La situación no cambió demasiado, por eso Vidal pidió declarar la emer
gencia del Servicio Penitenciario Bonaerense. Hace un año y algunos
meses, La Tecla realizaba un completo informe sobre la Unidad 30 de Ge
neral Alvear, desde donde se fugaron los hermanos Lanatta.
gencia del Servicio Penitenciario Bonaerense. Hace un año y algunos
meses, La Tecla realizaba un completo informe sobre la Unidad 30 de Ge
neral Alvear, desde donde se fugaron los hermanos Lanatta.
momentos de los últimos tiempos. Las más de 50 unidades carcelarias
que hay en la Provincia presentan una misma realidad: superpoblación,
condiciones infrahumanas, instalaciones en ruinas y las sospechas del
destino de los insumos que reciben.
La unidad Nº 30 de General Alvear es una de las más actuales, una de las
de mayor capacidad y de máxima seguridad (régimen cerrado) en el terri
torio bonaerense. Fue inaugurada el 6 de abril del 2000, y en ese momento
se anunció que albergaría a 1.000 internos. La tecnología, la infraestructu
ra y las condiciones para los guardias y los detenidos eran de una calidad
que asombraba a todos. Hoy, 14 años después, el panorama es preocu
pante.
Ya no hay 1.000 internos, la capacidad fue ampliada a 1.550 y, a pesar de
esto, fueron 1.645 los detenidos que se registraron en el mes de julio, y en
algunas celdas hay hasta tres personas. Diariamente hay entre dos y tres
denuncias de apremios y vejaciones. Además, en el interior de los pabello
nes hay presencia de ratones, cucarachas y otros insectos, y falta de ilumi
nación eléctrica.
El destino de los alimentos en las cárceles bonaerenses es un tema que continuamente está en el centro de la escena. Según comentaron a La Te
cla fuentes del SPB, “los detenidos sólo ven la carne cuando va una inspec
ción, la mayoría de los días sólo reciben huesos con grasa. No se sabe
dónde va a parar la carne que entra a la unidad”.
Por estas irregularidades, en julio fueron procesados dos ex jefes de De
pósito de la unidad 30, Hernán Medrano y Ricardo Ferraiuolo. El primero
se desempeñó en ese cargo durante el último tiempo, y el segundo ocu
pó ese puesto desde 2010 hasta 2013.
El procesamiento, según dijeron a este medio personas allegadas al ca
so, se llevó adelante porque no se pudo comprobar cuál fue el destino
de miles de kilos de mercadería para consumo. En las actas del sector
de depósitos del penal no está ingresada una gran cantidad de alimen
tos (carne), pero sí está asentado que esa carga entró en la Unidad Peni
tenciaria. “No se sabe cuál fue el destino final”, afirmaron.
Pero no sólo sufren el problema de la comida a la hora del almuerzo y la
cena. Aunque los internos deberían recibir desayuno y merienda, por
que así consta en las dietas del SPB, no lo hacen. “A la mañana sólo rec
iben un pan; tampoco tienen postre”, sostuvo un funcionario.
Las investigaciones que se llevaron adelante reflejaron además que en
dicha cárcel las cámaras frigoríficas para guardar los alimentos -entre
ellos, la carne- estuvieron un tiempo sin funcionar. “Se constató que se
habían roto los motores porque hubo expedientes administrativos para
arreglarlos; mientras tanto seguían guardando la comida ahí y hubo
quejas de internos de que la carne tenía gusto a podrido”, agregó la mis
ma fuente.
En lo que respecta a las cuestiones edilicias, las falencias no escapan
a las demás cárceles, pero cuenta con una particularidad: a pesar de
que la unidad en cuestión tiene casi una década y media de vida, nunca
se pudo, o se quiso, solucionar un tema que es básico: el agua potable.
De 24 horas que tiene el día, el penal sólo dispone del uso del agua cua
tro horas (dos a la mañana y dos a la tarde). La explicación que se da ofi
cialmente es que si se brinda el servicio completo, los más de once mil
habitantes qu
e tiene General Alvear se quedarían sin el elemento vital.
Tampoco funcionan correctamente las cámaras de seguridad dentro del
penal. En ocasiones se solicitaron filmaciones para diferentes procesos
judiciales y se informó que en determinados sectores no andaban.
Otra irregularid que hace que ya no parezca una cárcel de máxima se
guridad es la presencia de alambrados rotos, tanto dentro como fuera
del penal. “No se arregla nada. Algunas cosas vienen y desaparecen
, otras cosas directamente no llegan desde la Provincia”, contó otra
fuente que ingresa asiduamente en el penal.
VACAS Y CABALLOS EN LA UNIDAD
Fuera del penal, pero dentro del predio de la unidad penitenciaria nú
mero 30, en una recorrida por las inmediaciones La Tecla se encontró
con la postal de más de una treintena de animales vacunos y al me
nos tres equinos -ver fotografías-.
Fuentes consultadas al respecto afirmaron que “llama la atención la
presencia de animales”. Una fuente del mismo servicio reconoció an
te este medio que “los animales no pertenecen a la unidad”.
En tanto, vecinos del lugar indicaron que la presencia de animales en
ese sitio fue una constante de varios años, incluso hubo hasta cerdos,
y en algún momento se sembró cereal. La jefa del Servicio Penitencia
rio Bonaerense, Florencia Piermarini, en diálogo con este medio, se re
firió a esta situación y a otras dificultades (Ver aparte: “Nos queda mu
chísimo por mejorar, estamos trabajando”).
LA SALUD EN PELIGRO
A pesar de que el sector de sanidad era uno de los más elogiados de
la cárcel alvearense cuando se inauguró, hoy ese espacio aparece co
mo una gran cuenta pendiente. El equipo de radiología no funciona, al
igual que el torno odontológico, y faltan psicofármacos, antibióticos y
otras cosas básicas, como gasas y guantes. Además denuncian que la
unidad no posee un servicio de psiquiatría, y que la presencia de los
médicos dentro del penal en muchas ocasiones es nula.
Este panorama a veces acarrea problemas puertas afuera de la unidad.
Es que en muchas oportunidades los internos terminan yendo a aten
derse al hospital municipal y/o son trasladados a hospitales provincia
les que se encuentran a más de 50 kilómetros.
La unidad 30 es sólo un modelo que refleja la marginalidad y el olvido
al que fue sometido el Servicio Penitenciario Bonaerense en este últi
mo tiempo. Manejos turbios, unidades sin control, desidia política y ju
dicial por parte del Estado provincial e irregularidades hasta el hartaz
go son unas constantes en el sistema carcelario.
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