El ministro pretende un nuevo aumento tarifario en el segundo
semestre y la salida del subsecretario Basualdo. ¿Qué puede pasar
con la economía según quién gane las legislativas?
Martín Guzmán se jugó mucho al buscar desplazar al subsecretario de
Energía Eléctrica, Federico Basualdo. La política tarifaria es hoy abso
lutamente central para evitar un descalabro que termine en un nuevo
pico de inflación y una estampida cambiaria antes de las elecciones
legislativas. Dejar las tarifas congeladas a lo largo del 2021 significaría
aumentar peligrosamente el déficit fiscal y por ende la necesidad de se
guir dándole a la “maquinita” de emitir pesos del Banco Central.
La luz de alarma se encendió con los últimos números fiscales. Si bien el
resultado del trimestre fue incluso bastante mejor que el del mismo pe
ríodo del año pasado, un rubro mostró un aumento desproporcionado.
Los subsidios económicos (es decir los que se dedican para mantener
congeladas las tarifas de luz, gas y transporte) subieron en marzo a
$ 55.000 millones, un aumento de 56% en relación al mismo del año pa
sado, 14 puntos por encima de la inflación acumulada en los últimos
doce meses.
En otras palabras, es altamente riesgoso dejar que los subsidios continúen aumentando al ritmo que lo habían hecho en los últimos meses. El des
borde monetario haría colapsar el plan de Guzmán, que básicamente con
siste en llegar a las elecciones sin un shock cambiario. Si bien el aumento
de tarifas le agregará algo de presión a la inflación, la emisión monetaria
producto de no hacer nada provocaría estragos en el objetivo de conse
guir un descenso gradual luego del pico de 4,8% de marzo.
Los subsidios para mantener las tarifas congeladas venían creciendo
a un ritmo mucho mayor que la inflación. Resulta insostenible mante
ner ese ritmo de gasto sin impactar en el dólar y la inflación
El Presupuesto 2021 estipula que los subsidios deben mantenerse
constantes en relación al año pasado, es decir 1,7% del PBI. Pero para
eso es imprescindible avanzar con fuertes ajustes que compensen los
aumentos de costos. El 9% de aumento que aprobó ayer el Ente Regu
lador de la Electricidad es el primer paso en esa dirección, que además
termina con un congelamiento que ya lleva dos años.
Sin embargo es una suba insuficiente. Por eso Guzmán ya le planteó al
Presidente que es “imprescindible” un segundo aumento de la misma
magnitud. El objetivo es además avanzar con una “tarifa segmentada”,
que le quite subsidios a los sectores que tienen mayor poder adquisiti
vo y mantenerlo para el que lo necesita. Esto sería posible en el marco
de una futura ley de “emergencia tarifaria” que está en pleno estudio
del equipo económico.
Inviable
En ese contexto, resultaba inviable la postura de Basualdo y otros
referentes de La Cámpora de mantener todo congelado o avanzar
con aumentos mínimos. Hoy los subsidios económicos representan
un volumen mensual que supera ampliamente lo que el Gobierno des
tinará para ayudar a los sectores más afectados por la pandemia.
Se trata de un verdadero sinsentido. Por un lado, las medidas para
disminuír la circulación y evitar la propagación del virus se definen
con extremo cuidado, con el argumento de la falta de recursos para
sostener a los sectores más afectados. Pero del otro lado los subsi
dios por el congelamiento tarifario crecen exponencialmente, quitan
do recursos a otros rubros, desde la ayuda por COVID-19 hasta obra
pública.
En el ministerio de Economía daban como renunciado a Federico
Basualdo, el subsecretario que venía resistiendo un ajuste tarifario.
Se trató de un pedido expreso de Martín Guzmán
La férrea resistencia al ajuste de subsidios por parte de Basualdo llevó
a Guzmán a pedirle la renuncia, acusándolo además de ser parte de los
“funcionarios que no funcionan”. En Economía daban como un hecho
que el subsecretario tiene las horas contadas en su puesto, aún cuando
se trata de un fiel ladero de Máximo Kirchner
El ministro hace varios meses que se viene mostrando como el más
“racional” dentro del Gabinete, sobre todo en materia de gasto. En
los últimos meses viene advirtiendo que hay solo dos maneras de
financiar el déficit: con endeudamiento o con emisión monetaria. Una
obviedad digna de alumno de secundario, pero todo un cable a tierra
para un Gobierno dominado por la ideología y los relatos, en particular
en materia económica.
La última semana mostró varios datos que podrían considerarse tran
quilizadores para lo que viene: por un lado está el aumento tarifario,
pero además el Gobierno optó por no ir a fondo con las medidas res
trictivas y descartó la vuelta de la Fase 1. El dólar libre pegó un fuerte
salto, pero luego el Central mostró poder de fuego para poder domina
rlo con venta de bonos. Y además terminó un mes en que el BCRA pu
do comprar arriba de USD 1.500 millones, aunque las reservas subieron
sólo la mitad de esa cifra.
Un impactante análisis efectuó el economista Fernando Marul. En
caso de una clara victoria oficialista en las elecciones, similar a la
del 2019, el riesgo país saltaría a 3000 puntos y sobrevendría una
nueva megadevaluación, que llevaría la brecha cambiaria al 150%
La inflación, sin embargo, continúa en valores altísimos. En abril s
se estima que cerró en alrededor de 3,7%, pero los alimentos siguen
aumentando a un ritmo del 5%. Las restricciones a las importaciones
, los problemas de oferta y la caída de la demanda de dinero en un
clima de incertidumbre provocan que los esfuerzos para bajar las
remarcaciones tengan resultados mediocres.
Con una economía que repuntará este año alrededor de 6% luego del
derrumbe del 2020 y una inflación en torno a 45%, la inquietud ya
pasa por lo que podría suceder “el día después” de las elecciones.
Causó impacto entre los inversores en las últimas horas un polé
mico análisis realizado por el economista Fernando Marul, el pri
mero que intenta determinar qué puede ocurrir con la economía
de acuerdo al resultado de las legislativas.
Según Marul, en caso de un resultado ajustado entre Frente de Todos
y Juntos por el Cambio, mantendría relativamente la situación actual,
es decir el riesgo país en 1.500 puntos, mientras que el PBI repuntaría
otro 2,5%. En cambio, otra victoria clara del oficialismo, similar a la
del 2019, tendría un durísimo impacto para la economía: en 2022 ha
bría una nueva recesión y el riesgo país se duplicaría, desde 1.500
puntos actuales a 3.000 puntos. Pero eso no es todo: según este
análisis una gran victoria oficialista desataría una nueva megadeva
luación y la brecha cambiaria aumentaría a 150%, provocando otro
tendal de desempleo y pobreza.