martes, 14 de marzo de 2017

El trágico recital del Indio en Olavarría contado por un dolorense

Un grupo de fanáticos viajó a Olavarría para disfrutar del show, donde
 la capacidad del lugar desbordó y murieron dos personas. Un joven 
de Dolores cuenta su experiencia. La mística manchada de sangre.

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“Muchos chicos la pasaron muy mal, podrían haber sido una víctima 
más”. Agustín Minasso, en los últimos 20 años, sólo ha faltado a uno
 de los recitales del Indio Solari: estuvo en San Luis, Tandil, La Plata,
 Gualeguaychú, todas las veces que cantó allí. Y esta vez fue uno de 
los 70 dolorenses que partió para Olavarría en las cuatro combis que
 -“bien organizados”, aclara- tardaron diez horas en regresar desde la
 ciudad colapsada.
“Estamos todos indignados: por las familias de los muertos, por el 
Indio y por la mística manchada”, resume para ENTRELINEAS.INFO
. Improvisación, falta de controles, escasa posibilidad de atención 
médica, mucho alcohol y una evacuación demencial de un predio 
en el que se congregaron casi 400 mil personas conformaron un
 cóctel fatal. 
Agustín narra algo que es el abc del asistente a un festival: ir adelante
 no es para cualquiera. “Yo mido 1,80 y peso 100 kilos y así y todo no
 me aguanto cinco o seis temas allí porque es mucha la presión. Te
 sofoca, hace mucho calor, no hay oxígeno en ese lugar y había gente 
de 40 años muy drogada que se iba para adelante”. 
Pero el problema no estaba solo en el predio: “el mismo Olavarría se 
prestó también a todo esto porque las familias cocinaban y te vendían
 alcohol a todo el mundo: cinco latas de cerveza a 100 pesos”.  No
 hubo cacheos ni impedimentos para que ingresara gente 
prácticamente inconsciente. No se cortaron casi las entradas: “no 
se colaron 200 mil personas: no había control”, dice con sarcasmo. 
“Para salir tuvimos que saltar dos paredones y otros chicos de Dolo
res  que estaban adelante la pasaron muy mal, la levantó la misma
 gente casi desmayado”, relata pensando que cualquiera de ellos 
podría haber sido una víctima más. 
Como amante del rock, siente rabia y enojo: “nos merecíamos algo
 mejor, mal manejado todo”, pensando en la posibilidad de que fuera
 el último recital del músico. “Por eso metió tanta gente, y también
 por el lugar, porque Olavarría queda cómodo”, considera Agustín, 
que insiste en que no hubo previsión y que tanto la productora como 
la municipalidad fallaron ostensiblemente.  
El recital fue como uno más, por lo menos en los dos o tres primeros
 temas. Pero todos en el campo notaron que el show se modificó 
después de la primera suspensión  al comienzo: “se le cambió la 
selección de temas para que no haya mucho pogo, mucho agite”. 
De todos modos, el lugar que podía albergar 150 mil personas absor
bió más del doble, y la ciudad de 100 mil habitantes, cuadruplicó, sin
 orden ni concierto, su población por una noche: ingredientes claros
 para esta receta mortal. 

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