Ayer, durante algunas horas, dio la impresión de que el horror había instalado su base de operaciones en Moreno: tres nenes aparecieron ahogados en la pileta de un club y, al rato, otro fue hallado decapitado y sin manos. Ninguno tenía más de 6 años. A la tarde se confirmó la sospecha de que la muerte de los tres primeros fue accidental (ver página 4), pero también quedó claro que al otro chiquito lo mataron de la peor forma, supuestamente por un ajuste de cuentas; otra vez. Es que es el hijo de 6 años de Domingo de Palma, el dueño de una grúa que fue asesinado de un balazo en la cabeza y descuartizado el sábado pasado, aparentemente por un negocio turbio que no salió bien o porque se quedó con algo de gente peligrosa. Esa, por lo menos, es la hipótesis oficial.
Al nene lo encontraron en un descampado de Moreno. Se llamaba Marcos y lo reconoció su hermanastra en la morgue judicial de General Rodríguez, por unas cicatrices que le dejó en el torso una quemadura con agua hirviendo que sufrió cuando tenía un año.
La autopsia determinó que murió por “pérdida brusca de sangre” hace tres días, por lo que se cree que fue asesinado en otro lugar y luego arrojado en la intersección de Del Cañón y Centenario de Moreno, a 300 metros del Camino de la Ribera y el río Reconquista.
El subsecretario de Política Criminal e Investigación Judicial bonaerense, César Albarracín, que estuvo en las dos terribles escenas, dijo acerca de ésta que, “por la manera en que apareció el cuerpo, se trata de un ajuste de cuentas mafioso”.
Según contó a la prensa un vecino que se identificó como Cristian (24), los restos de Marcos fueron hallados cerca de las 10 de la mañana por un perro que jugaba con unos chicos mientras remontaban un barrilete en el predio y olfateó una bolsa de residuos.
Según el muchacho, a través de ella se veían las piernas del pequeño, le faltaba la cabeza y tenía una remera roja rasgada. En un principio se creyó que parte del cuerpo estaba incinerado, pero luego se comprobó que sólo se había quemado la bolsa en la que estaba envuelto a raíz de un incendio de pastizales que hubo en el lugar en las últimas horas.
La Policía y el fiscal de Moreno Mariano Navarro confirmaron que el cuerpo estaba decapitado, que la cabeza no estaba en las cercanías del cuerpo y que le habían cortado las manos. En busca de esos restos, Policía Científica rastrilló todo el descampado con perros entrenados, aunque no encontraron nada.
Para un investigador, las amputaciones son “una clara señal de que los asesinos querían evitar la identificación del cadáver”, sin tener en cuenta que la víctima tenía cicatrices que la hermanastra pudo reconocer.
Para esclarecer el crimen de Marcos habrá que echar luz sobre el de su padre, Domingo de Palma (57), quien estaba desaparecido desde el 9 de julio y fue encontrado descuartizado el martes pasado, en otro descampado de Moreno.
Sus restos estaban cubiertos de cal y los peritos determinaron que había sido asesinado de un balazo en la cabeza, unas 72 horas antes del hallazgo, es decir, el sábado.
Los peritos lo identificaron gracias al sistema AFIS, la base de datos de improntas digitales de personas con antecedentes penales: De Palma había estado preso en 1989, en el marco de una causa por portación ilegal de arma de guerra, dijeron los informantes.
Luego, el fiscal Navarro estableció que en la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 4 del mismo Departamento Judicial, a cargo de su colega Gabriel Lorenzo, existía una denuncia por averiguación de paradero de De Palma.
Esa presentación había sido radicada el 9 de julio en la comisaría de Las Catonas por Carolina de Palma, hija de un matrimonio anterior de la víctima. Según las fuentes, De Palma realizaba trabajos de manera particular con una grúa remolcadora y era viudo, ya que su última mujer, madre del nene, había fallecido meses atrás.
El jueves a la tarde, los investigadores allanaron la casa de un hijastro de De Palma en la localidad de San Miguel, donde encontraron un semirremolque con pallets de venenos y fertilizantes robados el 14 de julio por “piratas del asfalto” en un asalto tipo comando a una empresa de General Rodríguez.
Un jefe policial que participa de la pesquisa precisó que, ante esa situación, el hijastro de la víctima quedó detenido por el robo y será indagado para que pueda aportar datos sobre las actividades de su padrastro que permitan esclarecer su crimen.
De este modo, las autoridades judiciales y policiales están enfocando la lupa a la alternativa de que De Palma haya sido asesinado en un ajuste de cuentas entre grupos de delincuentes, a partir de la posibilidad del incumplimiento de un acuerdo o de que se haya quedado con dinero que no le pertenecía, indicaron voceros.
Pero no está claro entonces qué pasó con el nene: si fue testigo de la suerte que corrió su padre y se “deshicieron” de él, o si lo usaron para obtener información de su padre, para terminar masacrándolo.
La clave está en el misterio de los doce días
El 9 de julio pasado, Carolina de Palma se presentó en la comisaría de Las Catonas para denunciar que no tenía noticias de su padre y su hermanito. Dijo que faltaban el DNI del nene y ropa, y también habría mencionado un viaje a Termas de Río Hondo, en Santiago del Estero.
Las autopsias revelan que ambos fueron asesinados entre el 21 y el 24 de julio, de modo que es un verdadero misterio qué fue lo que pasó en esas dos semanas. ¿Estuvieron secuestrados? ¿Capturaron primero al nene? ¿O los raptaron después de que De Palma se alejó de su casa?
Si hay respuestas a alguna de esas preguntas, las fuentes se cuidaron de no revelarlas.
Sí trascendió que el fiscal de Moreno, Mariano Navarro, a cargo de la investigación, dispuso allanamientos y otras diligencias para dar con los responsables.
Dos descampados cercanos
A los descampados en los que aparecieron los cuerpos de Marcos de Palma (6) y su padre Domingo (57) los separan unas diez cuadras. Según las autopsias, al hombre lo habrían matado el sábado 21 de julio -es decir, doce días después de que se denunciara su desaparición- y al nene el martes, el mismo día en que fue hallado el tanque con cal que contenía los restos del comerciante.
Los investigadores confían en poder esclarecer el doble crimen. Según dijeron, “hay pistas firmes”.
Tres chicos asesinados y una misma sospecha: otra de piratas
Si algo marcó la agenda criminal de un año a esta parte, fue la seguidilla de crímenes de niños. La mayoría fueron cometidos por disputas intrafamiliares o cuestiones pasionales, pero uno de ellos, quizás el más mediático de todos, habría tenido como móvil un ajuste entre piratas del asfalto. Se trata del de Candela Sol Rodríguez, la chiquita de 11 años que fue secuestrada y asfixiada hace once meses -también- en la zona oeste del Conurbano. Su padre está preso por delitos de esa modalidad y la sospecha más fuerte es que mataron a la hija para mandarle el peor de los mensajes. Nunca se aclaró del todo aquel diálogo telefónico (con la menor aún desaparecida), en que el supuesto captor le ordenaba a la familia que “el conchudo devuelva la guita”.
Ese asesinato (que levantó muchísima polvareda y terminó con todos los sospechosos libres) hizo recordar al de Yesica Mariela “Marela” Martínez, una nena de 9 años que fue asesinada en 2003 por una revancha contra su padre, también involucrado en una causa de piratas del asfalto. La chiquita había desaparecido en octubre de 2003 tras salir de su casa de Avellaneda para ir a comprar un regalo por el Día de la Madre. Su cuerpo fue encontrado en febrero de 2004 en un pozo, en la casa de un vecino, Héctor “El Nene” Sánchez. Allí estaba enterrada también su prima, Mónica Vega, de 13 años. Sánchez señaló a otro sospechoso, Santiago Martínez Almada, quien reveló que todo se había tratado de una venganza contra el padre de “Marela”, Víctor Martínez. Según se determinó, éste se habría quedado con un supuesto cargamento de piratas del asfalto, Martínez Almada quería cobrarse revancha y “El Nene” le hizo “el favor”. Sánchez confesó en 2004 que estranguló a “Marela” por odio contra su padre. Y a su prima Mónica la ahorcó, la violó y la arrojó a un pozo ciego. En 2006 lo condenaron a perpetua.
Este nuevo caso refiere ineludiblemente a los otros dos, y no sólo por el presunto móvil, sino -sobre todo- porque pega donde más duele.
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