ESCUCHANOS A TODO EL MUNDO

domingo, 13 de marzo de 2016

Sanz tuvo que ir al Senado a frenar una rebelión radical contra Michetti

LPOViajó tres veces a contener a sus ex compañeros, furiosos por
 despidos y controles. Los riesgos jurídicos.
Ernesto Sanz no quiso ser ministro de Justicia de Mauricio Macri 
pero sigue con trabajo: desde enero, apareció no menos de tres ve
ces en el Senado para calmar a los senadores radicales, furiosos 
con la gestión de Gabriela Michetti.
La presidenta del Senado no se hizo querer mucho por sus socios
 de Cambiemos, que le recriminan haber incluido a muchos emplea
dos suyos entre los despidos y, por si fuera poco, empezar con algu
nos controles de asistencia que no se veían desde la gestión de Car
los “Chacho” Álvarez.
Sanz mantiene una vieja relación con Michetti, que es amiga de su
 esposa y solía visitarlos en su residencia de San Rafael. La relación
 se quebró cuando asumió como senadora y Gerardo Morales la 
acusó de dejar acéfala una vocalía en una Comisión y permitir un dic
tamen del Frente para la Victoria.
Pero no tardó en recomponerse y convertir al mendocino en su refe
rencia para entender qué pasaba en cada sesión. En esta nueva etapa
, Sanz es el único intérprete con la vicepresidenta que imaginaron los
 senadores radicales y por eso lo hicieron venir de urgencia.


Michetti con Rozas, el jefe del bloque UCR. 

El primer estallido fue con los decretos que firmó para despedir a 2035,
 entre los que incluyó a muchos empleados radicales nombrados el últi
mo año. “Como desplazó a los temporarios y permanentes con un año 
de antigüedad, echó a secretarios directos de senadores de todas las 
fuerzas”, explicaron a LPO desde la UCR.
“(El presidente de la Cámara de Diputados Emilio) Monzó negoció con
 cada bloque y acorraló al FpV con los empleados de La Cámpora. Mi
chetti hizo todo de una y nos perjudicó a nosotros”, explican desde el 
partido centenario.
El otro problema fue que Michetti dispuso los despidos mediante un de
creto que eliminó a los otros que habían dispuestos los nombramientos
, pero después se tomó un tiempo para analizar caso por caso e ir envian
do los telegramas.
Finalmente, de los 2435 empleados despedidos por decreto (hubo otro 
con 400 hace unas semanas), sólo 1600 recibieron la notificación oficial 
y ese lapso podría traer problemas. “Muchos despedidos formalmente 
cumplieron el año de antigüedad como empleado en el tiempo trascurri
do entre el decreto y el telegrama. Van a hacer juicio y no podemos fre
narlos”, explican.
En sus apariciones, Sanz le pidió a Michetti algo que sus correligionarios
 no habían logrado: que deje de hablar del Senado como un templo de ño
quis, actitud que a muchos les recordó a la gestión de Carlos “Chacho” 
Álvarez.
Una historia la puso a la par del ex vicepresidente de la Alianza. Llegó una
 versión a la UCR de que Michetti habría querido ingresar en algunos des
pachos para controlar cuantos empleados había.
“Ni siquiera Chacho había hecho eso. En esa época mandaba a Vilma Iba
rra a explicar los problemas de presupuesto. Pero jamás se puso por enci
ma de un senador”, rememoraba un experimentado empleado radical.
Tras aquella pelea con el vice de De la Rúa los jefes de despacho firman la
 asistencia de los empleados, pero los papeles han tenido poca o nada uti
lidad por una sencilla razón: los propios senadores quieren que su gente 
pase algún día de la semana en las provincias donde son elegidos. Era lo 
que no quería aceptar Álvarez y ahora parece no gustarle a Michetti.
La tensión entre la vicepresidenta y los radicales ya puede verse en la diná
mica del Senado. Ángel Rozas, jefe del interbloque Cambiemos, ni se invo
lucró en la discusión por las comisiones y Miguel Pichetto, cuando quiere
 un interlocutor con el Gobierno, sólo acepta dialogar con Federico Pinedo,
 quien presidió dos de las tres sesiones que hubo. A la vicepresidenta to
dos las quieren lejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario