martes, 2 de febrero de 2016

Macri, un presidente ausente

Muchos de los hombres que vienen acompañando al presidente Mauricio Macri están preocupados. Saben de su capacidad de trabajo, pero les preocupa su ausencia permanente en los actos de gobierno. Por lo bajo, dicen: “Tenemos un presidente ausente”.
Macri, un presidente ausente
*Por Mario Baudry

Cuando uno analiza la realidad de la política argentina, se da cuenta de 

que las cosas cambiaron, no se sabe si para bien o para mal, pero cam
biaron. En las reuniones de café, en las reuniones familiares, ya no exis
te la división social que el Kirchnerismo supo imponer en los últimos 
años y que significó una grieta muy profunda en la sociedad.

Por la fuerte derrota del peronismo en la Provincia, la gran cantidad de 

despidos políticos que vienen aconteciendo en el Estado, y que también
 repercuten en despidos de empresas privadas, hacen que sólo se escu
che una frase: “Yo te avisé”.
Aunque a muchos les resulte antipático o abusivo que el Gobierno en

trante proceda a sacar a los empleados que ingresaron en cargos políti
cos, no está mal. El problema es que el peronismo se acostumbró a ser
 el Estado y, a pesar de que son palabras distintas, suenan como sinóni
mos.

La preocupación del entorno presidencial va más allá de las medidas 

propias de la coyuntura administrativa de un país, temen a la ausencia
 de conducción y, tan así es, que ya resuena en los pasillos de la Casa
 Rosada: “Nos gobierna Balcarce” en alusión al perro presidencial.

Algunos, incluso para hacer desandar rumores, dicen que el Presidente

 es un empresario, que sólo ve las cosas globales, que delega todo el 
resto, por eso el gobierno lo conduce Marcos Peña, su hombre de máxi
ma confianza.

Un cafetero con muchos años en la Casa Rosada le ha dicho a un alto

 funcionario, en tono risueño pero bien intencionado, “muchachos ten
gan cuidado, la gente votó a Macri no a Marcos Peña, y el peronismo 
sólo perdió la elección, no desapareció”.
El presidente Macri ha delegado todas sus funciones en la estructura 

que armó, y sólo controla las decisiones finales, aunque no en su totali
dad. Eso hace que tampoco tenga un control estricto de la situación ge
neral del país y, por consiguiente, se encuentra con sobresaltos a los 
que no está acostumbrado.

La provincia de Buenos Aires no es la excepción, saben muy claramente

 que están caminando en arenas movedizas. La gobernadora Vidal, cono
cedora de las huestes porteñas, optó por desaparecer de la escena políti
ca, ya que no quiere ninguna exposición mediática y dejó que toda la 
atención se concentre en el Presidente. Se están tomando medidas muy
 impopulares y ella no quiere hacerse cargo de pagar los platos rotos.

La preocupación de los hombres del Presidente no es la ausencia de

Macri en la toma de las decisiones, porque esto ya lo vivieron con De
 la Rúa, cuando las decisiones las tomaba Cristian Colombo. El proble
ma es que tomó estado público y los gobernadores peronistas marca
ron la cancha, pidieron tener un solo interlocutor válido con el Gobier
no y eligieron al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, no a Marcos 
Peña. Una simple jugada política que causó malestar en la Casa Rosa
da.

Lo concreto y objetivo es que hay preocupación en el entorno presiden

cial por la conducta del Presidente, quienes lo miran como empresario,
 lo ven como un tema normal, “olvídense del día a día, él sólo toma deci
siones puntuales”. Quienes más saben de política y tienen años en la 
Casa Rosada, lo ven con preocupación, no quieren tener un nuevo De 
la Rúa, apuestan a que el presidente Macri reaccione, y que su accio
nar sea un simple error de comienzo de ciclo.

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