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miércoles, 6 de agosto de 2014

Qué hay detrás de la apuesta política de Cristina por Kicillof

Cristina estudia mover a Kicillof a la jefatura de Gabinete como paso previo a una can
didatura a presidente o vice.
Un hilo invisible empieza a corporizarse entre eventos aparentemente incone
xos: El default del país, la legalización de la marihuana y la candidatura a presi
dente o vice del ministro de Economía, Axel Kicillof.
La irrupción de Kicillof en la negociación con lo bancos, detonando un acuerdo prácticamente cerrado y que hubiera salvado al país del default, se decidió en
Caracas donde la Presidenta viajó junto a su ministro de Economía y el secreta
rio Legal y Técnico, Carlos Zannini.
Mientras en Nueva York los banqueros alentados por el jefe de Gabinete, Jor
ge Capitanich y el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, avanza
ban en un acuerdo contra reloj con los abogados y gerentes de Paul Singer, en
 la república bolivariana el poder real del Gobierno le bajaba el pulgar a esa ne
gociación.
“Este turro lanzó su candidatura presidencial dinamitando el acuerdo, nos dejó
 del lado de los malos con los banqueros, Griesa y los buitres”, se lamentaban
 en esas horas aciagas en el entorno de Capitanich, que ve horrorizado como
 sus propias aspiraciones presidenciales se incineraron.
En sus las dos conferencias de prensa que brindó después del fracaso de las ne
gociaciones –en Nueva York y Buenos Aires-, Kicillof trabajó sin pudor esa línea
 y hasta acuso a los banqueros de haber intentado hacer un enorme negociado
 financiero “con la plata de los ahorristas”.
La cesación de pagos le permitió al Gobierno salir de la agenda espantosa del
caso Boudou y subirse nuevamente a la más gratificante lucha contra el Impe
rio. Es el default en todo caso un producto de la necesidad política, más que la
 consecuencia indeseada de una mala estrategia. El economista Nicolás Dujov
ne sostiene incluso que la famosa cláusula RUFO no es otra cosa que la excu
sa técnica que encontró el kirchnerismo para justificar la decisión.
Juego de Tronos
Cristina está dejando el poder, pero no pierde las mañas. En lo más alto del po
der se habla de un nuevo cambio de Gabinete –que podría producirse en sep
tiembre-, bajo la impronta de una “desperonización” aún más acentuada de su
 Gobierno, con el pase de Kicillof a la Jefatura de Gabinete y la incorporación
 al elenco ministerial de Martín Sabbatella.
Se trata de revivir la épica póstuma de “morir con las botas puestas” o si se quie
re un sinceramiento final de esa tensión que Cristina transitó en toda su carre
ra política, entre peronismo y progresismo.
No parece casual que por estas horas también haya lanzado otra orden de gran
carga simbólica: Quiere que sus legisladores aprueben antes de fin de año una
 ley que despenalice el consumo personal de la marihuana.
Una operación similar a la que hizo su ex marido con el matrimonio igualitario
, cuando tras la derrota de la 125 y la recesión, salió del laberinto económico por
la vía del progresismo legislativo, con un debate que naturalmente atrapó a la
sociedad.
Hay entonces un hilo conductor de épica progresista entre el matrimonio igua
litario, el default, la legalización de la marihuana y la candidatura de Kicillof
¿Qué mejor que este enfant terrible de la economía, este eterno adolescente de
 la izquierda caviar, este hijo de la educación pública, pero de familia acomoda
da y progre de la zona norte de la Capital, para encarnar la herencia política de
 Cristina?
En esa noche de diálogos afiebrados al filo del default en Caracas, Zannini lan
zó misterioso ante un grupo de elegidos: “El candidato de Cristina no va a ser
ninguno de los que ya se lanzó”.
La apuesta por Kicillof si termina materializándose entrega otro dato central
 del dispositivo de transición que está construyendo la Presidenta: Apuesta a
 una derrota del peronismo, para quedar como la jefa indiscutida de una opo
sición centro progresista.
Nadie puede creer que seriamente la Presidenta piense que un ministro de Eco
nomía que ofrece como producto de gestión el default y la recesión es un candi
dato para ganar. Pero si se trata de fidelizar el propio núcleo duro y en todo ca
so abortar las chances de éxito de peronistas de centro como Florencio Randa
zzo o Daniel Scioli, el ministro parece el candidato ideal.
Circula sin embargo, una variante más inquietante de esta ingeniería. En esta
 versión de feroz real politik, Cristina si apuesta a ganador y terminaría apoyan
do la candidatura presidencial de Scioli, pero con una condición de hierro: su
vicepresidente deberá ser Axel Kicillof. Nada nuevo, ya lo hizo en la provincia
con Gabriel Mariotto y el desafortunado resultado de ese experimento de con
trol político, acaso sea el mayor incentivo para descartar la idea. Se ver

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