jueves, 6 de septiembre de 2012

Los “nestoristas” que en las sombras apuestan a Scioli 2015



Descreídos de otra reelección de Cristina, viejos amigos de Kirchner se acercaron al gobernador para trabajar en su candidatura presidencial. Fueron los que armaron el partido de fútbol con Moyano. La pelea por los aguinaldos enfrió los encuentros. El rol de Roberto Porcaro, el silencio de Pezzoa y la diferencia con De la Sota.
Cuando Cristina Kirchner le retaceó fondos a Daniel Scioli y le impidió pagar los aguinaldos, dirigentes oficialistas que hicieron buenas migas con Néstor Kirchner mantenían reuniones con la idea, aún vaga, de diagramar una transición peronista con el gobernador como estandarte. 
El organizador era Julio Bárbaro, una suerte de “nuevo Alberto Fernández” en la tarea de pensar un post kirchnerismo sin traumas ni reformas constitucionales. Y con Scioli como próximo presidente.

La sede era el edificio porteño del Banco Provincia y otro protagonista de esas reuniones era Santiago Montoya, presidente del Grupo Bapro, un cargo que, dicho por él, poco trabajo le demanda. También se sumaba a estas tertulias el presidente del Banco Provincia, Gustavo Marangoni.
Roberto Lavagna y Alberto Fernández fueron en rigor los primeros "nestoristas" en acercarque a Scioli. En su caso, el pase ya es público, así como la ruptura con Cristina.

Según confirmó LPO, a esos encuentros llegaron a asistir actuales diputados nacionales, expectantes por no perder pisada cuando el kirchnerismo sea historia.

Este grupo fue el que bregó para que Scioli juegue al fútbol en su villa La Ñata con Hugo Moyano, una marca que el Gobierno sintió como casi como una declaración de guerra.

Los nestoristas
Por otra vía trabajaba Roberto Porcaro, el correntino que apadrinó los primeros radicales K y diseñó, junto a Kirchner, cada estrategia electoral.

Fue Porcaro quien llamó a Scioli y coordinó un almuerzo con Gabriel Mariotto para apaciguar las aguas. Consigue siempre que el gobernador lo atienda, algo que hace tiempo dejó de ocurrir en la quinta de Olivos.

Este correntino es además el jefe político del líder de los diputados camporistas en la provincia, José Ottavis, quien afirma a los cuatro vientos que es Porcaro y no Andrés "El Cuervo" Larroque, su jefe.

Hasta la muerte de Kirchner se entendía como “nestoristas” a quienes frecuentaban al ex presidente en las mesas chicas en las que definía los destinos del país en temas cruciales como macroeconomía, negocios y estrategia electoral.

Una pieza infaltable era Juan Carlos Pezoa, secretario de Hacienda y dueño del Ministerio de Economía con Néstor en vida. Ahora está marginado y si bien no acudió nunca a las reuniones del Banco Provincia, quienes lo conocen creen que “juega de memoria”.

Cristina no lo tiene en cuenta ni lo respeta. Como muestra, este lunes desplazó a Graciana Peñafort de la dirección de Asuntos Jurídicos de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), una técnica que Gabriel Mariotto importó del entorno de Pezoa. Peñafort fue la autora de la ley de medios y nisiquiera esa cucarda le sirvió para eludir la guadaña camporista.

Otro infaltable era el ex diputado Gustavo Marconato, protegido por Kirchner. Cristina pareció ampararlo en febrero cuando, por decreto, lo nombró vicepresidente de Aerolíneas Argentinas.

Pero Mariano Recalde nunca llamó a la reunión de directorio para confirmarlo y Marconato renunció, con carta ensobrada dirigida a Carlos Zannini. Se convirtió así en el único nestorista que rompió abiertamente con el Gobierno y hoy se lo menciona cerca de Scioli.

Zannini, un infaltable entre los nestoristas, era el único de ellos que compartía la misma afinidad con Cristina Kirchner. “Cuando se separen, en la división de bienes se van a pelear por él”, bromeaban en aquellos asados.
“El Chino” se convirtió en el principal consejero político de Cristina luego de la muerte de Kirchner y hoy ya no contiene a ninguno de sus ex amigotes. 

Pero no todo es color de rosa para los nestoristas que se acercaron al gobernador.

Las dudas por Scioli 
Si bien sigue siendo el gobernador con mejores números para la presidencial, Scioli genera dudas entre quienes se dicen haber sido discípulos de Kirchner, sobre todo después de la pelea con Cristina por el pago de los aguinaldos.

“Esperábamos una reacción mayor. Es una imagen que no cierra”, se los escuchó. Creyeron que la estrategia de no recibir balas se interrumpió ante un golpe concreto y su falta de reacción desanimó.

“Tal vez se vea en las encuestas”, especularon y ya temen que sea “el Reutemann de 2003”, en alusión a la decisión del santafesino de no presentarse a una elección presidencial que parecía ganar sin problemas.

Lo cierto es que tanto las reuniones del Banco Provincia como en las martingalas de Porcaro, los tiempo son siempre los de Scioli y es por eso que a veces todo se detiene.

Sobre todo cuando el gobernador repite que si hay re reelección no peleará ni un segundo por impedirlo. De hecho, ya en 2008 tuvo reuniones para planear sus aspiraciones presidenciales, en aquellos días en la gobernación bonaerense.

El gobernador bonaerense, además, nunca dio muestras de querer juntar aliados y armar por su cuenta, pese a las amenazas siempre truncas de algunos de sus laderos, sobre todo luego de ataques del kirchnerismo.

Muy distinta es para este grupo, la actitud de José Manuel de la Sota, quien pasó a la ofensiva política ante el destrato kirchnerista. "Imaginate lo que sería Scioli si con lo que mide, actuara como De la Sota", fantaseó entusiasmado uno de los viejos amigos de Néstor Kirchner.

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