo lugar en la Sala de Videovigilancia Municipal, ayer por la mañana.
Es más, aseveró “los efectivos que estaban de franco, salieron de su franco y se reportaron en sus comisarías para brindar aún mayor servicio, así que esto hay que reconocérselo a los efectivos policiales de La Costa”.
En este sentido, de Jesús cuestionó fuertemente los rumores sobre saqueos y acuartelamientos que se generaron el lunes en horas de la noche, desde las redes sociales: “Hay alguna parte de malicia, y alguna parte de incentivo”, destacó.
Acto seguido, el mandatario local informó el parte de actividad policial durante la noche del lunes, y precisó que se registraron un total de tres “hechos vandálicos”, uno en San Clemente, otro en Santa Teresita, y un tercero en Mar de Ajó.
En Santa Teresita, dijo, el hecho registrado “se produjo a las 23.40, en la esquina de 32 y 7” y “fueron detenidos tres personas”, un adulto y dos menores de edad, que ya se encuentran “a disposición de la Fiscalía de Flagrancia de Pinamar”.
En San Clemente, se produjo un hecho “alrededor de la 1 de la mañana, en la Av. San Martín, entre 3 y 4, a una tienda de ropa”, donde “fueron aprehendidos” tres jóvenes, de 17, 16 y 15 años, quienes quedaron a disposición de la Justicia, excepto el menor de 15 que fue entregado a sus padres.
Finalmente, en Mar de Ajó, se registró un incidente en “calle Libertador y Avellaneda”. El hecho, que aún no fue denunciado por los damnificados, también tiene identificado a sus agresores. “Una vez que se produzca la denuncia, se va a dar intervención a la Fiscalía, y vamos a también esclarecer ese hecho”, aseguró el intendente.
En lo que tiene que ver con el gobierno local, destacó de Jesús, “estamos haciendo toda una investigación” respecto “lo que fue el manejo de las redes sociales, y el incentivo que hubo para que se cometieran este tipo de hechos, para también ponerlo a disposición de la justicia”.
“Nosotros hemos notado que hubo una operatoria en el sentido de que diferentes actores en las redes sociales, planteaban o que se estaba saqueando o que se iba a saquear, y bueno, la verdad es que nos genera una gran sospecha”, remarcó de Jesús.
Por su parte, desde la Jefatura Distrital, Trangoni, destacó la comunicación permanente con la Municipalidad, y aseguró que en todo momento se dio “tranquilidad al ejecutivo de que la Policía de La Costa no se iba a acuartelar, sino que iba a trabajar ya en hora de la noche”.
Durante el acto, acompañaron al mandatario local, el secretario de Protección Ciudadana, Roberto Ferreyra, y los jefes de las principales comisarías locales.

Estela de Carlotto, sobre las muertes por los saqueos: "Hay que investigar quiénes son"


La titular de Madres de Plaza de Mayo aseguró que el Gobierno decidió realizar el festival para que una fecha tan trascendente no quede "ennegrecida"
"Primero hay que investigar bien las muertes de esas personas, por qué murieron, dónde murieron, quiénes son. Lo otro es un hecho universal", declaró Estela de Carlotto al defender la decisión del Gobierno de realizar un festival en Plaza de Mayo pese a los incidentes que había en Tucumán y en otras provincias.
Carlotto, que fue una de las principales invitadas ayer en Casa de Gobierno, aseguró que los organizadores del acto entendieron que "una fecha tan trascendente" no podía quedar "ennegrecida".
La activista de derechos humanos aseguró que la opinión generalizada es que los saqueos no fueron casuales y los vinculó con la llegada de las fiestas. "No fueron saqueos para saciar el hambre de sus hijos, se robaban heladeras y otros productos que después ponían a la venta", describió.
Carlotto evitó referirse al ascenso de César Milani, que esta tarde será debatida en la Comisión de Acuerdos del Senado. A su entender, es la Justicia la que debe determinar si participó o no en los actos de represión de la última dictadura militar.
Este miércoles, el jefe de Gabinete Jorge Capitanich se refirió en el mismo sentido en su rueda de prensa diaria de Casa de Gobierno. Prometió que en caso de que la Justicia condenase al militar, se tomarían cartas en el asunto tanto como sucedió con los ex jefes Godoy y Biondini.

Tucumán: Durísima represión policial a víctimas de loss saqueos


La infantería, que acababa de arreglar un aumento con Alperovich, avanzó con balas de goma y gases lacrimógenos contra una multitud que reclamaba por seguridad y presencia de la policía en los barrios frente a la Casa de Gobierno. Gendarmería tuvo que intervenir para frenar la represión de los efectivos.
Tucumán: Durísima represión policial a víctimas de los saqueos
A pocas horas de arreglar con el gobernador Alperovich, policías de Tucumán reprimieron a vecinos y comerciantes que se habían concentrado frente a la gobernación para reclamar que terminaran los saqueos.

Mientras algunos comerciantes permanecían atrincherados en sus negocios para defenderlos de saqueadores, ciudadanos rodearon la Casa de Gobierno provincial en la Plaza Indpependencia para pedir presencia policial en los barrios.

Pasadas las 9 de la noche, la infantería avanzó sobre la multitud con balas de gomas y gases lacrimógenos, dejando varios heridos. La misma Gendarmería que había sido enviada para mantener el orden durante el paro policial tuvo que interceder para frenar el accionar de la Policía.

La gente se había reunido en la Plaza Independencia desde la tarde a protestar con cacerolas y cánticos contra el gobernador Alperovich, pero principalmente en reclamo de seguridad: en algunos barrios de la ciudad continuaban los saqueos y el miedo por la ausencia de presencia policial, a pesar del acuerdo de la fuerza con el gobierno provincial.

La protesta frente a la gobernación no registraba incidentes hasta horas después del acuerdo con la Policía, pero la gente no se desconcentró con la noticia.

En cambio, la indignación de la gente pasó a concentrarse en los policías que custodiaban la Casa de Gobierno, mientras que Alperovich y sus funcionarios la habían abandonado horas antes. A medida que la situación se volvía más tensa comenzaron a registrarse algunos incidentes: un vehículo policial que intentó alejarse de la Plaza fue rodeada por la multitud y salió a toda velocidad, casi atropellando gente.

Finalmente, la infantería decidió reprimir cuando un pequeño grupo de los manifestantes intentaron ingresar a la Casa de Gobierno.

San Miguel y otras ciudades de la provincia vivieron dos días de descontrol con destrozos, saqueos y una población que debió permanecer alerta: muchos comerciantes pasaron la última noche en sus negocios –algunos de ellos armados- y en los barrios se armaron barricadas en las calles para bloquear la entrada de grupos de saqueadores.

Hoy la policía llegó a un acuerdo con Alperovich, según el cual se les aumentó el sueldo básico a 8500 pesos. 

Cristina confirmó que prevalece la mirada conspirativa y la crisis sigue a la deriva


El discurso de la Presidenta confirmó las peores prevenciones. El Gobierno se encerró en la mirada conspirativa que ayer anticipó el viceministro camporista Julián Alvarez. No definió medidas ni cursos de acción frente a una crisis que insinúa raíces estructurales.

En la crisis el Gobierno mostró sus peores rasgos: Cierta mirada negadora, una pasión por victimizarse y la incapacidad de trazar una reflexión crítica -al menos en público- sobre las raíces del desafío que plantea la realidad.

La primer gran pregunta es para qué Cristina insistió en sostener un “festejo” cuando el país todavía tiene la piel lacerada por saqueos, muertes y rebeliones policiales. La tensión en el rostro de la Presidenta y sus invitados era indisimulable, confirmando que se avanzó con una celebración que nació tan ajada y desacoplada como las pantallas electrónicas que engalanaban el frente de la Casa Rosada.

Lo que se vio, acaso lo más grave, es la falta de reflejos de un Gobierno que no logra articular una respuesta adecuada a un fenómeno que lo sorprendió con la guardia baja. De manera mecánica, se mantuvo la decisión de instrumentar una más de esas aceitadas misas electrónicas que Javier Grossam coreografió en el pasado, para escenificar las reinvenciones del kirchnerismo luego de sus crisis más profundas.

Pero esta vez algo fallo. Una distorsión, una pequeña interferencia en la pantalla, exhibió cansancio y enojo donde se esperaba brillo. Cristina tuvo que comenzar el acto explicando porqué había decidido mantenerlo. Señal contundente de su inoportunidad. Y agregó desafiante que por tratarse de una celebración “de la democracia” había decidido no apelar a la cadena nacional. Más allá del espantoso lugar en el que dejó a sus anteriores “cadenas", la frase confirma el desconcierto que sigue prevaleciendo en el kirchnerismo a la hora de abordar la comunicación.

No es la realización o no de una “cadena” -hoy muy perforada por medios alternativos como las redes sociales-, lo que determina el impacto de un mensaje en la sociedad. Lo determinante es el contenido. Y ese fue el punto flojo de un discurso que acaso haya que ubicar entre los menos logrados de la Presidenta.

Justo cuando el momento requiere como nunca de una Presidenta que ofrezca certezas, definición de rumbos, incluso anuncio de medidas, Cristina eligió -como ayer su viceministro de Justicia- dedicarse a sembrar sospechas de conspiraciones nunca precisadas. Y esa fue toda la respuesta.

Pareció insinuar un curso de acción cuando dijo que así como las Fuerzas Armadas se incorporaron a la democracia, había que hacer lo mismo con las policías. Pero ahí se quedó. Declaración de buenas intenciones que nadie puede dejar de compartir, pero que bien podría asimilarse a una conversación de vecinos en el ascensor.

Ninguna reflexión crítica sobre la escalada de un conflicto que su propio Gobierno permitió con su prescindencia inicial, cuando especuló con el daño que le causaría al cordobés José Manuel de la Sota, ubicado en el bando de los enemigos que con tanta generosidad acumula el kirchnerismo.

Tampoco hubo referencias a la insólita respuesta de gobernadores que pasaron años pisando los salarios policiales para casi duplicarlos de un día para el otro ¿Si no hay que ceder a la extorsión, que es lo que se hizo? Y lo más grave: ¿Quién va a pagar esa cuenta? ¿Cómo se manejará su impacto sobre las otras paritarias de estatales que ya empezaron a moverse?

¿La inflación tiene algo que ver con esta crisis? Y en definitiva: ¿Si el país está en déficit, se pagarán esos aumentos con más emisión? ¿Cual es la sustentabilidad, los riesgos que plantea a nivel macroeconómico este festival de aumentos?

Acaso la explicación a tanta indolencia sea que en el Gobierno crean que la crisis está amainando, que cerradas las negociaciones que quedan con el puñado de policías todavía sublevadas, sólo habrá que aguantar algunas remisiones de saqueos de acá a las fiestas y luego vendrán las vacaciones y todo volverá a la normalidad.

Mirada displicente que esconde una limitación: La dificultad para enfrentar las decisiones amargas que está planteando la economía, que mantiene a velocidad crucero una acumulación de problemas, que empiezan a golpear fuerte en los sectores más vulnerables de la sociedad.

Es en efecto, el mismo letargo que se observa en el Palacio de Hacienda, con el ministro Axel Kicillof perdido hace casi una semana en China, como si aquí todo funcionara de manera aceitada, como si no hubiera decisiones que tomar: Hoy nomás el Banco Central perdió otros 150 millones de dólares.

La peligrosa dinámica de una sociedad que empieza a romper los límites culturales que permiten la convivencia, es también una interpelación profunda a un Gobierno que sigue repitiendo eslóganes de una supuesta década ganada. Como si en la repetición hubiera algún mérito o peor, como si las palabras alcanzaran para forjar realidades.