El de la inflación es un “fenómeno problemático”, no reconocido por el oficialismo. “El sistema tributario es sustancialmente igual al que heredamos de la caída de la Convertibilidad.” Los avances económicos e inclusivos del ciclo kirchnerista son innegables, pero “sería de esperar que las tasas de utilidades se estabilizaran en niveles más bajos, que las mejoras de la productividad que la economía pueda seguir alcanzando se transfieran en una parte importante a los trabajadores”. Estas definiciones corresponden al economista Jorge Gaggero, especialista en políticas tributarias, y fueron formuladas en una entrevista que concedió al programa
Hoy más que nunca, que se emite por Radio Nacional. Cuando se lo consultó sobre la alusión de la Presidenta en su discurso del jueves pasado acerca del crecimiento del Merval, Gaggero dijo:
–Es la consecuencia positiva de la política económica que se emprendió en los últimos diez años, que apuntó al crecimiento sustancialmente. Esa política fue exitosa en obtener crecimiento, y esto resultó en mayor actividad, mayor ocupación, más altos salarios, y muy altas utilidades para las empresas. Y esto es lo que hizo posible el pago de la deuda, el desendeudamiento tan importante, tan central, que se ha podido alcanzar en este mismo período. Pero pensando en el mediano y largo plazo y en la estabilidad necesaria de la economía, sería de esperar que las tasas de utilidades se estabilizaran en niveles más bajos, que las mejoras de la productividad que la economía pueda seguir alcanzando se transfieran en una parte importante a los trabajadores, y que la ocupación fuera evolucionando hacia actividades de mayor valor agregado. Necesitamos actividades más calificadas, con más contenido de tecnología, de conocimiento. De modo que la economía pueda diversificarse y apoyarse en actividades más productivas, que multipliquen las exportaciones y las ofertas de productos locales, permitiendo ampliar la sustitución de importaciones.
–La Presidenta dice que está orgullosa de que en Argentina se tienen los mejores salarios de Latinoamérica, y uno podrá preguntar “Bueno, cómo se miden, en función de qué coeficientes se miden para tener esa certeza”. En Argentina, ¿la distribución de la renta ha avanzado en la misma dirección que este crecimiento del salario de los trabajadores? Es decir, ¿lo que ella dice sobre las ganancias exorbitantes que tienen los sectores más concentrados de la economía es un dato positivo o es un dato tremendamente negativo?–Si vemos la cuestión desde el punto de vista de la distribución de los ingresos antes de la acción fiscal, antes del efecto positivo que resulta de la aplicación del gasto público, en todo este período ha habido una mejora, pero leve. De ninguna manera proporcional a los enormes avances que ha hecho la actividad en la Argentina. La igualdad se mide con lo que se llama el índice de Gini, que es un coeficiente que va de cero a uno, y que supone que en cero hay igualdad absoluta, todos ganan lo mismo, mientras que 1 es desigualdad absoluta, toda la plata está en manos de una persona, el resto no tiene nada. Argentina, diez años atrás, estaba en el pelotón de América latina, 0,50, 0,51, en el medio de esa tabla, lo que supone fuerte desigualdad relativa. Por algo Latinoamérica es conocida como el continente más desigual en el mundo desde hace largos años. Y bueno, el 0,51, en una medición que hemos hecho nosotros para el año 2010, se transformó en 0,48. O sea, ha habido una mejora, pero leve. Para dar una idea, Japón está en el orden de 0,35. Los países europeos, están en el 0,40, un poco por arriba.
–Usted hacía una disquisición, hablaba de la distribución “antes de tributar” y dijo que se produjo una levísima mejora. En Argentina hay un impuesto que no es progresivo, acá se paga el 35 por ciento de Ganancias y punto. Se trate de un quiosquero o del mayor accionista de una multinacional… –Bueno, yendo a esta segunda cuestión de la distribución, que es la que resulta de la acción fiscal para corregir esa mala asignación que el mercado hace en casi todos lados, el sistema tributario argentino es muy limitado. Todavía es sustancialmente igual, salvo las retenciones a las exportaciones, salvo la mejora que ha producido la recaudación de ganancias, derivada de estas utilidades que la Presidenta mencionó. Salvo eso, el sistema tributario es sustancialmente igual al que heredamos de la caída de la Convertibilidad. Un sistema muy regresivo, resultado de la descomposición económica, social y fiscal de 30 años producida en el período 1975-2002. En estos diez años ha logrado levantar sustancialmente su presión sobre la economía, la recaudación se ha elevado mucho, 12 puntos del PBI, eso es mucho, nos hemos acercado a Brasil en presión tributaria. Pero la estructura del sistema, el modo en que se recauda y el tipo de impuestos que se colectan, es muy regresiva. Descansa mucho en los impuestos al consumo y muy poco en los impuestos sobre los ingresos y los patrimonios, que son los que verdaderamente redistribuyen y que son los que pagan los ricos.
–Usted hacía una consideración respecto de que estamos viviendo una situación de inflación mayor a la que se esperaba. Muchos economistas neoliberales, muchos opositores, dicen “lo que pasa es que, desde que reformaron la carta orgánica del Banco Central, empezaron a darle a la maquinita, hay una cantidad de circulante que está presionando para la inflación”. Le pregunto, además de una puja distributiva, ¿puede haber un componente de emisión monetaria en un momento de una fuerte retracción o caída significativa del crecimiento del PBI? ¿Puede haber un componente que tenga que ver con que hay más circulante en el mercado de lo que correspondería?–Por el momento no hay indicios de que haya una emisión sustancialmente mayor a la demanda de dinero que la sociedad expresa. Sí, evidentemente, hay una represión de la voluntad, de parte del mercado, de apropiarse de dólares para acumular en divisa fuerte. Eso sí existe como consecuencia de los controles en el sector externo. Ahora, considerando el fenómeno de la inflación, la inflación en la Argentina, como en casi todos lados, es multicausal. Hay un componente muy importante que es la presión por los ingresos, está claro. Pero también hay, variando según el momento, componentes de distintos tipos. Por ejemplo, como causa usual, incoherencias en la política fiscal, problemas en la política monetaria y la cambiaria, déficit en la política de ingresos. La inflación es multicausal y en Argentina tenemos un déficit de política, no se la está atacando, a mi juicio, debidamente, atendiendo a su multicausalidad, que supone políticas que coordinen cantidad de instrumentos, y que supongan una eficaz interacción y trabajo conjunto del área del Ministerio de Economía con el Banco Central. Esto último no está ocurriendo desde hace largo tiempo y me parece que es una de las causas del proceso inflacionario. Si, en primer lugar, se aceptara el fenómeno como problemático y como serio, acá…
–La palabra inflación está fuera del vocabulario de todos los que intervienen, sea desde el área tributaria, desde el Banco Central, de Economía, sea desde el área que sea… La palabra inflación no se menciona. –Es así, y es lo más terrible que está pasando. Lo tengo que decir con total sinceridad y preocupación. Espero que haya un cambio de política en este punto, que el Ministerio de Economía, como responsable principal de las políticas que tienen que ver con esto, gane peso relativo, espaldas y voluntad de coordinación, insisto, con el Banco Central, para encarar un proceso que, si se hace bien y con voluntad, en tres o cuatro años obtendría resultados importantes, podría llevar a una inflación por debajo del 10%. Sería otro mundo, un mejor mundo.