domingo, 29 de agosto de 2021

Coronavirus en Dolores: la historia del hombre que pasó 54 días internado y perdió a su papá por el virus

 



Por Milagros Moreni Nimer

Tiene 46 años, es camionero y se salvó de milagro. Aún le quedan secuelas el

 virus que afectó al mundo

Los médicos del Hospital Municipal San Roque de Dolores llamaron un 

día a la madre de Sergio Traverso, un vecino de Dolores y camionero,

 para que se despidiera de su hijo. Él estaba internado por coronavirus y

 su cuadro era tan grave que parecía irreversible. A los 46 años dio 

vuelta el destino y 54 días después de haber caminado cerca de la muer

te se abrazó a la vida con tanta fuerza que recibió el alta.  

Contra todo pronóstico y sin poder hablar cuando vio a su mamá en lo

 que podría haber sido un último encuentro, le levantó el pulgar en señal 

de demostrar lo que pensaba: “Yo de esta salgo”. Y así fue. Eso le decía 

Traverso a cada uno que le preguntó por su estado de salud. “Yo le había 

dicho a todo el mundo ‘de esta salgo, esta no me va a ganar’ porque soy

 muy positivo y vi varios que estaban al lado mío y luego no volvieron”

contó a ENTRELÍNEAS.

Su historia es una más de las de las más de 3000 que tuvo Dolores en

 torno a esta pandemia, pero para él es diferente porque tuvo suerte y la

 puede contar. Así lo dijo a este medio. 

Apenas se sintió mal Traverso se hisopó, el resultado dio positivo. Pasó

 algunos días aislado en su casa y el cuadro empeoró. Fue en ese mo

mento cuando llegó la internación. Un jueves ingresó al Hospital Munici

pal San Roque, para el sábado había empeorado y debieron buscar sue

ro equino en La Plata. Eso le hizo bien, pero en el momento no había cer

tezas y solo quedaba esperar dos semanas.

“Los 14 días esos se me hicieron bravísimos, no podía respirar, tenía 

el tubo de oxígeno pero no podía respirar. La doctora decidió probar

con otro aparato y me pusieron una máscara bien apretada”, contó.

El techo y las paredes blancas de la habitación del hospital son lo único

 que él vio durante casi dos meses. A los costados el escenario era deso

lador: había otros pacientes internados en su situación que a veces se

 iban y no volvían, pero Traverso se apoyó en su forma positiva de vivir 

para aferrarse a la batalla contra la enfermedad.

“Llega un momento en que perdés la noción del tiempo porque no ves a

 nadie ahí adentro, estás solo y te apoyás en las enfermeras y los médi

cos que son muy cálidos. Eso realmente ayuda un montón”, aseguró.

Recibió el alta, pero las secuelas no lo abandonan

A casi tres semanas de que haya recibido el alta, Sergio Traverso aún con

vive con los daños que le dejó el coronavirus. “Te termina, las piernas te 

quedan finitas, te falta el aire, se te cae el pelo. Hasta hace pocos días se

 me seguía cayendo”, contó.
Parte de su recuperación también tuvo que hacerla con un kinesiólogo

 que lo veía martes y jueves. Él siempre predispuesto se prestó a todos

 los ejercicios y está seguro de que eso fue fundamental para salir ade

lante. También desde lo anímico por el peso del encierro y la soledad en 

el proceso de la internación que no fue fácil. 

La pérdida de su papá

“Desde que supe de la pandemia siempre pensé que todos nos íbamos 

a contagiar, pero nunca imaginé que me iba a agarrar tan fuerte. Uno 

nunca piensa que va a estar un mes y pico tan grave”, explicó Traverso.

 Lo que tampoco pensó es que él contagiaría a su papá, quien no pudo 

vencer a la enfermedad y murió.

Traverso cree saber cómo sucedió eso: “Iba poco a mi casa porque yo

 trabajaba y no quería contagiar a mis padres, sin embargo lo terminé 

haciendo porque cuando fui aunque los saludé desde la puerta, cuando 

salí se acercó mi mamá y ahí estornudé. Así le pasé el virus, pero en ese 

momento no sabía que lo tenía. Al otro día me empecé a sentir mal, me

 hice el hisopado y dio positivo”. 

“Un día, durante mi internación, vi que pasó la camilla con un paciente y

 dije ‘ese es mi padre’ porque le vi la cabeza blanca. Después me conven

cí más porque ninguna de las enfermeras venía a conversar conmigo co

mo lo hacían habitualmente. Pensé que era raro, pero no dije nada hasta 

que la doctora me dijo que era él”, recordó. Dos o tres días después lo 

llevaron para que lo vea. Luego, falleció. 

Tarda en llegar, pero al final hay recompensa

La cama de la habitación en la que Traveso estaba internado estaba “a

tres pasos” del baño, según él describió, sin embargo tenía dos tubos 

de oxígeno: uno en cada uno de esos lugares porque no podía llegar de

 uno a otro sin insuficiencia respiratoria. 

El trabajo del personal de salud, su fe, su cuerpo sin enfermedades 

preexistentes y su fuerza de voluntad lo ayudaron a que se salve y así

 llegó el momento del alta, uno que jamás va a olvidar porque fue abso

lutamente diferente a como lo hubiese imaginado: “Cuando salí, vi que 

me esperaban con carteles y aplausos. Ni me lo esperaba porque aun

que yo no me sentía bien y podía darme cuenta de cómo iban las cosas, 

al paciente no le dicen todo. Me vinieron a saludar hasta las enfermeras

 del turno noche”.


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