miércoles, 4 de diciembre de 2013

Ola de saqueos en Córdoba, pone en jaque el ajuste de Capitanich y Kicillof


La ciudad de Córdoba Capital vivia esta noche un clima de extrema tensión con al menos 15 supermercados y locales comerciales saqueados, tras un acuartelamiento de la policía que dejaba las calles casi sin presencia policial. La revuelta pone en crisis el ajuste disfrazado que ensaya el Gobierno.
Ola de saqueos en Córdoba, pone en jaque el ajuste de Capitanich y Kicillof
Un policía intenta contener los saqueos en uno de los tantos barrios afectados de Córdoba.
Córdoba, como tantas veces en la historia argentina volvió a sacudir al país. Esta noche los saqueos se multiplicaban en la capital provincial con al menos 15 supermercados y locales comerciales saqueados.

Los desmanes se dispararon luego que la presencia policial en las calles se redujera drásticamente, a raíz de una protesta en reclamo de mejoras salariales y en las condiciones de trabajo, obligando al gobernador José Manuel de la Sota a regresar de urgencia de una gira por Panamá.

Con la Ciudad tomada por las corridas, los saqueos y los robos, la Cámara de Supermercados provincial anunció que mañana no abrirán las puertas de los locales si no es posible garantizar la seguridad. "Vamos a esperar que esto llegue a un acuerdo. Abrir sin Policía es muy difícil", dijo el vicepresidente de la entidad, Benjamín Blanch.

Cerca de la medianoche el clima en la provincia era de caos total, y según un relevamiento de La Voz del Interior continuaban situaciones de extrema tensión. Por caso, en la sucursal de Rodríguez de Busto del Hiper Libertad entraron a saquear y todavía había empleados encerrados en una oficina. Situaciones parecidas se replicaban en los distintos barrios de la Ciudad, donde se mezclaban los saqueos con robos comunes, en muchos casos armados.

Para sumar al descontrol, las estaciones de servicio, también atacadas decidieron cerrar y cortar la venta de combustibles.

La crisis, anticipada por intentos de saqueos producidos dos semanas atrás en las ciudades santafesinas de Rosario y Villa Gobernador Galvéz, abren profundos interrogantes sobre la viabilidad y la fortaleza del Gobierno para concretar el ajuste, que por ahora en voz baja, intenta aplicarle a la economía.

El ministro de Economía, Axel Kicillof, anunció ya públicamente que su intención en reducir los subsidios que financian el consumo de los servicios públicos -sobre todo los destinados a gas y electricidad-. Ya en el inicio de su segundo mandato Cristina anunció una medida similar, bajo el eufemismo de "sintonía fina", en ese momento auspiciada por el vicepresidente Amado Boudou.

La tragedia de Once que reveló el delicado clima social que todavía mantiene de manera latente la Argentina, asustó entonces al Gobierno que desactivó aquel ajuste. Pero las inconsistencias económicas -como era previsible- lejos de solucionarse solas, se agravaron y hoy el Gobierno enfrenta el mismo desafío aunque con márgenes mucho más estrechos.

Con las reservas cayendo a más de 100 millones de dóalres por día, la recaudación también en picada y por debajo de la inflación, el déficit en aumento, el cepo al dólar y la inflación disparada, el Gobierno se encuentra entre la espada y la pared. Debe aplicar un ajuste para estirar su horizonte, pero con esto agrava la tensión social.

Córdoba es también una voz de alerta para el juego de anuncios menores y conferencias de pensa insustanciales que el Gobierno ha encarado como manera de intentar recuperar el centro de la escena luego de su derrota electoral. En los factores de poder ya se menciona abiertamente de la "maquina de humo" del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que habla mucho pero sigue sin explicar como hará para enfrentar los problemas de fondo del país.

Es ese artilugio el que Córdoba esta noche ponía en crisis. Así como la extraña situación de una Presidenta en segundo plano. La gran pregunta es si los desmanes de la provincia mediterránea son producto de rapiña muy focalizada que se liberó por la ausencia policial o responden a casusas más profundas de conflicto social, que podrían replicarse en otras geografías.

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