sábado, 30 de abril de 2016

Macri, llegó la hora de cambiar


Por Ignacio Fidanza
La impresionante movilización sindical confirma
 que terminó la luna de miel. Crisis interna y nece
sidad de cambio.
El presidente Macri suele proclamar que a diferencia de otros líderes que lle
garon al poder y se sintieron infalibles, él es un hombre dispuesto a cambiar
 si comprueba que está equivocado. Bueno, está frente a una oportunidad 
dorada para confirmar esa predisposición.
La respuesta política del Gobierno al desafío
 sindical fue, siendo generoso, un desastre.
 Los jefes de las cinco centrales sindicales
 hicieron dos reuniones -no una sino dos- en
 el Congreso anunciando su molestia. Es de
cir, dieron vuelta el reloj de arena y se senta
ron a esperar un llamado que nunca llegó. 
Lo que se vio hoy fue la respuesta a ese des
trato.
Ser Gobierno permite disfrutar de casi todos
 los lujos, menos de la distracción.
La administración de Macri ya había expuesto un problema serio de comuni
cación, ahora dejó en evidencia su déficit político. Pero bien mirado son dos
 reflejos del mismo rasgo: La pulsión por ningunear lo que no se controla, no 
se conoce y molesta entender. O sea, lo contrario del diálogo declamado. Por
que hablar con los que piensan como uno puede ser cómodo, pero está muy
 lejos de una auténtica conversación política.
Ninguneo, cancherismo, chicaneo, rastros de una conducta defensiva que 
no está siendo funcional 
al inmenso desafío de or
denar la economía y vol
ver crecer.
Ninguneo, cancherismo, chicaneo, rastros de una conducta defensiva que no está siendo funcional al enorme desafío que representa ordenar la macroeconomía y volver a poner al país en un proceso de crecimiento.
Con un poquito menos de soberbia se podría percibir que encarar un proceso de ajuste siendo minoría, exige la colaboración de los sindicatos y el peronismo. Sin ellos, aunque sea como socios silenciosos, es imposible. Los dos tercios que obtuvo el proyecto antidespidos en el Senado, son la prueba más fehaciente.
Macri tiene que expandir su base de sustentación política, compartir poder 
y consensuar decisiones. No porque es bueno o deseable, sino porque no
 tiene alternativa. Senado, sindicatos y gobernadores son mayoritariamente peronistas, y el fastidio no va a cambiar esa realidad. Se trata de un entra
mado que Facebook no puede solucionar, por más millones que se deposi
ten en sus cuentas panameñas –y no es una chicana, apenas un dato-.
Lo notable es que todos esos actores se pasan los días enviándole seña
les de acuerdo al Presidente. Hoy mismo en el acto, los líderes sindicales
 se cuidaron de aclarar que no era una movilización contra el Gobierno y 
que sólo pedían ser “escuchados”. Antes, el propio Pichetto se cansó de 
pasarse meses con su “Pacto del Bicentenario” bajo el brazo.
Es interesante ese caso para ver todo lo que no funciona en el Gobierno.
 Gabriela Michetti le explicó a Macri que la idea de negociar ley por ley se
 estaba volviendo insostenible porque alimentaba una voracidad insacia
ble. En esta columna se anticipó sobre el riesgo al saqueo vikingo que en
cerraba esa lógica. La vicepresidenta la propuso entonces a su jefe político, aprovechar la propuesta de Pichetto para institucionalizar un acuerdo polí
tico amplio, con una serie de leyes a sancionar y de paso meter en ese pa
quete los dos jueces de la Corte.
La propuesta interesó a Macri, pero se estrelló contra la pared del jefe de 
Gabinete, Marcos Peña, preocupado por “la foto” de un toma y daca con 
los senadores peronistas. No es que parece una contradicción, son contra
dicciones. Y eso es lo que está estallando. Como en muchos temas sensi
bles –medios, justicia, sindicatos, oposición- Macri no tiene definiciones 
de fondo y suele perderse en lo táctico inmediato, que como es lógico con
 lo táctico, se contradice.
Estamos entonces ante la primer crisis política seria del gobierno de Macri
, que lejos de arreglarse con amenazas de veto, podría empezar a despejar
se –y muy rápido-, si se entiende que el agujero del mate ya fue descubier
to y las genialidades de campaña sirven hasta que se gana la elección. Des
pués, se trata de gobernar, que es algo distinto.

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