sábado, 27 de abril de 2013

Cómo se lava dinero en Argentina



Como mostró el caso de Lázaro Báez, las modalidades más usadas para lavar dinero involucran el empleo de sociedades “pantalla” en el exterior y de “cuevas financieras”
El escándalo del empresario K Lázaro Báez puso en el tapete un tema presente desde hace mucho tiempo en el mapa del delito vernáculo: el lavado de dinero en el país. En esta materia, Argentina se encuentra en el listado de lugares con mayor lavado, y figura entre los cuatro países latinoamericanos que más dinero enviaron a paraísos fiscales entre 1970 y 2010.

Las modalidades más utilizadas para el blanqueo fueron siempre más o menos las mismas, de acuerdo al Grupo de Acción Financiera (GAFI): a través de estructuras societarias “pantalla” (compañías, fideicomisos, etcétera) y los llamados “sistemas informales de transferencia de valores”, más conocidos como “cuevas financieras”. Lo único que cambió en los últimos años, manifiestan los especialistas, es la procedencia de los fondos: tradicionalmente provenían del narcotráfico, pero ahora están más vinculados a la corrupción (como los sobreprecios en la obra pública) y la evasión.

Sociedades “pantalla” y cuevas
Como decíamos, la mayor forma de blanquear dinero en Argentina es enviar los fondos a sociedades “pantalla” en paraísos fiscales, desde donde suelen derivarse a lugares con alto secreto bancario, como Suiza. Estas sociedades casi nunca están a nombre del verdadero titular y desarrollan pocas o ninguna de las actividades que oficialmente dicen, sino que aparentan hacerlas y presentan como ingresos legales a la plata en negro.

Hasta que los fondos llegan al destino final en un “paraíso bancario” como Suiza, estas sociedades, en conjunto con otras u otros intermediarios, pueden hacer sucesivas operaciones financieras para dificultar el rastreo del origen del dinero, por ejemplo, transferencias entre bancos, cambios de moneda, compra de bienes físicos de gran valor (yates, casas, autos) o financieros (cheques, acciones, bonos), entre otras.

Lo único que cambia en el esquema de usar sociedades “pantalla” en el país es la forma de mandar la plata al exterior: puede hacerse a través de entidades financieras legales o de cuevas ilegales. Según varios especialistas, Lázaro Báez conoce bien ambas modalidades, porque se vio obligado a pasar de una a la otra. Hasta 2006, el empresario operaba de la primera manera, depositando el dinero en el banco santacruceño Finansur, desde donde lo giraba al banco Macro de Buenos Aires; luego al Sud Bank de las Bahamas, a nombre de compañías “fachada”; y finalmente a Suiza y otros paraísos fiscales, como Luxemburgo y Lichtenstein.

Sin embargo, la cosa se complicó cuando la Justicia de este último destino le embargó una cuenta de US$ 10,4 millones en el Hypo Investment Bank, por sospechas de irregularidades. Esto hizo ver al empresario que debía dejar aún menos rastros de sus movimientos, y pasó entonces a la otra modalidad, la más usada hoy para lavar dinero: enviar los fondos afuera a través de cuevas financieras, como la famosa “Rosadita”, sin moverlo físicamente del país.

Para hacer esto, las cuevas suelen utilizar una operación llamada “dólar cable”, por la que cobran una tasa del 7% al 10%, usando la plata de otra persona en el exterior que quiera “entrar” dinero al país para abrir la cuenta afuera, y los fondos de quien quiere “salir” para ingresar los billetes del otro. Una vez afuera, el dinero sigue el mismo circuito que con la anterior forma: va a sociedades “pantalla”, que muchas veces las cuevas se encargan de abrir, y de ahí sigue hacia otro destino, como paraísos fiscales o “bancarios”, como Suiza.

Además de este servicio, las cuevas ofrecen otras modalidades para lavar dinero, como comprar cheques, con una comisión del 2,5%, a empresas que tienen una parte de su facturación en negro. Y también suelen hacer operaciones de “contado con liqui”, comprando bonos en pesos con fondos negros que luego venden en dólares en el extranjero, fuera del alcance del fisco.

Sobrefacturación y autopréstamos
Fuera de estas operatorias usadas por Báez, otra modalidad bastante usada en el lavado es la sobrefacturación de importaciones y exportaciones, o la llamada “doble facturación”, a través de la que se “pasa” dinero negro sobrevaluando operaciones comerciales con el exterior. La maniobra tiene el plus de que, en tiempos de cepo cambiario, puede conseguirse autorización del Banco Central para enviar valiosos dólares afuera.

Otra variante son los llamados “auto-préstamos”, mediante los cuales una empresa constituye una sociedad en el exterior, supuestamente sin vinculación a ella, para girarle dinero por supuestas deudas. También puede darse que dos empresas del mismo grupo se manden fondos “inflados” entre sí, por ejemplo, de una subsidiaria a una matriz.

Sin necesidad de hacer operaciones con el extranjero, otra variante para lavar dinero es algo parecido al escándalo de Skanska: pagar con sobreprecios a supuestas sociedades de las que se recibió "servicios", que a su vez emiten facturas truchas para validar la operatoria. Y también pueden usarse, dicen los especialistas, las variantes del "smurfing" (pequeños depósitos durante un tiempo para no llamar la atención, generalmente en el exterior) y el uso de empresas legales para mezclar la facturación con el dinero negro.

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