martes, 5 de junio de 2018

Mar de Ajó- San Clemente- 3ra. Marcha Ni una menos, Libres y desendeudadas nos queremos

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En el Pdo. de La Costa, el lunes 4 de junio se realizaron dos mar

chas una en mar de Ajó organizada por la Mesa local y otra en 
San Clemente organizada por las mujeres de Nuevo Encuentro 
en ambas la consigna fue “Ni Una Menos, Vivas, Libres y Desen
deudadas nos queremos”



Mar de Ajó:
La apertura del acto estuvo a caro de Fernanda Arringoni de Mujeres
 Fortalecida de San Bernardo:
Contra la violencia machista y la violencia sexual, contra el endeuda
miento que nos expropia la vida y la libertad. Por el aborto legal, se
guro y gratuito. Estamos en la calle para gritar bien fuerte, vivas,
 libres y desendeudadas nos queremos. Marchamos porque entre el 
primer Ni Una Menos, el 3 de junio del 2015 y el 29 de mayo del 2018 
hubo 871 femicidios y 114 fueron de enero a marzo de este año. 
Salimos por 908 hijos quedaron huérfanos, marchamos por el 89% 
de los femicidas conocían a las víctimas y casi el 20% de ellas, los
 habían denunciado ante el Poder Judicial. Salimos por todas las pibas
 fanáticas de los boliches que no volvieron y que fueron castigadas por
 ejercer su derecho a la diversión. Marchamos porque se desfinancia
ron programas y no hay políticas públicas, serias, de prevención, por
que el Poder Judicial es machista y no tiene la voluntad de proteger a 
las denunciantes, porque no hay políticas integrales y acompañamiento 
para ellas, para que puedan recuperar sus vidas libres, sin violencias, 
porque sabemos que no necesitamos anuncios oportunistas, sino que 
necesitamos más justicia. A continuación escucharemos la lectura del 
documento colectivo Ni Una Menos, leído por tres integrantes de la 
Mesa Local contra la violencia de género, que representan a las dife
rentes organizaciones que la conforman.
A continuación 3 mujeres Marcela Carrizo (ATE), Luisa López (Nuevo 
Encuentro), Rosario Policaro (La Cámpora La Costa) dieron lectura al
 documento nacional que también fue leído en la marcha en el Congre
so en al C.A.B.A. (leer al final de la nota)
Finalmente la oratoria finalizó con el listado de víctimas de violencia en
 la Costa
“Recordar víctimas de la violencia machista, de femicidio en el Partido 
de La Costa: Mara Mateu (presente), Lorena Ocares, (presente), María 
de los Ángeles Trinidad (presente), Gisell Orellana (presente), Celeste 
Gripo, (presente). A todas las mujeres víctimas de los femicidios, de la 
violencia patriarcal machistas: “Presente ... ni una menos, vivas, libres
 y desendeudadas nos queremos.” enfatizó Rosario Polícaro:

San Clemente:

Una multitud compuesta por jóvenes, estudiantes secundarios, organiza
ciones sociales, sindicatos y agrupaciones feministas llegaron este 
lunes por la noche a la Plaza del Congreso en el marco de la marcha por
 “Ni una Menos”, que se realiza todos los años desde 2015 para visibili
zar la lucha de las mujeres contra la violencia machista
La marcha se replicó en distintos puntos del país y también en San 
Clemente del Tuyú.
Sandra Sánchez referente de San Clemente en la lucha de género  dijo 
sentirse “muy contenta porque se sumaron un montón de jóvenes 
mujeres, a esta nueva convocatoria de Ni Una Menos que como todos
 los años desde hace 3 años nos viene convocando cada 3 de junio”
“En esta oportunidad se realizó el día 4 porque así lo decidió el colecti
vo Ni Una Menos de Capital Federal que de alguna manera fue el que
 dio el puntapié inicial a toda esta movida para decir “Ni Una Menos, 
Vivas, Libres y Desendeudadas nos queremos”.
 Siento, agregó Sandra Sánchez:“una enorme alegría porque quiere de
cir que hay todavía feminismo para rato, hay lucha para rato, porque 
justamente estas nuevas generaciones han tomado esta lucha como 
propia. Creo que también se da por toda la información con la que aho
ra contamos. Venimos  batallando el feminismo desde hace 200 años 
con avances, con retrocesos como en toda lucha”, reflexionó.
“Pero algo que jamás se dejó fue la lucha del feminismo con cada una
 de sus demandas de época. Creo que la demanda de estas épocas, las 
chicas más jóvenes realmente las viven todos los días, entonces son 
como mas empáticas con las causas”, añadió.
“Si una habla con ellas, algunas ni han terminado el secundario, y todas
 han pasado por el acoso, todas han sido violentadas de manera simbó
lica y algunas hasta de manera física con sus cortas edades. Entonces 
creo que la lucha en sí, las llama y las convoca a estar hoy 4 de junio 
en San Clemente marchando al grito de “Ni Una Menos, Viva nos Quere
mos”, finalizó.

Mañana AMPLIAREMOS CON REPORTAJES A Malena Farias y 
Monsserrat Sassian.-
Agradecemos a Alejandro de El Faro noticias que nos comparttió los 
audios y fotos del acto en San Clemente
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DOCUMENTO : #NiUnaMenos
Deseo y revolución feminista
Llega un nuevo 3 de junio y el Colectivo NUM renueva las demandas 
e insiste con las reivindicaciones pendientes.
Este mes de junio, por cuarta vez, volveremos a ocupar la calle para 
decir Ni Una Menos. Desde el primer 3 de junio, en 2015, el movi
miento que se convirtió en marea arrasadora no ha parado de cre
cer. Cada vez somos más las que entendemos el feminismo 
como la casa de nuestras rebeldías, que queremos habitar. Una casa
 donde la mano esté tendida para la otra, porque hacemos 
cuerpo lo que declamamos: estamos para nosotras. En esa manera 
de estar, nos reconocemos en los pañuelos verdes que desde hace 
13 años son el signo de la lucha por el derecho al aborto legal que, 
ahora mismo, por presión de la calle, por la capacidad del femi
nismo de darle cuerpo y sentido a esta demanda, está muy cerca de 
ser debatido y esperamos que aprobado en el Congreso de la Na
ción, mientras la discusión no para de profundizarse en los barrios, 
las casas y las escuelas.
Ni Una Menos es contraseña contra la violencia machista y patriar
cal y así se ha afianzado en muy diversos territorios a nivel interna
cional. Su clave está en la apropiación transversal de un grito colec
tivo capaz de conjugar el ¡Ya basta! que detiene y consuela las heri
das en el propio cuerpo y de denunciar a la vez la opresión de 
las violencias económicas, políticas e institucionales que también 
son patriarcales. Así pudimos decir Ni Una Trabajadora Menos frente 
a los despidos constantes y masivos que imponen las políticas de 
ajuste. Dijimos Desendeudadas Nos Queremos frente a la expropia
ción de nuestro tiempo y nuestro trabajo por el disciplinamiento 
financiero. Ni Una Travesti Menos para dar cuenta de cómo los cuer
pos disidentes son marcados de manera particular por el ma
chismo. Ni Una Migrante Menos para denunciar las políticas
 del racismo institucional. La bandera Ni Una Menos se cuelga en las
 escuelas para reclamar Educación Sexual Integral y también se ha
ce oír el Ni Una Menos por aborto clandestino. Ni Una Menos se 
dice contra el femicidio territorial en América Latina a manos de fuer
zas represivas estatales y para-estatales: Marielle Franco asesina
da en Brasil y lideresas comunitarias en Colombia, México, Ecua
dor, Honduras, Nicaragua y Perú.
Esta manera de entramar y hacer cuerpo y voz lo personal y lo colec
tivo, lo político y lo doméstico (que también es político) habilitó 
una militancia al modo del tejido y del enjambre: una manera en 
la que hoy se anudan las experiencias y demandas feministas pues
tas en juego en territorios y cuerpos (y en cuerpos-territorios) con
cretos. Por eso, los pañuelazos por el derecho al aborto tienen una 
fuerza particular cuando se hacen en las villas, así como las asam
bleas tienen otra textura cuando son capaces de elaborar 
colectivamente los conflictos. Las geografías del movimiento
 feminista son sinuosas y múltiples: el llamado al paro resuena de 
otro modo en la Selva Lacandona cuando lo dicen las zapatistas
 y la educación feminista gana otra fuerza con las jóvenes con 
pasamontañas en Chile; festejamos con las irlandesas en la 
calle el triunfo del plebiscito por la legalización del aborto y nos uni
mos a la manada que impugna la justicia patriarcal y toma las 
calles en España. Seguimos nutriéndonos e investigando cómo 
se expande este nuevo internacionalismo.
Pero el fervor por lo que venimos consiguiendo, por la disponibili
dad de sentidos antes relegados a guetos que hoy devienen masi
vos, abren a una necesaria interrogación y experimentación sobre
 nuestras formas de vida y de organización. ¿Qué significa ser femi
nista a la hora de enamorarse? ¿Cómo acompañamos la 
libertad de las adolescentes para poner en juego su deseo sin que 
sus derivas sean apropiadas por la maquinaria patriarcal que las sigue 
viendo como objetos de cambio? ¿Qué clase de justicia feminista 
podemos poner en juego cuando las denuncias por acoso sexual 
se dan entre adolescentes? ¿Cómo reparamos colectivamente las 
heridas de las que sobrevivieron a la violencia machista? ¿Hay alguna 
alternativa a la cárcel para los hombres violentos, hijos obedientes del 
patriarcado? Y frente a los femicidios cotidianos, ¿cómo profundizar la 
organización y la alerta?
Necesitamos estar cada vez más atentas y cuidadosas con el dolor, 
con las formas particulares de violencia sexual contra las niñas y ado
lescentes, con los modos institucionales y clasistas con que se
quiere de nuevo encorsetar nuestros debates y nuestros deseos. Por
que no somos solamente víctimas pero el duelo no se termina, por
que la respuesta misógina a nuestra autonomía es la crueldad que 
se imprime en los cuerpos feminizados. Porque todos los días hay 

un ejecutor dispuesto a terminar con la vida de una mujer o de una 
travesti como forma de disciplinarnos a todas y de reponer una autori
dad masculina que se niega a pensarse a sí misma.
El mundo que conocíamos, el mismo que queremos cambiar se 
resquebraja y hacemos pie sobre tembladerales. Esto es signo de
 que lo estamos cambiando todo y a la vez de que necesitamos hacer
 lugar al duelo y al desconcierto frente a la ardua tarea de 
construcciones y horizontes revolucionarios que desconoce
mos pero que deseamos.
La potencia de nuestro movimiento no es lo contrario al dolor si no 
una manera de reconocerlo, de advertir las heridas cada vez más
 profundas del racismo y del colonialismo, de los modos en que la 
crueldad intenta disciplinar a diario nuestros cuerpos a través 
de la violencia sexual, de la imposición de una belleza hegemónica 
y del permiso para habitar el mundo para unos pocos cuerpos 
supuestamente normales. La potencia no es un empoderamien
to banal ni un triunfalismo que se agota en el gesto de declararnos 
juntas cuando estamos atravesadas por una crisis que es cambio 
de época. La potencia es estar juntas en la calle cuando marchamos 
pero también poder aliarnos con las pibas que hoy viven en la calle 
sin elegirlo y tienen que ponerse pillas, en medio de una trama de 
violencia que las abusa a diario. La potencia es estar juntas en 
la calle cuando marchamos pero también hacernos cargo colectiva
mente de que la represión se ensaña más cruelmente con las que es
tán en la cárcel.
La tierra tiembla. Verdaderamente la tierra se mueve bajo nues
tros pies y lo sentimos día a día. Los umbrales de tolerancia fren
te a la violencia machista se han modificado sin vuelta atrás. El 
abismo que hoy se abre a las relaciones -especialmente las amoro
sas y familiares- intenta ser respondido sólo con moral punitivista
 o con protocolos que intentan calmar la incertidumbre. Nece
sitamos construir nuestros cuidados y nuestra autodefensa.
 Las formas de organización tradicionales ya no dicen nuestros 
anhelos de ocupar las ciudades y las casas de otro modo
 ni contienen las sensibilidades nuevas que derraman maneras
 diversas de sentir, percibir y pelear. El feminismo no es una 
moda, no es una remera, ni puede ser reducido a la demanda de cu
pos –aun cuando la paridad es una exigencia en todos los 
ámbitos de organización y de representación mixtos–. Tampoco
 es un lugar a ocupar en una unidad que no se cuestione el 
modo de construir política, de ejercer liderazgos y de representar 
a otrxs. No es tampoco reducible a un conjunto de demandas 
a incluir en una plataforma electoral.
El movimiento feminista pone en el centro de la política la cuestión 
del deseo y eso no admite respuestas fáciles ni veloces. El deseo
 es también un terreno de disputa, de tensión, de contradicciones. 
Es un espacio de experimentación, de pliegues y repliegues. 
Dijimos que en este movimiento nos mueve el deseo. Y eso se
 lo disputamos al mercado, a las promesas de la publicidad, y 
a las agendas de género neoliberales. No es un deseo individual 
sino que se teje en la trama colectiva, que busca su espacio- tiem
po para realizarse, para encontrar sus bordes, para decir su nom
bre. Nos mueve el deseo de habitar esa casa feminista a cons
truir a la vez que construimos comunidades. Nuestro deseo es 
también una apuesta de tiempo, el tiempo de esta revolución que
 es abierto y es ahora.

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