Ofuscado por no formar parte de ninguna lista, el presidente provisional del Senado no ocultó su fastidio y alteró al bloque K. Las posiciones de Césa Gioja y Nicolás Fernández, otros desplazados de peso. Los aliados, otra vez la clave.
Una reunión informal previa a la sesión de la semana pasada entre algunos senadores kirchneristas alcanzó para que José Pampuro dejara claro su fastidio por no haber sido incluido en ninguna lista oficialista. Poco después lo hizo más manifiesto ausentándose de la sesión. La escena fue vista por varios senadores con varios años de mandato que así detectaron lo abrupto del reciente cierre de listas. Un dato aturde a todos los oficialistas del Senado: Nicolás Fernández, histórica mano derecha de Cristina Kirchner, se habría enterado a último momento que no podría retener su banca. Su destino sería el Ejecutivo, sólo que esta vez no podría optar.
Sin destino quedó el misionero Luis Viana, jefe del PJ de su provincia, donde se anotó a una pelea desigual con el radical K Maurice Closs e intentó sin éxito ser también candidato a senador.
El amparo de Juan Carlos "Chueco" Mazzón no le alcanzó para conseguirlo y el diputado Juan Manuel Irrazabal fue finalmente el primer candidato de la colectora PJ.
El acuerdo, cerrado e la Rosada a expensas del "Chueco", contempló la segura reelección de la diputada Julia Perié, invitada a varios viajes oficiales con Cristina Kirchner. A Viana, por ahora, nadie le ofreció nada para calmarlo.
El otro sin banca es el sanjuanino César Gioja, rezagado tras la pelea que tuvo con su hermano José Luis, por rechazar una reforma constitucional para que intente su segunda reelección. Si bien se especula que será contenido por el Gobierno, su situación es una incógnita.
Pero el malestar de Pampuro caló hondo no sólo por tratarse del vicepresidente primero de la Cámara sino que fue, desde ese cargo, uno de los artífices de que el año pasado el bloque K no quedara con menos integrantes. Las invitaciones a todos los actos de la Casa Rosada no alcanzaron para calmarlo.
El problema más grande que tendrá Miguel Pichetto para reunir a su tropa, que desde diciembre venía mostrándose sumamente unificada, es que también deberá lidiar el control de sus aliados.
Los dos fueguinos José Martínez y María Cristina Díaz, ex aliados de Fabiana Ríos, son monitoreados de cerca por la Casa Rosada. Horacio Lores (Neuquén), María José Bongiorno (Río Negro) y Roxana Latorre (Santa Fe) se mantienen obedientes.
Pero poco se podrá contar por fuera de ello. Sobre todo porque Carlos Verna y su aliada María de los Ángeles Higonet, que amagaban de a ratos con apoyar en alguna ley, estarán definitivamente del otro lado.
La incertidumbre por el futuro del bloque quedó a las claras con la actitud de Pichetto en la última sesión: sólo se mantuvo a la defensiva, aún cuando la oposición viene mostrando una disgregación que le permitió ganar muchas votaciones.
Ahora la sesión de la semana que viene se pasó para el 27, entre otras cosas por pedido del oficialismo. El kirchnerismo deberá, ese día, frenar dos proyectos de la UCR para trasparentar el manejo de las obras sociales sindicales. Y tiene que contar los votos para lograrlo.