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martes, 8 de julio de 2025

Por qué está cayendo la coparticipación en los municipios bonaerenses y qué tiene que ver el ajuste de Milei

Mientras el gobierno nacional celebra su superávit, en el corto

 plazo los Municipios deben elegir si pagan sueldos o si mantienen 

abiertos los servicios esenciales.

Cuando un municipio no puede comprar medicamentos, postergar 

un arreglo de calles o dejar sin cubrir un servicio esencial, muchas

 veces la explicación está en una palabra poco conocida pero funda

mental: coparticipación.

¿QUÉ ES LA COPARTICIPACIÓN?

Es el mecanismo por el cual la Nación reparte parte de lo que recauda

 en impuestos entre las provincias, y a su vez la Provincia de Buenos

 Aires transfiere una parte a los 135 municipios. Se trata de la principal

 fuente de ingresos para la gran mayoría de los distritos bonaerenses.

Los fondos salen, en su mayoría, de tributos como el IVA, Ganancias y 

el Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios, que recauda la AFIP y

 luego reparte. La provincia de Buenos Aires recibe cerca del 22% de

 esa torta nacional, y de lo que recibe, aproximadamente un 16% se redis

tribuye a los municipios.

¿CÓMO SE CALCULA CUÁNTO RECIBE CADA MUNICIPIO?

El reparto se hace a través del Código Único de Distribución (CUD). 

Este índice se calcula anualmente y pondera variables como:

Cantidad de población (35%)

Servicios de salud pública brindados (37%)

Infraestructura educativa y social

Extensión territorial

Recaudación propia

En resumen: municipios con hospitales, centros de salud, mayor po

blación y buen desempeño administrativo, reciben más.

¿QUÉ ESTÁ PASANDO AHORA?

En el último mes, los municipios de la provincia de Buenos Aires 

sufrieron una caída histórica del 12,3% en términos reales (ajusta

da por inflación) en la coparticipación. La cifra representa millones 

de pesos menos que deberían haberse destinado a pagos de sala

rios, ambulancias, comedores, obras barriales o subsidios sociales.

Pero los efectos ya no son teóricos: en Villa Gesell la crisis obligó

 a declarar la emergencia económica. Desde la gestión del intenden

te Gustavo Barrera confirmaron que este mes solo podrán pagar en

 tiempo y forma a los empleados municipales, dejando sin fecha de 

cobro definida a funcionarios con cargos políticos y a todo el perso

nal del Concejo Deliberante.

El interrogante es claro: ¿qué pasará con esos trabajadores? ¿Cuánto

 falta para que otras comunas enfrenten situaciones similares?

¿POR QUÉ CAYÓ TANTO LA COPARTICIPACIÓN?

La respuesta no es técnica: es política y está directamente relacionada 

con el modelo económico de Javier Milei.

Desde su asunción, el gobierno nacional aplicó un plan de ajuste fiscal

 sin precedentes, con recortes en obra pública, jubilaciones, asistencia 

social y transferencias automáticas a provincias. La recesión inducida, 

con caída del consumo y de la actividad económica, desplomó la recau

dación de los impuestos coparticipables.

Menos consumo = menos IVA. Menos actividad = menos Ganancias.

 Menos recaudación = menos coparticipación.

El ajuste no es solo un Excel en Balcarce 50. Es una bomba de tiempo 

en cada municipio, donde se gestiona lo urgente: salud, limpieza, segu

ridad, asistencia, sueldos. Y ahora, con menos plata.

¿ES LA PRIMERA VEZ QUE PASA?

No. Pero la magnitud y velocidad del ajuste actual no tiene anteceden

tes desde el retorno democrático. Según datos del propio Ministerio 

de Economía bonaerense, la Provincia dejó de percibir más de

 $140.000 millones en un solo mes por la caída de transferencias nacio

nales automáticas.

Este modelo traslada el déficit nacional a las provincias y a los munici

pios, que no pueden emitir moneda ni endeudarse como la Nación. Por 

eso el ajuste se siente en lo más cotidiano: falta de personal en los

 CAPS, subsidios de transporte en riesgo, suspensión de obras, cor

tes en entregas de alimentos y demora en pagos a proveedores locales.

En las últimas cuatro décadas de democracia argentina solo hubo una 

ocasión en que los municipios padecieron una caída de ingresos simila

res —e incluso más profundas— que las que se viven ahora: la crisis

 de 2001–2002.

La diferencia es que hoy, aunque los episodios son graves, todavía no 

se han consolidado en una crisis económica y social de esa magnitud.

 Si el ciclo recesivo se profundiza, podríamos estar ante un escenario 

más peligroso que el de hace dos décadas. La crisis actual todavía no 

tiene la violencia social de 2001, pero es más peligrosa porque está

 planificada, desregulada, sin red de contención y con un Estado que

 en vez de contener, deserta. El gobierno de Javier Milei no busca evitar 

el colapso del Estadolo promueve como parte de su doctrina “anarco

capitalista”. Así, el ajuste no frena con el sufrimiento social, sino que 

lo considera un daño colateral aceptable o incluso necesario.

¿POR QUÉ TODO ESTO IMPORTA?

Porque golpea directo a la vida de los trabajadores, de las familias, de quie

nes esperan una respuesta del Estado local. Mientras el gobierno nacional 

celebra su superávit, los intendentes deben elegir si pagan sueldos o si 

mantienen abiertos los servicios esenciales.

La coparticipación no es una discusión de contadores ni de tecnócratas.

 Es una red de sostenimiento comunitario que, si se rompe, la sufre 

cada vecino.

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