PorEn medio de tensiones por los cargos en Diputados, hubo reuniones y llamadas para llegar a una tregua interna. La foto de unidad de los legisladores del PRO. Una frustrada gestión de Diego Santilli con Elisa Carrió. El rol de Carolina LosadaHoracio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich desayunaron el jueves pasado y pactaron una tregua interna ¿El triunfo electoral fue una maldición para Juntos por el Cambio? En lugar
de aprovechar la victoria para consolidar la unidad, recrudecieron las peleas,
los tironeos por los cargos y los codazos para imponer los proyectos per
sonales. Más allá del patético cuadro que le ofrece a la sociedad, con urgen
cias muy lejanas a las internas políticas, la dirigencia opositora parece de
cidida a seguir exhibiendo de manera impúdica sus diferencias, sin pensar
en que así sólo corroe el tablero instalado para soñar con un regreso al
poder en 2023.
Si los traspiés del Frente de Todos fueron la mejor campaña electoral para
JxC, el carnaval de rispideces opositoras es celebrado por el oficialismo:
confirma la tesis de Victoria Tolosa Paz de que se puede “perder ganando”.
Quizá por eso este lunes, a las 16, los máximos líderes del PRO escenifica
rán una tregua interna para mantener una reunión con todos sus legisla
dores, los actuales, los salientes y los que asumirán el 10 de diciembre.
Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, más los jefes
de los bloques de diputados, Cristian Ritondo, y de senadores, Humberto Schiavoni, unificarán sus posturas para dar un mensaje hacia la estrategia
futura.
Claro que llegarán a este encuentro, que se realizará en un salón de even
tos de Vicente López, luego de que, una semana después de las eleccio
nes legislativas, Bullrich intentó una jugada en el bloque de diputados del
PRO para poner en jaque la continuidad de Ritondo y reclamar un cambio
del “perfil político” de la bancada. Se frustró porque el titular del bloque con
siguió más apoyos, incluso de diputados electos que están alineados con
Mauricio Macri como Hernán Lombardi. La presidenta del PRO terminó
anunciando su apoyo a Ritondo. Su mano derecha, Gerardo Milman, que será
su principal referente parlamentario en la nueva Cámara Baja, había convo
cado a los diputados a una reunión en nombre de su jefa política, pero sin
el aval del jefe del bloque.
¿Pareció rara esa movida en una fuerza política que había ganado los comicios?
Más extraño fue lo que sucedió días después, cuando Elisa Carrió invitó a
todos los socios opositores a celebrar los 20 años de la Coalición Cívica y les dio
una bienvenida llena de críticas feroces a muchos de ellos, desde su “amigo”
Rodríguez Larreta hasta el radicalismo de Martín Lousteau y Enrique “Coti”
Nosiglia, pasando por Ritondo. Muchos de los presentes en el acto lamentaron
que la ex diputada hubiera desaprovechado esa tribuna para profundizar los
cuestionamientos contra Cristina Kirchner, quien 24 horas antes fue sobreseída
en las causas Hotesur y Los Sauces. En lugar de eso, “Lilita” les apuntó a los pro
pios y dejó un tendal de heridos que puso en estado de shock a Juntos por el
Cambio.
Del mismo grado de virulencia es el enfrentamiento poselectoral en la UCR
para definir las conducciones de los bloques parlamentarios. El jefe de la ban
cada, Mario Negri, quiere seguir en el puesto y contaría con el apoyo de la
mayoría (más de 23 de los 45 diputados, aseguran), mientras es cuestionado
por el sector de Lousteau y Emiliano Yacobitti, que le recuerdan que perdió las
PASO en Córdoba y buscan extender su fuerza con la bandera de la renova
ción partidaria. Los antinegristas están a un paso de formar una bancada
propia, que con algunos aliados alcanzaría los 20 diputados. Si se concreta, Jun
tos por el Cambio se dividirá en siete bloques en la Cámara Baja.
La pelea es irreversible. Este lunes por la tarde se definirán los jefes de cada
bloque de JxC, antes de que el martes se realice la sesión preparatoria en Dipu
tados para que asuman los nuevos legisladores y se elijan las autoridades de la
Cámara, pero para que no crezcan las rispideces resolvieron postergar para
febrero la elección del presidente del interbloque de la coalición, otro cargo
en litigio. El único alivio provino de un gesto de desprendimiento personal: el
diputado del PRO Álvaro González, una de las espadas del larretismo, desistió
de la posibilidad de volver a convertirse en vicepresidente primero de Diputa
dos para dejar que ese puesto siga en manos de su colega mendocino Omar de
Marchi. Una señal en favor del equilibrio interno partidario (Ritondo es del
sector de las “palomas” y De Marchi, identificado con un “halcón” como Macri) y,
además, de la representación del interior.
Donde el panorama tiene el color del desencuentro es en el Senado: el PRO con
firmó la continuidad de Schiavoni como jefe del bloque, pero en la UCR habrá
movimientos que sonarán sugestivos al calor de la interna. Se ratificará al
formoseño Luis Naidenoff como titular de la bancada radical y todo indica
que la senadora electa Carolina Losada, de Santa Fe, tendría la mayoría de res
paldos para convertirse en vicepresidenta primera de la Cámara Alta. Ese puesto
lo ocupa hoy Lousteau. Algunos lo mencionan como una derrota política del
senador de Evolución y un triunfo del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.
Quienes conocen los entretelones aseguran que no es así: fue un pedido expre
so de los senadores electos santafecinos, Losada y Dionisio Scarpín, quienes
ganaron las elecciones con el 40,38% de los votos y devolvieron a la UCR un lugar competitivo para gobernar la provincia en 2023. La única duda es quién
será el jefe del interbloque de JxC: debería seguir Naidenoff, pero aspira a ese
puesto Alfredo Cornejo, senador electo de Mendoza que dejará la jefatura del
partido.
Ante tanta efervescencia radical, los líderes del PRO parecen hoy discípulos de
Mahatma Gandhi. Sobre todo luego de que la semana pasada se multiplicaron
los contactos personales y telefónicos para pactar una tregua interna. La ten
sión se había instalado cuando Bullrich, convencida de que gracias a ella se ga
naron las elecciones, declaró que existía una “expectativa mayor” en la elección
porteña, que era superar el 50% de los votos, y luego de que Macri dijo que “está
bueno que muchos curas quieran ser papas, pero sepan que van a tener que
competir”, algo que fue interpretado como una forma de ponerle límites a las
aspiraciones presidenciales de Rodríguez Larreta.
Luego de que Bullrich desactivó su jugada contra Ritondo, que terminó con una
foto de ambos para sellar la paz, el jefe de Gobierno buscó pacificar todos los
frentes internos. Tuvo una larga conversación telefónica el martes pasado con
Carrió, quien lo cuestionó en público por no haber “cuidado” a María Eugenia
Vidal en las elecciones y por la campaña “espantosa” que diseñó Fernando Stra
face en la Ciudad. Luego, estuvo con Macri. Más tarde, con Lousteau. El jueves
desayunó con Bullrich. Y el viernes pasado mantuvo una reunión de dos horas
con Cornejo.
La propuesta larretista en todos los encuentros fue bajar el tono de las peleas
y mostrarse unidos. La foto de unidad del PRO de este lunes graficará que
esa consigna tuvo consenso. Carrió parece repeler los pedidos de moderación:
dos días después del llamado del jefe de Gobierno se despachó de nuevo contra
el radical Facundo Manes, a quien consideró “amigo” de “la casta empresaria
que se hizo multimillonaria gracias a las coimas que pagó en el gobierno kirchne
rista”. Lo más curioso es que Santilli estuvo tres horas con la fundadora de la
Coalición Cívica en su chacra de Exaltación de la Cruz antes del acto en el que
criticó a todos. Y después incluso habló con ella por teléfono. Al diputado electo
de Juntos le quedó en claro que es muchísimo más sencillo el objetivo de
ganar las elecciones en la provincia de Buenos Aires que el de apaciguar
a Carrió.
Rodríguez Larreta puso en marcha una apuesta política audaz con la incorpo
ración de Jorge Macri como ministro de Gobierno de la Ciudad. No es un
dirigente afín, pero el alcalde porteño cumplió con la promesa que le había
hecho para que el intendente de Vicente López se bajara de la disputa bonae
rense con Santilli. Hay recelos de la vieja guardia larretista, que mira de reojo
a un dirigente de perfil alto y de diferencias indisimulables con su nuevo jefe
. Algunos creen que Larreta le pagó políticamente mejor que a aliados como
Vidal o el propio Santilli, a quienes les plantó en su gabinete un virtual com
petidor: el jefe comunal no descarta la candidatura a jefe de Gobierno porteño
o a gobernador bonaerense para 2023. Igual, no se la harán fácil a Jorge Macri,
como lo explicitó el intendente de Campana, Sebastián Abella, quien le reclamó
que renuncie a la jefatura partidaria bonaerense. “Tiene que entregar el par
tido porque ya no tiene más nada que ver con la Provincia. Así como no le
gustaba que Santilli cruce de Ciudad a Provincia, ahora es igual”, afirmó. Prevén
una oleada de pedidos similares.
Se insinúa un conflicto adicional en Juntos por el Cambio: los principales refe
rentes anticipan que debe producirse una recomposición de la Mesa Nacional
para adaptarla a la nueva etapa de la coalición, pero todavía no hablaron formal
mente del tema. Para algunos, la máxima estructura opositora debería incluir, co
mo en su origen, sólo a los jefes de los partidos, los gobernadores de esas
agrupaciones y los jefes de los bloques parlamentarios. Eso implicaría la sali
da de Vidal, quien se incorporó cuando era mandataria bonaerense y ahora será
diputada nacional, o los titulares de los partidos en la Provincia (Jorge Macri,
del PRO; Maximiliano Abad, de la UCR, y Andrés de Leo, de la Coalición Cívica),
que se sumaron antes de las PASO para apuntalar la estrategia en un distrito clave.
Hay consenso en que tendrían que formar parte de la conducción nacional los
dirigentes del interior que contribuyeron a la victoria en los últimos comicios.
La duda es el criterio para elegirlos: ¿deberían ser sólo los candidatos de los
tres principales partidos de la coalición? ¿Qué hacer con Luis Juez, ganador
inapelable de la banca de senador en Córdoba, pero que pertenece a un partido
provincial, el Frente Cívico? En contraposición, ¿hay que mantener a dirigentes
que perdieron las PASO o las elecciones generales y no tienen otro cargo? ¿Por
qué excluir a agrupaciones nacionales que se aliaron a JxC en algunos distritos,
como Confianza Pública, la Ucedé o el Socialismo? Si se amplía la Mesa Nacio
nal, ¿podrá funcionar un andamiaje con tantos integrantes?
Jorge Macri y Horacio Rodriguez Larreta Lo más sensato de las últimas horas lo aportó un aliado como Ricardo López
Murphy, diputado electo de Republicanos Unidos: “La unidad de la oposición
es decisiva para ofrecerle a la Argentina es una alternativa”, dijo el líder
liberal, para quien “la clave es que el candidato sea el programa”.
¿Y si la principal fuerza opositora intentara algo tan elemental como acordar re
glas de juego para la convivencia pacífica y para dirimir las diferencias?
Todos aseguran en privado que deben hacerlo. Todavía no lo intentaron. Jorge
Macri propuso ante Infobae un acuerdo para no hablar de candidaturas hasta
dentro de un año. ¿Y si no dicen una palabra sobre las candidaturas, pero
actúan como si estuvieran ya en campaña para 2023? Es todo un dilema.
Una paradoja de este momento tormentoso de Juntos por el Cambio: estaba
prevista para este lunes una reunión de la Mesa Nacional para empezar a dis
cutir este tema, pero el radicalismo pidió suspenderla debido a sus disputas
internas y ahora planean concretarla recién después del 10 de diciembre.
Curiosamente, nadie menciona el día 13, que cae lunes y es cuando general
mente tienen lugar estos encuentros. Quizá sea porque en la coalición oposi
tora debe haber muchos supersticiosos y no quieren arriesgarse a la mala
fama del número 13. Ya bastante cargan con la maldición de haber gana
do las elecciones y pelearse como si hubieran perdido.
FUENTE INFOBAE