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lunes, 5 de diciembre de 2011

Aerolíneas y los jóvenes demonios estatistas por Martin Poustis

Cuando el peronismo llega al poder, como proyecto político que se proponía
construir una Argentina justa y soberana, estatiza una franja importante de
la economía, específicamente la relacionada con los recursos naturales y los
servicios públicos. Como parte de esta política económica, el Estado Nacional
conducido por Juan Domingo Perón, en marzo del año 1950 funda la empresa
estatal Aerolíneas Argentinas.
 


 Como antecedente inmediato, el gobierno peronista había resuelto unificar mediante
un decreto en el año 1949 a cuatro compañías mixtas preexistentes (El 51 por ciento

del capital era del Estado y el resto de empresas privadas).
 Cuatro décadas después, en pleno auge del neoliberalismo –como herramienta
para ajustar la economía a las nuevas condiciones del capitalismo globalizante-
el gobierno presidido por Carlos Menem termina de desmantelar al Estado Na-
cional en beneficio de los Grupos Económicos; este proceso había sido iniciado
durante la última dictadura cívico militar. En este marco, Aerolíneas Argentinas
es privatizada y con ella se acentúa el proceso de rifar nuestra soberanía.
 En el año 2008, el gobierno popular de Cristina Fernández de Kirchner toma la
decisión política, mediante ley, de recuperar Aerolíneas Argentinas a manos del
Estado Nacional, manteniendo un servicio y miles de puestos de trabajo. A partir
de ese momento, los grupos de poder –a través de su pata comunicacional y sus
voceros políticos de derecha a izquierda- han intentado una y otra vez demonizar
a dicha institución.
  
La estrategia de los Grupos de Poder
Con la re estatización de Aerolíneas, para los Grupos de Poder reapareció el fantas-
ma de un Gobierno que, fiel a las banderas del peronismo histórico, viene a poner
sectores estratégicos al servicio del Estado Nacional como garante de los intereses
del Pueblo. Temor potenciado luego de la última victoria electoral y la tan mentada
“profundización del proyecto”.
 A ello se le debe sumar el incentivo oficial, expresado explícitamente por Cristina
cada vez que puede, a la participación y el protagonismo juvenil.
No obstante, respecto a lo primero, si bien no es propósito de este análisis, hasta
el momento la palabra “estatizar” no parece formar parte de la agenda de profundi-
zación en “sintonía fina” de la Presidenta.
Como decíamos anteriormente, la contundente victoria electoral del 23 de octubre,
la cual significó una derrota para los grupos de poder mediáticos que por muchos
años acostumbraron a hegemonizar el sentido de los hechos, lejos de calmar los
ánimos, incrementó sus niveles de hostilidad tratando de instalar una agenda varia
da que genere un desgaste al gobierno recientemente reelecto: suba del dólar; recor-
te de subsidios como método de ajuste; y nuevamente… Aerolíneas Argentinas.
El dato es que hasta el momento estas maniobras mediáticas –más propias del país
virtual que del real- se sucedieron sin cumplir con su objetivo –o al menos de mane-
ra parcial-, esto es, generar un impacto negativo en la imagen presidencial.

Ahora bien, la estrategia de la ofensiva contra Aerolíneas Argentinas está montada
sobre dos grandes objetivos:
 Por un lado, instalar que el Estado no puede –ni debe- conducir áreas de la econo-
mía, en este caso un servicio público como Aerolíneas Argentinas, analizándola
como una empresa y no como una institución que debe cumplir un rol social. De
esta manera se trata de constituir cierto sentido privatizador, ya sea por si el Gobier-
no intenta avanzar recuperando soberanía nacional poniendo otra área en manos
del Estado, o simplemente por si en algún momento este proceso político es discon-
tinuado, lograr el consenso necesario para un proceso privatizador (no sólo con
Aerolíneas, sino también por ejemplo con los fondos que el Estado recuperó de las
AFJP).

Por otro lado, y en cierta complicidad implícita con los sectores más conservado-
res del kirchnerismo, demonizar al actor político de este tiempo, la juventud (repre-
sentada en el caso en cuestión por Mariano Recalde), y de este modo deslegitimar
su capacidad para ocupar espacios de conducción en el Estado.

línea de intervención política
 Debemos construir un relato político no acorde a los hechos coyunturales de super-
ficie mediante los cuales los Grupos de Poder atacan a Aerolíneas, sino, por el con-
trario, que sea la punta de lanza que llegue al fondo de la cuestión, esto es, que sirva
de contraofensiva frente a los dos objetivos mencionados anteriormente. Es por ello
que nuestra línea de intervención debe incluir necesariamente estos elementos:
 1)    El Estado Nacional debe representar los intereses del conjunto del Pueblo
Argentino. Es éste quien debe conducir áreas de la economía que considere estraté-
gicas. Un Estado consustanciado con los intereses nacionales y populares debe su-
bordinar la economía a la política y poner al capital al servicio del desarrollo nacional
para garantizar el bienestar social. Aerolíneas Argentinas es un servicio público y co-
mo tal no puede estar en manos de un conjunto de privados que busquen su renta-
bilidad, sino en manos de todos mediante la administración estatal. La prioridad de
ésta no es exhibir una balanza comercial que registre ganancias, sino si mantiene y
genera nuevos puestos de empleo dignos, desarrollo tecnológico, interconexión nacio-
nal y regional, incentivo de economías regionales, más turismo, etc.

2)    Los jóvenes se vuelcan masivamente a la participación política en la medida
que el kirchnerismo confronta con los Grupos de Poder. La militancia en general,
y la juventud específicamente, es garante de la profundización de este proceso po-
lítico hacia mayores niveles de justicia social, independencia económica y sobera-
nía política. Es por ello que mayor protagonismo en las decisiones de este actor
está íntimamente relacionado con avanzar en escenarios de disputa contra los Gru-
pos de Poder. Demonizar a la juventud para deslegitimar su capacidad de diseñar e
implementar políticas públicas significa un guiño a las estructuras liberales y a los
personajes tradicionales de la política e impedir el recambio generacional, pero
también condicionar la ofensiva popular mediante la descalificación del sujeto polí-
tico más dinámico de la etapa.
* Martin Poustis Conducción JP Descamisados. Partido de La Costa

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