lunes, 4 de marzo de 2013

Scioli y los K: Menos tiempo, máxima tensión



La proximidad de la agenda electoral exige definiciones, que no llegan por la candente puja política interna. Los motivos de la pelea y lo que cada uno quiere del otro
Pasan rápido las hojas de la agenda en un año electoral, y en poco tiempo comenzará a correr el cronograma que el 12 de junio, cuando se definan las alianzas, dejará sin salida a quienes queden contenidos en cada frente electoral. En ese marco, la tensión entre el sciolismo y el kirchnerismo aparece en un punto extremo. Pedidos, llamados telefónicos que no se contestan, especulaciones basadas en encuestas, chicanas, recelos y diferentes estrategias forman el combo en el siempre convulso Frente para la Victoria.

El Gobernador no quiere romper filas, aun con las dificultades económicas que lo obligarían a gestionar con lo mínimo indispensable durante todo el ejercicio. Más allá de las asistencias que puedan acordarse con el gobierno de Cristina Fernández, sabe que nunca tendrá holgura para moverse con libertad. También sabe que sin esa asistencia se pone en peligro la gobernabilidad, y hoy no está dispuesto a arriesgar tanto. En contrapartida, tampoco aparece fácil para la Presidenta desprenderse de quien hoy lidera las encuestas de imagen.

Aunque fundamental, lo económico constituye un condimento más dentro de una pelea en la que se mira con recelo desde la Casa Rosada a todos los que juegan con Daniel Scioli, máxime si son parte de la ingeniería de armado para el futuro político del mandatario. En ese contexto hay pretensiones del ultrakirchnerismo, a las cuales el bonaerense buscará gambetear de cualquier modo.

“Esto lo van a resolver Cristina y Scioli, nadie más”, aventura un ministro provincial, mientras aguarda cerrar un acuerdo con el ministerio homónimo de Nación para darle respiro al menos a un programa de su atosigada cartera. Y pese a que la Presidenta y el Gobernador no hablan desde enero, y en el último mes sus tropas han confrontado fuertemente, ésa es la única salida para solucionar el tema económico y político.

La filtrada reunión entre Daniel Scioli y Julio Cobos en la casa particular del bonaerense fue interpretada en Balcarce 50 como un “duro golpe bajo”. Concordó con el reclamo de recursos realizado por la administración provincial, con una antelación jamás esperada por el Gobierno nacional.

Este año la Provincia invirtió la estrategia: en vez de negociar primero con los gremios y luego solicitar la ayuda correspondiente para afrontar el gasto salarial, hizo al revés, fue a las mesas paritarias con ofertas testimoniales porque, “sin ayuda de Nación”, no podía moverse de un irrisorio porcentaje de más de un dígito. Trasladó la presión.
“Primero que hagan la oferta, después saben dónde ir a pedir”, dijo el ministro de Educación nacional, Alberto Sileoni. Demostró sin tapujos por dónde se había encabronado la cosa. En Provincia, dispuestos siempre a recomponer, respondieron rápido con otro llamado a los gremios.

Más allá de la solución económica, luego se deberán resolver asuntos políticos. En la Rosada apuntan los cañones a los responsables de la estrategia detrás del Gobernador. Y parecen centrar las miradas en el jefe de Gabinete, Alberto Pérez.
Fue, sin duda, quien instaló el tema desde principios de año en notas periodísticas, y quien profundizó el reclamo con la carta enviada a Julián Domínguez, por la cual pedía al presidente de la Cámara de Diputados la apertura de la discusión por el reparto de los recursos coparticipables.
La intención era comprometerlo, por lo menos, a que abriera una negociación para recomponer el monto que le correspondería a la Provincia por el Fondo del Conurbano, unos diez mil millones de pesos, justo para cubrir el déficit.

Las respuestas a Pérez no se hicieron esperar, y en la última semana, en algunos despachos nacionales, se hablaba de un pedido de la Presidenta a Scioli para que sacara del gabinete a su ejecutor po-lítico. En la Gobernación niegan que esto vaya a suceder. Los antecedentes con otros ministros, como Ricardo Casal (cuya cabeza fue pedida varias veces desde Nación), avalan esa negativa. “Ellos no quieren a nadie que esté cerca de Daniel”, se quejó un funcionario provincial, e hizo caso omiso de las especulaciones.

“Nosotros no nos queremos pelear; los que hablan de 2015 son ellos, no nosotros”, es una frase muy escuchada en los pasillos de la Gobernación. De mínima, Scioli pretende el reparo financiero que le permita gobernar sin los sobresaltos de 2012. Después quisiera tener voz y voto en la mesa donde se decidirán las listas provinciales, un deseo cuyo desvanecimiento es directamente proporcional a las urgencias financieras. Y por último, que no lo lleven al terreno de renunciar públicamente a sus aspiraciones futuras.

Contrariamente, el kirchnerismo pone este último ítem por encima. La orden directamente emanada de la Presidenta a sus dos hombres de máxima confianza (Carlos Zannini y Oscar Parrilli), y transmitida a la primera línea del Ejecutivo y Legislativo nacional, es “debemos instalar la re-re para que sea realidad y no para que sirva sólo como sostenimiento de los dos últimos años de gobierno”.

Quieren que Scioli reconozca públicamente a Cristina como la única conductora, y “que hable más del modelo y no opere con Clarín”, según dijo a La Tecla una fuente K. “Que se declare kirchnerista confeso y deponga todas las armas”, aseguró otro operador en un despacho de la Legislatura. El objetivo de máxima es llevar al Gobenador a ser el primer militante por la rere. El bonaerense no lo hará. “Scioli no va a hablar de la re-re si no habla Cristina”, dicen, tajantemente, cerca del mandatario.

Así las cosas, y con el tiempo de descuento ya iniciado, la solución es difícil, y el futuro político de las dos vertientes confluyentes en el mismo espacio dependerá de las necesidades de uno y otro, aunque esas necesidades sean de distinta naturaleza.

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