Con el diario del lunes en la mano, los principales dirigentes del radicalismo consideran que fallaron en la estrategia. Algunos lo aducen a la comunicación. Otros apuntan directamente al corazón de las alianzas que se cerraron y las que no se concretaron. | |
Por Silvana Varela Ricardo Alfonsín comenzó a convertirse en candidato el día que falleció su padre. La larga y espontánea fila de argentinos que pasaron frente al féretro del ex Presidente y que lo acompañaron a su última morada, en medio de un momento de baja adhesión que atravesaba el gobierno nacional, indicaba un reconocimiento a la pelea democrática y la defensa de la institucionalidad; dos caballitos de batalla alfonsinistas, y dos elementos que han caracterizado desde siempre a la UCR. Sin experiencia en cargos ejecutivos, pero con el impulso que le dio la similitud física exacerbada en los últimos tiempos, Alfonsín hijo comenzó a transitar un camino en el que supo aprovechar incluso, una contienda interna como plataforma de lanzamient o para una travesía nacional. Ganarle a la línea histórica de Leopoldo Moreau y Federico Storani lo dejó en un escalón superior, en el que empezó a considerar que podía ir por más. Ya no pensaba en una candidatura bonaerense, sino que se ilusionó con ser la cabeza de una fórmula nacional. La baja adhesión que experimentaba Julio Cobos, en caída libre tras su pico máximo cuando popularizó el voto “no positivo” de la 125, y el escaso grado de conocimiento en la opinión pública que representaba Ernesto Sanz, el otro radical con posibilidades de convertirse en candidato a Presidente, allanaron el camino de Alfonsín. Hasta hace pocos meses, la meteórica subida del dirigente oriundo de Chascomús, presagiaba una polarización con el gobierno nacional, que reeditara incluso, el viejo clásico peronistas Vs radicales, pero entre errores propios y circunstancias ajenas, el partido centenario quedó lejos de poder emular su gloria de antaño. El primer error propio fue la conformación de alianzas. Alfonsín parecía cerca de Hermes Binner, un acuerdo que tendría su lógica desde la matriz de ambas fuerzas y el origen radical de muchos de los dirigentes del GEN, el partido que lidera Margarita Stolbizer y que se constituyó en la pata bonaerense del santafecino. A la discusión sobre el orden de los factores (Alfonsín-Binner o Binner-Alfonsín) se sumó luego un escollo insalvable: el acuerdo que el candidato radical cerró en la provincia de Buenos Aires con Francisco De Narváez. El empresario necesitaba imperiosamente un candidato a presidente, porque su otrora socio, Mauricio Macri, había decidido jugar en el plano local. De Narváez no creía en ese momento, que Eduardo Duhalde –ya lanzado a la candidatura presidencial- lograra levantar vuelo y se acercó a Alfonsín, en un acuerdo que le restó a ambos más de lo que les sumó. No los unió el amor, ni los ejes programáticos, sino la necesidad de aunar esfuerzos en el territorio donde más necesitaban sumar votos. Alfonsín creyó que la performance de De Narváez de 2009 podría repetirse ahora, y que éste le sumaba más de lo que podía acercar Stolbizer. Lo que no imaginó quizá, fue que existirían votos cruzados y cortes de boleta, algunos incluso, con la anuencia del denervaismo que a último momento buscó sumar a como diera lugar. Las voces internas Para el Senador Gerardo Morales, el radicalismo falló en la estrategia electoral y la comunicación. "Si bien salimos segundos, el resultado que conseguimos no era el esperado. Sin duda, no hemos podido transmitir un mensaje claro sobre el proyecto nacional que lideran Alfonsín y González Fraga; hemos fallado en la estrategia y la comunicación", aseguró Morales. Pero además, remarcó que “la oposición sigue en deuda con el electorado por no ofrecer una alternativa estructurada”. Quien también, a la luz de los resultados, ensayó una autocrítica, fue el titular del Comité Provincia y primer candidato a diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires, Miguel Bazze. Para Bazze, "el análisis hay que hacerlo de manera constructiva y orientando a mejorar la situación, este es el desafío más importante para demostrarle a la sociedad que podemos ser una alternativa a este Gobierno". Y se sinceró respecto a los pronósticos y los resultados del gobierno nacional: “logró una cantidad superior a la que habíamos imaginado, aunque por otra parte es cierto que obtuvimos menos votos de los esperado”. No obstante, para el candidato a legislador, el error no estuvo dado en la alianza con De Narváez, sino en la exclusión que ésta supuso del GEN y el Socialismo, pero las culpas, las echa a esas fuerzas. "Lamentablemente esto no se comprendió, el Socialismo y el GEN se equivocaron porque se podría haber conformado una propuesta más potente y atractiva", dijo en relación a los acuerdos. En tanto, Julio Cobos tampoco se llamó a silencio. Para el aún vicepresidente de la nación, "hubo una subestimación de la fortaleza del Gobierno y quedaron de manifiesto debilidades fuertes de la oposición". "El Gobierno explotó bien sus logros, como la Asignación Universal por Hijo, el crecimiento de la economía y los índices de empleo", dijo en una entrevista publicada por el diario La Nación, donde advirtió además, que "cuando hay una elección de cargos ejecutivos si uno propone un cambio tiene que decir cómo, cuándo y por qué. Todos, en especial el radicalismo, se quedaron en mostrar los problemas". Cobos aseguró, en tanto: "Siempre dije que el radicalismo necesitaba pasar por una serie de etapas previas, como la construcción de una plataforma electoral, y a partir de ahí definir los candidatos para llevar adelante esos programas. Se hizo todo al revés". Y no cree en los milagros. “A rigor de verdad es muy difícil remontar este resultado. Más aún cuando hay una atomización muy grande en la oposición”, sostuvo. El mendocino criticó además, la nueva estrategia de la oposición, que apunta a querer convertir la elección general en una legislativa, ya no pidiendo el voto para sus candidatos a Presidente o gobernador, sino apuntando al “peligro de la hegemonía oficialista” en el Congreso de la Nación. "No comparto eso. Todos los cargos son importantes y en la ciudadanía va a primar la elección de presidente y de gobernador, en ese orden. Creo que hay que cambiar la estrategia de comunicación, hablar de propuestas, decir cómo vamos a atender los problemas estructurales del país", remarcó. El largo camino a Octubre Si bien faltan apenas 2 meses para que se vuelvan a abrir las urnas que vociferarán el resultado definitivo, este tiempo será crucial para la mayoría de los candidatos opositores. El gobierno nacional, para contener el caudal de votos obtenidos, sólo depende de que no estalle ningún conflicto que lo tenga como protagonista, que la economía se mantenga estable y que el discurso oficial siga alejado de las frases atribuibles a la soberbia. Si logra eso, no sólo puede repetir el número de agosto, sino que incluso, puede incrementarlo. Ni Alfonsín ni Duhalde quedaron en condiciones de atribuirse un claro segundo lugar, lo que tira por la borda sus sueños de polarización y de atracción del “voto útil” al que pensaban apelar después del 14 de agosto, imaginando incluso, que un escenario de ballotage no era una quimera. En la práctica, Duhalde recibió votos de quienes eligieron como candidato a gobernador a De Narváez, y Alfonsín no logró su cometido en tierras bonaerenses, pero tampoco descolló en provincias donde imaginaba que la impronta radical acercaría votos al recuento general. El gran desafío de la oposición de cara a octubre, es redefinir varias estrategias. El problema central no es cómo comunica, sino qué comunica, y para ello, debería cuanto menos, definir por qué y para qué alguien habría de votarlos. Un por qué que no sea solamente, el oponerse a otro apellido. |
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