Mientras el gobierno nacional celebra su superávit, en el corto
plazo los Municipios deben elegir si pagan sueldos o si mantienen
abiertos los servicios esenciales.
Cuando un municipio no puede comprar medicamentos, postergar
un arreglo de calles o dejar sin cubrir un servicio esencial, muchas
veces la explicación está en una palabra poco conocida pero funda
mental: coparticipación.
¿QUÉ ES LA COPARTICIPACIÓN?
Es el mecanismo por el cual la Nación reparte parte de lo que recauda
en impuestos entre las provincias, y a su vez la Provincia de Buenos
Aires transfiere una parte a los 135 municipios. Se trata de la principal
fuente de ingresos para la gran mayoría de los distritos bonaerenses.
Los fondos salen, en su mayoría, de tributos como el IVA, Ganancias y
el Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios, que recauda la AFIP y
luego reparte. La provincia de Buenos Aires recibe cerca del 22% de
esa torta nacional, y de lo que recibe, aproximadamente un 16% se redis
tribuye a los municipios.
¿CÓMO SE CALCULA CUÁNTO RECIBE CADA MUNICIPIO?
El reparto se hace a través del Código Único de Distribución (CUD).
Este índice se calcula anualmente y pondera variables como:
Cantidad de población (35%)
Servicios de salud pública brindados (37%)
Infraestructura educativa y social
Extensión territorial
Recaudación propia
En resumen: municipios con hospitales, centros de salud, mayor po
blación y buen desempeño administrativo, reciben más.
¿QUÉ ESTÁ PASANDO AHORA?
En el último mes, los municipios de la provincia de Buenos Aires
sufrieron una caída histórica del 12,3% en términos reales (ajusta
da por inflación) en la coparticipación. La cifra representa millones
de pesos menos que deberían haberse destinado a pagos de sala
rios, ambulancias, comedores, obras barriales o subsidios sociales.
Pero los efectos ya no son teóricos: en Villa Gesell la crisis obligó
a declarar la emergencia económica. Desde la gestión del intenden
te Gustavo Barrera confirmaron que este mes solo podrán pagar en
tiempo y forma a los empleados municipales, dejando sin fecha de
cobro definida a funcionarios con cargos políticos y a todo el perso
nal del Concejo Deliberante.
El interrogante es claro: ¿qué pasará con esos trabajadores? ¿Cuánto
falta para que otras comunas enfrenten situaciones similares?
¿POR QUÉ CAYÓ TANTO LA COPARTICIPACIÓN?
La respuesta no es técnica: es política y está directamente relacionada
con el modelo económico de Javier Milei.
Desde su asunción, el gobierno nacional aplicó un plan de ajuste fiscal
sin precedentes, con recortes en obra pública, jubilaciones, asistencia
social y transferencias automáticas a provincias. La recesión inducida,
con caída del consumo y de la actividad económica, desplomó la recau
dación de los impuestos coparticipables.
Menos consumo = menos IVA. Menos actividad = menos Ganancias.
Menos recaudación = menos coparticipación.
El ajuste no es solo un Excel en Balcarce 50. Es una bomba de tiempo
en cada municipio, donde se gestiona lo urgente: salud, limpieza, segu
ridad, asistencia, sueldos. Y ahora, con menos plata.
¿ES LA PRIMERA VEZ QUE PASA?
No. Pero la magnitud y velocidad del ajuste actual no tiene anteceden
tes desde el retorno democrático. Según datos del propio Ministerio
de Economía bonaerense, la Provincia dejó de percibir más de
$140.000 millones en un solo mes por la caída de transferencias nacio
nales automáticas.
Este modelo traslada el déficit nacional a las provincias y a los munici
pios, que no pueden emitir moneda ni endeudarse como la Nación. Por
eso el ajuste se siente en lo más cotidiano: falta de personal en los
CAPS, subsidios de transporte en riesgo, suspensión de obras, cor
tes en entregas de alimentos y demora en pagos a proveedores locales.
En las últimas cuatro décadas de democracia argentina solo hubo una
ocasión en que los municipios padecieron una caída de ingresos simila
res —e incluso más profundas— que las que se viven ahora: la crisis
de 2001–2002.
La diferencia es que hoy, aunque los episodios son graves, todavía no
se han consolidado en una crisis económica y social de esa magnitud.
Si el ciclo recesivo se profundiza, podríamos estar ante un escenario
más peligroso que el de hace dos décadas. La crisis actual todavía no
tiene la violencia social de 2001, pero es más peligrosa porque está
planificada, desregulada, sin red de contención y con un Estado que
en vez de contener, deserta. El gobierno de Javier Milei no busca evitar
el colapso del Estado: lo promueve como parte de su doctrina “anarco
capitalista”. Así, el ajuste no frena con el sufrimiento social, sino que
lo considera un daño colateral aceptable o incluso necesario.
¿POR QUÉ TODO ESTO IMPORTA?
Porque golpea directo a la vida de los trabajadores, de las familias, de quie
nes esperan una respuesta del Estado local. Mientras el gobierno nacional
celebra su superávit, los intendentes deben elegir si pagan sueldos o si
mantienen abiertos los servicios esenciales.
La coparticipación no es una discusión de contadores ni de tecnócratas.
Es una red de sostenimiento comunitario que, si se rompe, la sufre
cada vecino.