sábado, 16 de julio de 2016

Terminó la Luna de Miel


Por Ignacio Fidanza
El fiasco del tarifazo disparó la primer protesta ma
siva contra la administración Macri. El peronismo 
mira a Massa.
El cacerolazo es el despertador que el gobierno de Mauricio Macri estaba ne
cesitando. La gran duda es si sabrá escucharlo. Sufrir una protesta nacional 
y espontánea con apenas 217 días de gestión no sólo revela que la Luna de 
Miel terminó, sino que la lluvia ácida de la exposición real y forzada de la co
rrupción kirchnerista, ya no alcanza para cubrir el malestar social.
La dinámica de lo impensado encuentra al Gobierno con la guardia baja en
 lo político, pero algo más grave: Con el programa económico mostrando 
us primeros indicios de desguace. Se impone un golpe de timón.
La mala praxis del equipo de Macri en el diseño del tarifario sorprendió por
que se suponía que lo de ellos era el Excel. Se podían esperar algunos cos
corrones en la política, pero era impensado imaginar que la primer crisis se
ria la iba a producir una falla de gestión técnica.
Hay por eso un doble desencanto: De los ingenuos que creyeron que era 
posible ordenar el desastre heredado sin ajustar y de aquellos más realis
tas, que se ilusionaron con una gestión eficiente de ese proceso necesa
rio. Si el modelo intuido es la construcción del típico país “exitoso” y de
sigual de Latinoamérica, como Colombia, Chile, Perú o México, lo que to
davía no se ve es la parte exitosa.
Hay un doble desencanto,
 de los ingenuos que cre
yeron que era posible or
denar la economía sin a
justar y de los realistas 
que se ilusionaron con 
una gestión eficiente de
ese proceso.
La macroeconomía sigue arrojando números incluso peores que los que dejó el kirchnerismo. Se entiende la idea del dólor necesario, como antesala de la recuperación. Pero los números son ineludibles. Inflación, destrucción de empleos, caída de la actividad y déficit están igual o peor.
Frente a esto se apela a una exposición de la corrupción kirchnerista, combinando revelaciones impactantes con medias verdades forzadas. Es notable ver como ante cada situación crítica de gestión o malestar social, aparece un nuevo video, testimonio, arrepentido o impactante medida judicial. Y si no surge nada nuevo, se re
frita hasta el cansancio lo que hay. Creando así una agobiante nube de es
cándalos, que acaso el Gobierno debería mirar con menos entusiasmo.
Es que la Argentina ya vivió un proceso de estas características, que al fi
nal del día terminó generando un coctel explosivo de malestar social por 
las dificultades económicas, combinadas con una indignación general
 contra la clase política. En algún punto, en la cabeza del ciudadano has
tiado, se pueden mezclar en una tormenta perfecta, el tarifazo, los bolsos
 de López, las cajas de Cristina, las cuentas offshore de Macri y las accio
nes de Shell de Aranguren.
Es muy sintomático de este riesgo, lo que ocurrió con el flamante inten
dente de Cambiemos de General Rodríguez: En menos de dos meses pa
só de héroe de la noche en la que apareció en la madrugada en el momen
to preciso de la detención de José López, al escrache violento que sufrió
 este miércoles por el tarifazo.
Los aprendices de brujos que juegan a manipular climas sociales, sue
len terminar con las manos quemadas.
El peronismo agazapado
Sergio Massa entendió acaso mejor que nadie en esta etapa, que la so
ciedad argentina se maneja con liderazgos: Oficialistas, pero también o
positores. Con esa convicción se subió a la agenda del momento y día
 a día se va convirtiendo en el hecho consumado del peronismo, que se 
empieza a resignar a su conducción o al menos a su candidatura.
Como ya se quemó con leche, Massa demora definiciones y propone pa
ra este año construir puentes sólo en base a acciones legislativas. Como
 la ley para las policías locales que cerró con los intendentes peronistas
 que lidera Martín Insaurralde o los beneficios a Pymes quefestejó con 
Pichetto.


El peronismo encuentra hoy en Massa, aún a disgusto, esa vora
cidad por el poder, esa irreverencia, esas ganas de protagonizar,
 que por distintos motivos, Cristina, Scioli y Randazzo no quieren
 o no pueden asumir. En el tic tac del cambio social que disparó 
Cambiemos, el diputado aparece como el contrapeso mejor situa
do.
Y este es el otro dato central: Macri no sólo tiene que zarandear 
su gobierno y darle un mando claro al área económica, que hoy
empieza a pasar la factura ante las fisuras del experimento de ato
mizarla en cinco ministerios y dos coordinadores. Macri debería 
también revalorizar de manera urgente la política.
El tornado que se está edificando ante sus ojos es transparente:
 Massa, más Stolbizer, más un grupo de intendentes fuertes, apo
yados en un discurso que apunta a quedarse con los peronistas,
 los náufragos del kirchnerismo y los desencantados de Cambie
mos, es promesa de una elección complicadísima. Y si se pierde 
la provincia, se perdió el país. Escenario que si llega a cristalizar
se, hará al Gobierno extrañar estos días aciagos. 

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