Israel advierte que atacará objetivos nucleares iraníes. En Teherán amenazan con “borrarlos del mapa”. El mundo mira con terror la posibilidad de un conflicto atómico en Medio Oriente.
Armado. El presidente iraní Mahmud Ahmadinejad, en un desfile militar en Teherán.
La peor amenaza en el lugar más incomodo. Así podría traducirse la escalada verbal que se dio entre el gobierno de Israel y el presidente iraní Mahmud Ahmadinejad y que en una y otra oración se repite la temible posibilidad de que el ataque sea, esta vez, nuclear.
El detonante fue la denuncia norteamericana de un frustrado atentado iraní contra la sede diplomática de Arabia Saudita en Washington. Pero podría haber sido cualquier otra cosa. El escenario post Naciones Unidas con los durísimos discursos del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas, y las reiteradas provocaciones del líder iraní recordaron al mundo que Medio Oriente sigue siendo un escenario caliente. Y que la amenaza nuclear perturba el sueño de los líderes de la zona.
La publicación del informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica en lugar de descomprimir la situación provocó las más virulentas reacciones por parte del gobierno iraní que está convencido de que se trata de un instrumento más de presión de las potencias occidentales aliadas con Israel.
“El centro nuclear israelí de Dimona es el sitio más accesible al cual podemos apuntar y tenemos capacidades aún más importantes. Ante la menor acción de Israel, veremos su destrucción”, declaró sin espacio para eufemismos el general Masud Jazayeri, jefe del estado mayor conjunto de las fuerzas armadas de Irán. El presidente Ahmadinejad respaldó sus palabras con contundencia: “No retrocederemos ni un ápice en nuestro programa nuclear”, aseguró.
Por su parte, el gobierno de Netanyahu instruyó a sus ministros para que no respondieran. Sin dudar del progresivo avance iraní en el desarrollo de armamento nuclear que sindica el informe de la AIEA, esperan lograr adhesiones de la comunidad internacional a la hora de dar una respuesta firme al peligro que representa la nuclearización iraní. En parte con este objetivo en mente, llegó a Buenos Aires uno de los hombres clave del gabinete de Netanyahu que además de ejercer el rol de viceprimer ministro, está al frente del Ministerio de Inteligencia y Energía Atómica, Dan Meridor. El hombre, justamente por estar al frente de una de las carteras más sensibles del gobierno en un momento considerado clave en el reordenamiento de las potencias en torno al tema nuclear, es hoy uno de los pocos interlocutores válidos con información y autorización para hablar del tema. Y para responder la pregunta que inquieta a la civilización entera: cuán cerca nos encontramos de un conflicto armado entre Israel e Irán. Un conflicto cuyas posibilidades de que se utilice armamento nuclear parecen ser cada vez más altas.
“El intento de Irán de convertirse en un país bélico nuclear fue comprobado por la agencia de Viena. Si Irán se convierte en eso, va a cambiar el mundo. La mayoría de los países árabes le piden al mundo que detenga esto. Un régimen como Irán con extremismo religioso fanático y con armamento nuclear no se puede permitir. Lo que hay hasta ahora es un régimen de sanciones que puede implementarse por las Naciones Unidas y que puede ser continuado y reforzado. Estados Unidos y otros países están conduciendo estos esfuerzos y si se hace seriamente y con determinación y persistencia puede hacer efecto”, señaló en Buenos Aires el funcionario israelí.
Meridor, en nombre de su gobierno, no sólo avala el informe de la AIEA sino que parte de su trabajo consiste en convencer al mundo de su verosimilitud y, por ende, de la envergadura de la amenaza que representa un Irán nuclear: “La AIEA no es una organización que pertenezca a Estados Unidos o a Occidente, es internacional, es de las Naciones Unidas. Y estudia evidencias que fueron entregadas por más de 10 países y si se lee el informe uno se da cuenta de que es muy cauto y se ve que Irán está desarrollando armamento nuclear. Si no queremos ver un incremento nuclear en la región, hay que frenar a Irán. La AIEA es un organismo internacional con alta credibilidad y no debe haber dudas al respecto”.
El impacto que podría tener la nuclearización iraní en los grupos radicalizados como Hamas y Hezbollah funcionan como otra de las alertas que Meridor hace públicas en su visita a México primero y a la Argentina después.
“Hay una gran lucha en el mudo árabe entre los más moderados y los más extremistas, o si prefiere entre los movimientos nacionales y los movimientos religiosos. Irán, Hezbollah y Hamas son el extremo, y la OLP, Egipto y Jordania son los moderados, Una victoria de Irán es una victoria de Hamas, lo que quiere decir que Israel no debe existir porque esa es palabra de Dios, no es política, está contra la religión. El elemento religioso fue introducido en este conflicto por Irán, Hamas y Hezbollah, nunca fue un conflicto entre nosotros y los árabes. Era nacional y podíamos resolverlo, como lo hicimos con Egipto y Jordania, y podíamos resolverlo con los palestinos. Pero desde el momento en que es un mandamiento de Dios no hay un compromiso. Este es el peligro del desarrollo de la política exterior de Irán, la exportación de la revolución y el decir que Israel no debería existir por la ley de la religión. Por el bien de la paz y de los regímenes moderados, es importante que Irán no sea el poder dominante en Medio Oriente.”
La falta de información en la zona acerca del verdadero poder nuclear de los dos países que podrían enfrentarse sólo genera más temor y suspicacias. Israel ha mantenido históricamente la política de la ambigüedad acerca del armamento nuclear. Nunca hicieron público poseerlo. Y tampoco jamás lo desmintieron. Sí se mantuvieron en la aseveración de reiterar que no serán el primer país en introducir un ataque nuclear en la región. Pero no dejan margen de dudas acerca de la respuesta. Por su parte, la estrategia iraní parece centrada en desacreditar el informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, insistir en los fines del objetivo pacífico de su programa atómico y en condicionar próximas inspecciones de organismos internacionales al levantamiento de las sanciones aplicadas a su país. Y en sindicar a Estados Unidos como uno de los responsables en caso de que Israel llevara adelante cualquier acción bélica. “No necesito armas atómicas para mantener a Estados Unidos lejos de nuestras riquezas. Si Washington concreta sus amenazas militares tendrá una respuesta aplastante y se arrepentirá”, declaró Mahmud Ahmadinejad. “Los países que producen y acumulan bombas atómicas son los peligrosos y no la República Islámica de Irán”, agregó.
Mientras tanto, en la cumbre del G.20, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el francés, Nicolas Sarkozy, acordaron la necesidad de mantener la presión sobre Irán por su programa nuclear. En declaraciones públicas ambos mandatarios se refirieron a la necesidad de esperar el informe de la AIEA que entonces no había sido publicado. Ya con el paper el la mano, deberán decidir si le dan crédito al trabajo tal como pide Israel y que sea tomado en cuenta para actuar en función de la real amenaza que representa la nuclearización iraní. O si, como insiste Irán, sólo se trata de un instrumento del sionismo internacional para boicotearlos.
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