martes, 1 de julio de 2014

Perón, líder político de la argentina del siglo XX, moría hace 40 años en medio de un clima de incertidumbre

Fundador del movimiento de masas que marcó un antes y un después 
en la historia del país, falleció en ejercicio de la presidencia, y, con su par
tida, el país se quedaba huérfano de liderazgo ante una creciente espiral
 de violencia que preanunciaba el terrorismo de Estado. Juan Domingo 
Perón eligió volver definitivamente al país el 20 de junio de 1973, pero lo
 que debía ser una fiesta popular que iba a celebrarse en la inmediacio
nes del aeropuerto de Ezeiza se convirtió en una tragedia.



Sectores de izquierda y derecha del peronismo se enfrentaron con armas de
fuego en una jornada que dejó un saldo impreciso de muertos y heridos.
Esos hechos determinaron la renuncia de Héctor Cámpora a la presidencia,
tras 50 días de gobierno, y el llamado adelantado a elecciones en la cuales el
 viejo caudillo se presentó secundado de su mujer, María Estela Martínez de
Perón, conocida popularmente como Isabelita.
El 23 de septiembre, el líder del justicialismo se consagró presidente por terce
ra vez con el 62 por ciento de los votos, en tanto que la fórmula del radicalismo
 que integraban Ricardo Balbín y Fernando de la Rúa obtenía menos del 21
por ciento de los votos.
Sin embargo, la confrontación entre los sectores ortodoxos y la tendencia revo
lucionaria del peronismo prosiguieron y se convirtieron en una constante a par
tir del segundo semestre de 1973.
La banda parapolicial Tripe A (Alianza Anticomunista Argentina), bajo el ampa
ro del ministro de Bienestar Social, José López Rega, inició una campaña de persecución y asesinatos contra dirigentes y personalidades identificadas con
posturas de izquierda.
En este contexto, el sacerdote Carlos Mugica, un religioso comprometido con
 la opción por los pobres, era asesinado y se convertía en una víctimas emble
máticas de la Triple A.
Unos días antes de ese crimen, el 1 de mayo, durante una concentración en
Plaza de Mayo, Perón llamó "imberbes y estúpidos" a los Montoneros, que se
retiraron en medio del discurso del líder.
En materia económica, y bajo la conducción de José Ber Gelbard, el gobierno
 lanzó una política de precios máximos y un pacto social con el que buscó con
tener la inflación.
Si bien Gelbard alcanzó ese objetivo en los primeros meses de su gestión, el
contexto internacional de la crisis del petróleo conspiró contra el éxito de su pro
yecto económico.
En mayo se registró una inflación del 3 por ciento; había desabastecimiento de
 algunos productos de la canasta básica y, ante este panorama, Perón decidió
 dirigirse a la población por cadena nacional de radio y TV, en el mediodía del
 12 de junio.
"Siempre que la economía está creciendo y se mejoran los ingresos del pueblo
 aparece el mercado negro. El gobierno no puede estar cuidando el bolsillo de
 los zonzos que le hacen el juego a los especuladores. Si el esfuerzo que hace
mos es inútil, no titubearé en dejar este lugar para que lo ocupe otro", señaló el mandatario.
La CGT decretó un paro en respaldo al Presidente y en cuestión de horas la
Plaza de Mayo estaba llena, y en ese escenario, Perón pronunció su último dis
curso.
"Ni los especuladores ni los aprovechadores de todo podrán, en esta circunstan
cia, medrar con la desgracia del pueblo", remarcó el líder ante la multitud de trabajadores.
Y cerró su discurso con una frase que quedó marcada a fuego en la memoria
popular: "Llevo en mis oídos la más maravillosa música que es la palabra del
ueblo argentino".
Un día después de hablar en Plaza de Mayo, el viejo general viajó a Paraguay
 con el propósito de visitar al presidente Alfredo Stroessner, y allí, mientras rea
lizaba actividades protocolares bajo una fuerte llovizna, contrajo una broncopa
tía infecciosa.
A los 78 años, Perón padecía problemas cardíacos que acarreaba desde su es
tadía en España, donde en 1971 había sufrido un infarto debido a una obstru
cción arterial.
La afección pulmonar que lo enfermó en esos días no hizo más que agravar el
 cuadro cardíaco que padecía, y por eso, los médicos Pedro Cossio y Jorge Tai
ana -conocedores de los antecedentes clínicos del presidente- recomiendan que
guarde reposo absoluto en la residencia de Olivos.
El 20 de junio el cuadro clínico del paciente se agrava, pero por decisión de Ló
pez Rega e Isabelita se informa que Perón padece "un fuerte estado gripal", sin
 brindar mayores precisiones.
Cossio y Taiana le recomiendan a Perón que deje su cargo y "se tome un largo
 descaso en un lugar templado y seco", pero el líder, aún con la poca salud
que le quedaba, desoye los consejos.
No obstante, el sábado 29, en horas del mediodía debe delegar el mando en
 Isabel, y aunque los partes de prensa hablan sobre una supuesta mejoría, lo
cierto es que su estado se agravaba.
En la mañana del lunes 1 de julio de 1974, Perón recibe la extremaunción de par
te del sacerdote Héctor Ponzio en Olivos, y las 10.25 experimenta un paro cardía
co del que es reanimado por los médicos.
Dos horas después, el hombre que había sido electo en tres ocasiones presiden
te constitucional de Argentina experimenta otra crisis.
En esa especie de sala de terapia intensiva que se había montado en la residen
cia presidencial, el equipo de médicos que lo atiende intenta reanimarlo durante
 una hora, pero no lo consigue.
A las 13.15, Cossio y Taiana, junto con los doctores Domingo Liotta y Pedro Váz
quez, firman el certificado de defunción, en el cual se consigna que el paciente
muere a causa de "una cardiopatía isquémica crónica con insuficiencia cardíaca".
"Ha muerto un apóstol de la paz y la no violencia", anunció con voz entrecortada
por televisión Isabel, la mujer que desde ese día gobernará el país hasta el 24 de
marzo de 1976, cuando un golpe cívico militar la derroque.
El cuerpo de Perón es trasladado a la Catedral Metropolitana en la mañana del 2
 julio, y por la tarde es conducido hasta el Congreso nacional, donde sus restos permanecen hasta el 4.
La congoja popular ante la pérdida del hombre que había concedido derechos so
ciales y ciudadanos a los trabajadores argentinos era enorme, tanto como la incertidumbre que provocaba el vacío político que dejaba con su ausencia.

fuente: telam.com.ar /  Por: Leonardo Castillo / 01.07.2014

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