miércoles, 5 de septiembre de 2018

Marcos Peña, el poder real

El Jefe de Gabinete resistió la embestida interna y externa para que
 deje el cargo. Macri está decidido a no entregarlo y él se potencia
 aun en la debilidad, como si fuera el verdadero Presidente. El costo
 que paga Cambiemos.
Marcos Peña, el poder real
La peor semana del Gobierno hasta acá (nadie da dos centavos por 
que no haya peores) focalizó las miradas en el jefe de Gabinete, 
Marcos Peña, y en el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. Pero
 la tempestad, que tiene mucho de económica y otro tanto de política,
 fue surfeada por ambos ministros. Los dos lograron conservar el
 puesto luego de un fin de semana donde las idas y vueltas sobre
 la conformación del nuevo gabinete dejaron en ridículo al Presidente.
Contra todos los pronósticos y todas las recomendaciones de la 

mesa chica, Mauricio Macri decidió que Peña siga siendo su mano
 derecha en el Ejecutivo. Si bien debió ceder a sus laderos Mario 
Quintana y Gustavo Lopetegui, el jefe de Gabinete continúa como 
el punto referencial del primer mandatario; tanto que hasta adentro
 de Cambiemos bromean ácidamente: “No es que Macri ratificó a 
Peña, Peña ratificó a Macri”, dijo ante La Tecla un dirigente
 bonarense del ala opuesta al peñismo.
Mientras el Presidente le pide a la población más esfuerzo y convo
ca a las demás fuerzas políticas a que lo ayuden, la interna carcome
 a Cambiemos y boicotea la búsqueda de confianza, que el Gobierno
 necesita como agua en el desierto. Casi nadie alcanza a comprender
 el capricho del titular del Ejecutivo nacional de sostener al ministro
 más cuestionado de los últimos meses. Con la reestructuración
 ministerial, ya casi no cabe el argumento de que Peña armó una 
estructura a su medida y, por eso, debe permanecer en el cargo.
María Eugenia Vidal está enojada y preocupada porque la caída de la
 imagen de Macri y la del Gobierno la arrastran. Horacio Rodríguez 
Larreta, también pide a gritos una rectificación del rumbo político, al
 intuir un mal final para la alianza gobernante. Emilio Monzó teje
 acuerdos con otros sectores, que quedan trabados porque para
 Peña, pactar con cuadros que llama “de la vieja política” es un
 pecado capital. Los tres advierten dificultades extremas para la
 reelección del Presidente, mientras afuera toma cada vez más 
relevancia la teoría de un 2019 sin Macri, pero también sin Cristina
 Fernández.
Desde la Provincia, la Ciudad y el Congreso vieron con preocupa

ción los dimes y diretes de un fin de semana cargado de reuniones, 
donde la conclusión fue una reducción de ministerios pero sin
 cambios de nombres. El refresh esperado se fue en ambages sin 
concreciones. “Si hasta los radicales le dicen que no a Macri, 
cómo pretendemos enderezar esto”, reflexionó un diputado del 
PRO que reporta a la provincia de Buenos Aires.
“Como De la Rúa tenía el grupo ‘Sushi’, Macri tiene el grupo ‘yo

 si’: ‘yo sigo, yo sigo’”, agregó otro legislador bonaerense. Desde
 las febriles reuniones de Olivos salían versiones de cambios
 significativos. Hasta llegó a confirmarse desde alguna fuente
 encumbrada la llegada de Alfonso Prat Gay a Cancillería, mientras
 algunos empezaban a descartar la promocionada vuelta de Carlos 
Melconian al Ejecutivo. Sin embargo, esos dos enemigos de Peña 
no entraron en la grilla anunciada el lunes.

Aún en los momentos de mayor debilidad, y a pesar de haber 

perdido parte del control férreo de los ministerios, el jefe de 
Gabinete conservó mucho más que su lugar. Se achicó donde
 él quería y se cerró la posibilidad del regreso de algunos que
 se fueron enemistados con él.
“Por no echar a Peña, el país se quedó sin Ministerio de Trabajo,

 de Salud y de Ciencia”, escribió en su cuenta de Twitter la 
socióloga Alcira Argumedo. Es el sentimiento de muchos en la
 política, incluso de muchos de Cambiemos.
“Acá había que buscar un consenso político en serio, que Macri 

llamara a Larreta, Vidal y Monzó y les dijera que le traigan un
 gabinete completo. Ellos son los que tienen la capacidad de ir a
 hablar con los gobernadores peronistas para que se sumen a la 
salida de la crisis; aunque para eso, quizá también se necesitaba
 la certeza de que Macri se corriera en 2019 y quedara el juego 
abierto”, reflexionó un dirigente con vínculos en la Cámara de 
Diputados de la Nación.
Hacia delante
La volatilidad, o la turbulencia, como gustan llamar a la crisis

 financiera y social desde Balcarce 50, tiene su fuerte impacto en 
el día a día de la política, y el horizonte electoral no está ajeno a 
sentir los golpes. Si bien queda mucho camino por desandar hasta 
las elecciones de 2019, la campaña ya empezó y nadie quiere dejar
 nada librado al azar. Por ello, las estrategias de la política buscan
 ser el salvavidas que resguarde a Cambiemos, o a parte de Cambie
mos, ante el peligro inminente de hundirse en un mercado hostil.

Desde el ala política del PRO alejada de Peña empiezan a

 considerar que el fin de la alianza gobernante es directamente 
proporcional al desarrollo de la crisis. “Cambiemos se va a 
disolver dentro de lo nuevo, le va a pasar lo que le pasó al Frepaso
, porque estos cambios son maquillaje. En tres meses volvemos a 
tener el mismo problema político”, desgranó un armador 
provincial del espacio.
En ese sentido, la provincia de Buenos Aires, donde se libra la

 madre de todas las batallas electorales, comenzó a ser la
 protagonista de reuniones para buscar la alternativa. Vale
 recordar que hasta las propias encuestas que se manejaban en
 la Casa Rosada en pleno auge de la causa de los cuadernos K
 marcaban un escenario más que complejo para Mauricio Macri,
 y hasta lo consideraban perdedor en una eventual segunda
 vuelta con Cristina Fernández de Kirchner. La situación empeoró
 con el andar descontrolado del dólar.
El deterioro del Presidente comenzó a impactar en María Eugenia

 Vidal, quien hasta julio manejaba la mejor imagen del país y con
 el paso de los días llegó a sufrir el descenso, para alcanzar un
 promedio mayor de rechazo entre la percepción positiva y la negativa.

En Cambiemos, la línea política sabe que no puede permitirse que

 la Gobernadora siga en descenso, y apuestan a que se mantenga
 como la gran electora del espacio. Pero los errores de Nación la 
siguen complicando. Es por ello que la estrategia, para algunos, 
debe tener un giro drástico.
iempre con la pata política rebelde de Cambiemos, liderada por

 Emilio Monzó y su alfil, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio,
 al frente de las estrategias que buscan una salida política para
 la crisis, se comenzó a pergeñar el futuro.
Puertas adentro aseguran que desde el final del primer trimestre

 comenzó a caer la credibilidad de la gestión nacional. En ese
 sentido destacan que el marketing y las estrategias comunicacio
nales no tuvieron el impacto que lograron en los primeros años.
 Así como triunfó “la pesada herencia” y el “sinceramiento”,
 fracasaron rotundamente “la tormenta”, “la turbulencia” y “la
 crisis en Brasil y Turquía”. Aunque parezca increíble, a lo mismo
 apeló Macri en el último discurso.
La pata política busca una salida política. Además de los dardos 

directos a Marcos Peña, el objetivo del sector es asegurar que el 
corto plazo mantenga a la dirigencia opositora con las
 aspiraciones electorales en calma y con la mente fijada en
 escapar a la crisis. “Hay que salir de esto, llegar a las elecciones,
 y ahí vemos. Pero hay que asegurar que se termine la gestión
 con un gran acuerdo político”, explicó un intendente alcanzado
 por la rosca anticrisis. Nada de eso se concretó el pasado fin de
 semana.
Los intendentes buscan cuidar los distritos para mantener una 

base de poder. Algunos, en tanto, sueñan con una papeleta
 presidencial con el tándem Vidal - Rodríguez Larreta, aunque
 la candidatura a Gobernador es la gran incógnita. Otros, más
 arriesgados, elucubran colocar a un peronista en ese lugar. No
 parece posible que un Presidente no peronista resista una
 transición con un peronista sentado en el sillón de Dardo Rocha;
 pero en momentos de confusión “pueden pasar cosas”, como
 dice el Presidente.
Más allá de los deseos y especulaciones, en Cambiemos, la

 política tradicional sigue perdiendo ante lo new age. Y Peña
 continúa sentado en su silla, acumulando broncas adentro y
 afuera. Porque a nadie escapa que buena parte del
 empresariado, también le pidió a Macri un reemplazo.
Un pie en cada lado para buscar la ganancia individual
El programa que planea la pata política de Cambiemos necesita 

obligatoriamente de un acuerdo que se extienda a los sectores
 referenciados con el Partido Justicialista, pero, obviamente, no
 así con la línea kirchnerista. Allí es donde ingresa el denominado
 Peronismo Federal, reducto que en algún momento contaba con
 Juan Manuel Urtubey, gobernador de Salta, como cabecilla, 
pero que, con el paso del tiempo, quedó bajo la figura del sena
dor Miguel Angel Pichetto como referente. Otra pieza clave es la 
figura del exdiputado nacional Sergio Massa.
Los dos sectores son los primeros que figuran en la agenda del 

monzoísmo a la hora de encarar un acuerdo político que garantice
 el transcurso de la gestión gubernamental para que Mauricio Macri 
finalice su mandato sin sobresaltos. Claro, allí es donde Pichetto y
 Massa hacen el doble juego. Por un lado, públicamente, aseveran
 apostar a una construcción peronista paralela al oficialismo para 
ser una alternativa de gobierno.
Incluso ya hablan de las PASO como si la unidad en un espacio (no

 necesariamente con un solo candidato) ya sea una realidad. Sin 
embargo, a la hora de sentarse a negociar con el Gobierno, lo hacen
, y ponen especial atención a las propuestas que buscan tentar con
 la famosa “tercera posición”. Es decir, ni Macri, ni Cristina; una
 alternativa que nazca desde el actual poder y los contenga. Así
 esperan desde sus reductos al mejor postor para elegir qué
 camiseta usar.
Macri no quiere aceptar el fracaso de Peña y lo retiene en el

 equipo
Marcos Peña se convirtió, gradualmente, en el personaje más 

odiado del Gobierno nacional. Primero se quebró internamente.
 Desde la provincia de Buenos Aires y desde la Ciudad Autónoma
 de Buenos Aires, lo marcaron. “Peña vive haciendo un juego 
maquiavélico que no le gusta a María Eugenia (Vidal) ni a Horacio
 (Rodríguez Larreta). Un día uno es el mejor y al otro ni lo menciona,
 y al otro día hace al revés. Nadie lo soporta”, explicaban desde el
 PRO bonaerense cuando los mandatarios comenzaron a pedirle
 una oxigenación en el gabinete a Mauricio Macri. Los últimos 
sucesos sumaron el odio popular al polítco. Así, la gente empezó a
 pedir su cabeza; incluso el apoyo en las redes sociales marcó la
 diferencia: “Yo te banco Macri”, era el mensaje, y ya no al Gobierno.
En conversación con La Tecla, el analista Pablo Romá, titular de la

 Consultora Circuitos, remarcó que la postura firme de Macri en la
 decisión de mantener a Peña en su equipo es demostrar que el 
no es político sino económico. “Cambiar una pieza tan importante
 sería aceptar que ha fracasado una apuesta política. Macri entiende
 que el problema es la economía y no la política”, señaló el 
especialista. Similar postura tomó Raúl Aragón, quien sostuvo 
que “el macrismo, como el kichnerismo, niega la realidad”.
Los gobernadores no ven a Peña
Es díficil, o raro, pensar en la historia de los jefes de Gabinete de

 Argentina, que no hayan tenido relación con los gobernadores de
 las provincias. Sin embargo, Marcos Peña rompe con los moldes
 para ser un jefe de ministros atípico, que pocas veces sale de la 
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y siempre que lo hace, sólo 
llega hasta el Conurbano bonaerense.
En ese marco, la relación de Peña con los mandatarios provinciales

 es inexistente. No comparten reuniones; ni por el Presupuesto, ni 
a la hora de aprobar la ley de Responsabilidad Fiscal, ni al
 sancionar el pago a los Fondos Buitres. Todos momentos claves
 para la gestión de Mauricio Macri y donde los gobernadores, del
 Partido Justicialista, principalmente, fueron un factor vital. En 
ninguna de dichas negociaciones, Marcos Peña pasó al menos por
 la puerta de la oficina. Claro está, la falta de espalda política para
 quien alguna vez fue catalogado como “CEO del año” y luego cayó 
en desgracia, es el motor para que los mandatarios provinciales le
 den la espalda.
Como si fuera poco, del otro lado está Rogelio Frigerio, el ministro

 del Interior que hace de la politiquería un estilo de vida. Así, el
nexo entre los gobernadores y Cambiemos es el alfil de Emilio 
Monzó, que tiene la labor de ocuparse de calmar los ánimos y sumar
 adhesiones. Vale recordar que Hugo Passalacqua (Misiones), virtual
 aliado del Gobierno, despoptricó por el Fondo Sojero y sólo le
 bastó una reunión con Frigerio para poner nuevamente los pies 
en el plato. Los gobernadores peronistas ya eligieron, y le dieron
 la espalda a Peña.
Que se iluminen los de arriba, piden desde la Provincia
En la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, el 

escenario de crisis nacional se siente desde hace bastante tiempo,
 no es nuevo. A mediados de abril, el malestar social con el 
incremento tarifario ya ponía la atención en los meses venideros.
De esa manera, desde un sector del PRO ligado al intendente de

 Vicente López, Jorge Macri, remarcaban en su momento que 
“hay que estar atentos a los meses que vienen, cómo se llega a
 diciembre. Acá hay muchos que ya piensan en las elecciones de
 2019, y la mano viene complicada, sobre todo en el Conurbano”.
La misma fuente, que hace algunos meses advertía el escenario 

de complejidad en la macroeconomía por decisiones políticas y 
económicas del equipo de Marcos Peña y Nicolás Dujovne,
 sentenció a La Tecla que “el pico más duro está por verse en 
breve; si resiste el sistema y al Gobierno se le cae una idea, en 
febrero o marzo empezamos a despegar muy lento”. Y agregó: “
Todavía no se ve una isla en este océano en el que estamos”.
Desde el entorno del kirchnerismo, la mirada no difiere mucho, pero

 la atención está siempre en lo social y su repercusión. “El peor
 ajuste todavía no llegó, no sabemos a dónde vamos a parar”, explicó
 una legisladora a este medio. El escenario en la Legislatura no
 escapa a la crisis y esperan una señal.
Las retenciones, una medida “malísima” que se usa otra vez
Para intentar salir de la crisis, el Gobierno implementó una serie de 

medidas que el propio Macri calificó como “malísimas”. Es que se
 pondrá impuestos a las exportaciones. Es decir, el regreso de las
 retenciones como política de Estado.
En ese sentido, con el objetivo de alcanzar el “déficit 0”, se aplicará 

una serie de medidas que tendrá a la fórmula de movilidad en las 
prestaciones sociales, en las que se prevé un aumento del 2%, como
 punta de lanza para contener a los sectores vulnerables. “El resto
 del gasto social crece como inflación”, sostuvieron.
En tanto se ahorrará hasta un 50% en gasto de capital (inversión para

 obra pública y deuda), y se impulsará un ahorro en subsidios que
 prevé el traspaso de la tarifa social eléctrica y transporte. En esta 
línea se congelará el ingreso del personal al Estado, además que se
 establecerá un aumento salarial por inflación, lo que significará un 
ahorro del 20 por ciento en bienes y servicios.
Se suspenderá por un año el incremento del mínimo no imponible a

 los aportes patronales, lo que significará una recaudación adicional
 de 40 millones de pesos. A la vez se abonará un adicional por
 derechos de exportación entre 2019 y 2020. En este último punto se 
desprende que será 4 pesos por dólar en exportaciones primarias, 3
 pesos por dólar en el resto de las exportaciones, a la vez que una 
reducción al 18 por ciento de la alícuota al complejo sojero.
El achique en el gasto público con la unión de ministerios
El Gobierno nacional pretende reducir el gasto público en un 

cuatro por ciento el próximo año, principalmente impulsado con
 las modificaciones en el gabinete. Vale remarcar que el equipo
 de veinte ministerios se redujo a menos de la mitad con la 
unificación de carteras como Seguridad y Justicia, entre otras.
La reforma del Estado “lleva tiempo”
El economista Fausto Spotorno aseguró que la reforma del Estado

 que impulsa Cambiemos con la reducción de ministerios “lleva
 tiempo, pero tenés que empezarla”. En ese marco agregó que “en Argentina, siempre, todas las crisis financieras fue-ron de origen
 fiscal. El Estado no te puede pagar más y chau, crisis financiera.
 El Estado se queda sin plata y empieza a emitir deuda. Vas a
 encontrar lugar donde falta gente y lugar donde so-bra, eso es
 una reforma del Estado”.
El Gobierno cometió un grave error
El analista político Sergio Berensztein se refirió a la situación 

actual y consideró que “el Gobierno cometió un grave error; a la
 corta o a la larga, esto iba a surgir. Fueron pateando la bola por
 delante y no tomaron medidas para que sea de otra manera”.

En ese sentido explicó que “el Presidente va a intentar generar

 un juego de equilibrio, va a haber un gabinete con menos 
ministros y con mayor poder real para cada ministro”. Berensz
tein consideró además que “el problema fue el organismo de 
control que había sobre los ministerios; eso fracasó en la jefatura 
de Gabinete, no Peña”.

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