* Por Julio Burdman
Carlos Reutemann no se vale de la retórica ni del rumor para operar en política. Se lo analiza a partir de los hechos. Y los hechos, en su caso, muestran un acercamiento al gobierno nacional en los últimos 9 meses, tras la ruptura producida al fragor de la crisis del campo. ¿Será el candidato a Vicepresidente de Cristina Kirchner? .
Los hechos son los siguientes. Lo primero fue su decisión de abandonar la mesa del Peronismo Federal, anunciada en noviembre del año pasado. Fue el principio del fin de un proyecto que nunca terminó de arrancar. Lo segundo fueron las gestiones que llevó a cabo en pos de la reunificación del justicialismo santafesino, concretada en febrero de este año, que permitió que se llevase adelante la primaria del 22 de mayo de la que Agustín Rossi salió victorioso. Mientras tanto, está en marcha un tercer proceso que, de concretarse, cristalizaría una alianza política entre el santafesino y la Presidenta: la posibilidad de que un hombre muy cercano al Lole ingrese al gabinete nacional.
Una candidatura de Reutemann sería conveniente para la coalición oficialista. Estaría en sintonía con lo decidido por los Kirchner en sus dos elecciones previas: incorporar a un "moderado" (Scioli en 2003, Cobos en 2007) para alcanzar a un segmento más amplio de votantes. Los casos previos, es cierto, resultaron incómodos para los presidentes, que en nuestra joven tradición desconfían -y con razón- de la proyección de sus compañeros de fórmula. Pero Reutemann ya no es tan joven -cumplirá 70 el año entrante- y por ende está en la última etapa de su vida política. Si no acepta la Vicepresidencia, lo espera el retiro.
Desde Buenos Aires, el ala izquierda del kirchnerismo ve a Reutemann como un hombre de derecha, heredero del menemismo, y poco leal a la Presidenta. No es esa la opinión de Reutemann que se había formado Néstor Kirchner, quien lo respetaba. No es Reutemann un nostálgico de los 90: es un peronista de centro que basó su carrera política provincial en la obra pública, la alianza con los sindicatos y el voto de los sectores populares. Como el resto de los gobernadores peronistas, cultiva buenas relaciones con la Iglesia y el campo. Se negó en varias oportunidades a ser candidato, pero había un denominador común: en todas ellas, quienes lo convocaban le proponían una pelea difícil y sin el acompañamiento del conjunto del peronismo. No era para él. En 2011, enfrenta un escenario distinto.
Reutemann conviene al oficialismo por una razón adicional: de todos los nombres que se barajan, es el único que realmente arrima votos a Cristina Kirchner. Si hoy la Presidenta gana cómodamente, con Reutemann la fórmula rinde aún mejor. Y para el oficialismo, ganar cómodamente es necesario. La amenaza del pato rengo y la necesidad de construir su propia sucesión para garantizarse una gestión eficaz son escollos que se sortean más fácilmente si el triunfo electoral es categórico.
Carlos Reutemann no se vale de la retórica ni del rumor para operar en política. Se lo analiza a partir de los hechos. Y los hechos, en su caso, muestran un acercamiento al gobierno nacional en los últimos 9 meses, tras la ruptura producida al fragor de la crisis del campo. ¿Será el candidato a Vicepresidente de Cristina Kirchner? .
Los hechos son los siguientes. Lo primero fue su decisión de abandonar la mesa del Peronismo Federal, anunciada en noviembre del año pasado. Fue el principio del fin de un proyecto que nunca terminó de arrancar. Lo segundo fueron las gestiones que llevó a cabo en pos de la reunificación del justicialismo santafesino, concretada en febrero de este año, que permitió que se llevase adelante la primaria del 22 de mayo de la que Agustín Rossi salió victorioso. Mientras tanto, está en marcha un tercer proceso que, de concretarse, cristalizaría una alianza política entre el santafesino y la Presidenta: la posibilidad de que un hombre muy cercano al Lole ingrese al gabinete nacional.
Una candidatura de Reutemann sería conveniente para la coalición oficialista. Estaría en sintonía con lo decidido por los Kirchner en sus dos elecciones previas: incorporar a un "moderado" (Scioli en 2003, Cobos en 2007) para alcanzar a un segmento más amplio de votantes. Los casos previos, es cierto, resultaron incómodos para los presidentes, que en nuestra joven tradición desconfían -y con razón- de la proyección de sus compañeros de fórmula. Pero Reutemann ya no es tan joven -cumplirá 70 el año entrante- y por ende está en la última etapa de su vida política. Si no acepta la Vicepresidencia, lo espera el retiro.
Desde Buenos Aires, el ala izquierda del kirchnerismo ve a Reutemann como un hombre de derecha, heredero del menemismo, y poco leal a la Presidenta. No es esa la opinión de Reutemann que se había formado Néstor Kirchner, quien lo respetaba. No es Reutemann un nostálgico de los 90: es un peronista de centro que basó su carrera política provincial en la obra pública, la alianza con los sindicatos y el voto de los sectores populares. Como el resto de los gobernadores peronistas, cultiva buenas relaciones con la Iglesia y el campo. Se negó en varias oportunidades a ser candidato, pero había un denominador común: en todas ellas, quienes lo convocaban le proponían una pelea difícil y sin el acompañamiento del conjunto del peronismo. No era para él. En 2011, enfrenta un escenario distinto.
Reutemann conviene al oficialismo por una razón adicional: de todos los nombres que se barajan, es el único que realmente arrima votos a Cristina Kirchner. Si hoy la Presidenta gana cómodamente, con Reutemann la fórmula rinde aún mejor. Y para el oficialismo, ganar cómodamente es necesario. La amenaza del pato rengo y la necesidad de construir su propia sucesión para garantizarse una gestión eficaz son escollos que se sortean más fácilmente si el triunfo electoral es categórico.