domingo, 5 de diciembre de 2021

Nervios, intrigas y contactos secretos: por qué Juntos por el Cambio se pelea como si hubiera perdido las elecciones




 Por
En medio de tensiones por los cargos en Diputados, hubo reuniones y
 llamadas para llegar a una tregua interna. La foto de unidad de los legisla
dores del PRO. Una frustrada gestión de Diego Santilli con Elisa Carrió. El 
rol de Carolina Losada
Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich desayunaron el jueves pasado 
y pactaron una tregua interna

¿El triunfo electoral fue una maldición para Juntos por el Cambio? En lugar 

de aprovechar la victoria para consolidar la unidad, recrudecieron las peleas,

 los tironeos por los cargos y los codazos para imponer los proyectos per

sonales. Más allá del patético cuadro que le ofrece a la sociedad, con urgen

cias muy lejanas a las internas políticas, la dirigencia opositora parece de

cidida a seguir exhibiendo de manera impúdica sus diferencias, sin pensar

 en que así sólo corroe el tablero instalado para soñar con un regreso al 

poder en 2023.

Si los traspiés del Frente de Todos fueron la mejor campaña electoral para

 JxC, el carnaval de rispideces opositoras es celebrado por el oficialismo: 

confirma la tesis de Victoria Tolosa Paz de que se puede “perder ganando”.

Quizá por eso este lunes, a las 16, los máximos líderes del PRO escenifica

rán una tregua interna para mantener una reunión con todos sus legisla

dores, los actuales, los salientes y los que asumirán el 10 de diciembre. 

Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, más los jefes

 de los bloques de diputados, Cristian Ritondo, y de senadores, Humberto Schiavoni, unificarán sus posturas para dar un mensaje hacia la estrategia

 futura.

Claro que llegarán a este encuentro, que se realizará en un salón de even

tos de Vicente López, luego de que, una semana después de las eleccio

nes legislativas, Bullrich intentó una jugada en el bloque de diputados del 

PRO para poner en jaque la continuidad de Ritondo y reclamar un cambio 

del “perfil político” de la bancada. Se frustró porque el titular del bloque con

siguió más apoyos, incluso de diputados electos que están alineados con

 Mauricio Macri como Hernán Lombardi. La presidenta del PRO terminó 

anunciando su apoyo a Ritondo. Su mano derecha, Gerardo Milman, que será

 su principal referente parlamentario en la nueva Cámara Baja, había convo

cado a los diputados a una reunión en nombre de su jefa política, pero sin

 el aval del jefe del bloque.

¿Pareció rara esa movida en una fuerza política que había ganado los comicios?

 Más extraño fue lo que sucedió días después, cuando Elisa Carrió invitó a

 todos los socios opositores a celebrar los 20 años de la Coalición Cívica y les dio

 una bienvenida llena de críticas feroces a muchos de ellos, desde su “amigo” 

Rodríguez Larreta hasta el radicalismo de Martín Lousteau y Enrique “Coti”

 Nosiglia, pasando por Ritondo. Muchos de los presentes en el acto lamentaron

 que la ex diputada hubiera desaprovechado esa tribuna para profundizar los 

cuestionamientos contra Cristina Kirchner, quien 24 horas antes fue sobreseída

 en las causas Hotesur y Los Sauces. En lugar de eso, “Lilita” les apuntó a los pro

pios y dejó un tendal de heridos que puso en estado de shock a Juntos por el 

Cambio.

Del mismo grado de virulencia es el enfrentamiento poselectoral en la UCR 

para definir las conducciones de los bloques parlamentarios. El jefe de la ban

cada, Mario Negri, quiere seguir en el puesto y contaría con el apoyo de la 

mayoría (más de 23 de los 45 diputados, aseguran), mientras es cuestionado 

por el sector de Lousteau y Emiliano Yacobitti, que le recuerdan que perdió las

 PASO en Córdoba y buscan extender su fuerza con la bandera de la renova

ción partidaria. Los antinegristas están a un paso de formar una bancada 

propia, que con algunos aliados alcanzaría los 20 diputados. Si se concreta, Jun

tos por el Cambio se dividirá en siete bloques en la Cámara Baja.

La pelea es irreversible. Este lunes por la tarde se definirán los jefes de cada 

bloque de JxC, antes de que el martes se realice la sesión preparatoria en Dipu

tados para que asuman los nuevos legisladores y se elijan las autoridades de la

 Cámara, pero para que no crezcan las rispideces resolvieron postergar para

 febrero la elección del presidente del interbloque de la coalición, otro cargo 

en litigio. El único alivio provino de un gesto de desprendimiento personal: el 

diputado del PRO Álvaro González, una de las espadas del larretismo, desistió

 de la posibilidad de volver a convertirse en vicepresidente primero de Diputa

dos para dejar que ese puesto siga en manos de su colega mendocino Omar de 

Marchi. Una señal en favor del equilibrio interno partidario (Ritondo es del

 sector de las “palomas” y De Marchi, identificado con un “halcón” como Macri) y,

 además, de la representación del interior.

Donde el panorama tiene el color del desencuentro es en el Senado: el PRO con

firmó la continuidad de Schiavoni como jefe del bloque, pero en la UCR habrá 

movimientos que sonarán sugestivos al calor de la interna. Se ratificará al

 formoseño Luis Naidenoff como titular de la bancada radical y todo indica

 que la senadora electa Carolina Losada, de Santa Fe, tendría la mayoría de res

paldos para convertirse en vicepresidenta primera de la Cámara Alta. Ese puesto 

lo ocupa hoy Lousteau. Algunos lo mencionan como una derrota política del

 senador de Evolución y un triunfo del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.

 Quienes conocen los entretelones aseguran que no es así: fue un pedido expre

so de los senadores electos santafecinos, Losada y Dionisio Scarpín, quienes 

ganaron las elecciones con el 40,38% de los votos y devolvieron a la UCR un lugar competitivo para gobernar la provincia en 2023. La única duda es quién 

será el jefe del interbloque de JxC: debería seguir Naidenoff, pero aspira a ese

 puesto Alfredo Cornejo, senador electo de Mendoza que dejará la jefatura del 

partido.

Ante tanta efervescencia radical, los líderes del PRO parecen hoy discípulos de

 Mahatma Gandhi. Sobre todo luego de que la semana pasada se multiplicaron 

los contactos personales y telefónicos para pactar una tregua interna. La ten

sión se había instalado cuando Bullrich, convencida de que gracias a ella se ga

naron las elecciones, declaró que existía una “expectativa mayor” en la elección

 porteña, que era superar el 50% de los votos, y luego de que Macri dijo que “está

 bueno que muchos curas quieran ser papaspero sepan que van a tener que 

competir”, algo que fue interpretado como una forma de ponerle límites a las 

aspiraciones presidenciales de Rodríguez Larreta.

Luego de que Bullrich desactivó su jugada contra Ritondo, que terminó con una 

foto de ambos para sellar la paz, el jefe de Gobierno buscó pacificar todos los

 frentes internos. Tuvo una larga conversación telefónica el martes pasado con 

Carrió, quien lo cuestionó en público por no haber “cuidado” a María Eugenia

 Vidal en las elecciones y por la campaña “espantosa” que diseñó Fernando Stra

face en la Ciudad. Luego, estuvo con Macri. Más tarde, con Lousteau. El jueves

 desayunó con Bullrich. Y el viernes pasado mantuvo una reunión de dos horas

 con Cornejo.

La propuesta larretista en todos los encuentros fue bajar el tono de las peleas

 y mostrarse unidos. La foto de unidad del PRO de este lunes graficará que 

esa consigna tuvo consenso. Carrió parece repeler los pedidos de moderación:

 dos días después del llamado del jefe de Gobierno se despachó de nuevo contra

 el radical Facundo Manes, a quien consideró “amigo” de “la casta empresaria 

que se hizo multimillonaria gracias a las coimas que pagó en el gobierno kirchne

rista”. Lo más curioso es que Santilli estuvo tres horas con la fundadora de la 

Coalición Cívica en su chacra de Exaltación de la Cruz antes del acto en el que

 criticó a todos. Y después incluso habló con ella por teléfono. Al diputado electo

 de Juntos le quedó en claro que es muchísimo más sencillo el objetivo de 

ganar las elecciones en la provincia de Buenos Aires que el de apaciguar

 a Carrió.

Rodríguez Larreta puso en marcha una apuesta política audaz con la incorpo

ración de Jorge Macri como ministro de Gobierno de la Ciudad. No es un 

dirigente afín, pero el alcalde porteño cumplió con la promesa que le había 

hecho para que el intendente de Vicente López se bajara de la disputa bonae

rense con Santilli. Hay recelos de la vieja guardia larretista, que mira de reojo 

a un dirigente de perfil alto y de diferencias indisimulables con su nuevo jefe

. Algunos creen que Larreta le pagó políticamente mejor que a aliados como 

Vidal o el propio Santilli, a quienes les plantó en su gabinete un virtual com

petidor: el jefe comunal no descarta la candidatura a jefe de Gobierno porteño

 o a gobernador bonaerense para 2023. Igual, no se la harán fácil a Jorge Macri,

 como lo explicitó el intendente de Campana, Sebastián Abella, quien le reclamó

 que renuncie a la jefatura partidaria bonaerense. “Tiene que entregar el par

tido porque ya no tiene más nada que ver con la Provincia. Así como no le 

gustaba que Santilli cruce de Ciudad a Provincia, ahora es igual”, afirmó. Prevén

 una oleada de pedidos similares.

Se insinúa un conflicto adicional en Juntos por el Cambio: los principales refe

rentes anticipan que debe producirse una recomposición de la Mesa Nacional

 para adaptarla a la nueva etapa de la coalición, pero todavía no hablaron formal

mente del tema. Para algunos, la máxima estructura opositora debería incluir, co

mo en su origen, sólo a los jefes de los partidos, los gobernadores de esas 

agrupaciones y los jefes de los bloques parlamentarios. Eso implicaría la sali

da de Vidal, quien se incorporó cuando era mandataria bonaerense y ahora será 

diputada nacional, o los titulares de los partidos en la Provincia (Jorge Macri, 

del PRO; Maximiliano Abad, de la UCR, y Andrés de Leo, de la Coalición Cívica), 

que se sumaron antes de las PASO para apuntalar la estrategia en un distrito clave.

Hay consenso en que tendrían que formar parte de la conducción nacional los

 dirigentes del interior que contribuyeron a la victoria en los últimos comicios.

 La duda es el criterio para elegirlos: ¿deberían ser sólo los candidatos de los

tres principales partidos de la coalición? ¿Qué hacer con Luis Juez, ganador 

inapelable de la banca de senador en Córdoba, pero que pertenece a un partido 

provincial, el Frente Cívico? En contraposición, ¿hay que mantener a dirigentes 

que perdieron las PASO o las elecciones generales y no tienen otro cargo? ¿Por

 qué excluir a agrupaciones nacionales que se aliaron a JxC en algunos distritos,

 como Confianza Pública, la Ucedé o el Socialismo? Si se amplía la Mesa Nacio

nal, ¿podrá funcionar un andamiaje con tantos integrantes?

Jorge Macri y Horacio Rodriguez Larreta
Jorge Macri y Horacio Rodriguez Larreta

Lo más sensato de las últimas horas lo aportó un aliado como Ricardo López

Murphy, diputado electo de Republicanos Unidos: “La unidad de la oposición

 es decisiva para ofrecerle a la Argentina es una alternativa”, dijo el líder

 liberal, para quien “la clave es que el candidato sea el programa”.

¿Y si la principal fuerza opositora intentara algo tan elemental como acordar re


glas de juego para la convivencia pacífica y para dirimir las diferencias? 

Todos aseguran en privado que deben hacerlo. Todavía no lo intentaron. Jorge 

Macri propuso ante Infobae un acuerdo para no hablar de candidaturas hasta 

dentro de un año. ¿Y si no dicen una palabra sobre las candidaturas, pero 

actúan como si estuvieran ya en campaña para 2023? Es todo un dilema.

Una paradoja de este momento tormentoso de Juntos por el Cambio: estaba 

prevista para este lunes una reunión de la Mesa Nacional para empezar a dis

cutir este tema, pero el radicalismo pidió suspenderla debido a sus disputas

 internas y ahora planean concretarla recién después del 10 de diciembre. 

Curiosamente, nadie menciona el día 13, que cae lunes y es cuando general

mente tienen lugar estos encuentros. Quizá sea porque en la coalición oposi

tora debe haber muchos supersticiosos y no quieren arriesgarse a la mala

 fama del número 13. Ya bastante cargan con la maldición de haber gana

do las elecciones y pelearse como si hubieran perdido.

FUENTE INFOBAE

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