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jueves, 26 de mayo de 2016

Maten al Papa

La designación de Jorge Bergoglio como el Papa Francisco causó la ale
gría de todo el pueblo argentino, pero mucho más de todos aquellos mili
tantes peronistas, con la sola excepción del kirchnerismo, que lo atacó,
 con operativos de prensa y acciones de la cancillería tendientes a des
prestigiarlo durante los días previos a la votación para elegir al nuevo Papa.
Maten al Papa
*Por Mario Baudry

A pesar de haber sido elegido como la máxima autoridad de la Iglesia Ca

tólica, el kirchnerismo siguió atacándolo despiadadamente, durante dos
 semanas, hasta que vino la orden de la Casa Rosada, donde, encuestas 
en mano, decían que era el preferido de la gente y, por consiguiente, ha
bía que subirse al festejo. En el cristinismo nadie se quería quedar afuera
 de la foto.

El Vaticano recibió gustoso los ofrecimientos de reconciliación con un go

bierno con el cual había estado enfrentado; un poco por el oficio religio
so de la reconciliación y el perdón, y otro poco por el revanchismo de sa
ber que sus verdugos venían a pedir clemencia.

Con el nuevo gobierno todo fue calma, hasta la reunión de Macri con el 

Sumo Pontífice, donde las caras daban cuenta del desagrado de éste; no
 tanto por el Presidente argentino, sino por su compañía.

Pero en el Gobierno entendieron que el desaire fue a la figura presiden

cial, y salió al ataque la diputada Elisa Carrió, quien criticó al Papa Fran
cisco por querer interferir en la política nacional; aunque aclaró: “Yo le 
pego un poco al Papa para que reaccione”.

Elisa Carrió dijo además: “Una vez le mandé una carta para que no se sa

que tantas fotos con delincuentes. Si empoderás a Moreno, lo estás ha
ciendo con un violento. Si le mandás un rosario a Milagro Sala, no es de
 inocente. Cuando te juntás con el ‘Caballo’ Suárez, el peor jefe sindical, 
preguntate si estás luchando contra la corrupción o no”.

Pero el Gobierno, con el paso de los días entendió que el tema era más 

grave aún de lo que se imaginaba; las encuestas marcaban una baja en 
la imagen presidencial, que tenía parte de su origen en la crítica que ve
nía desde el Vaticano. Francisco es la persona más influyente en Argen
tina. La crítica vaticana no era menor.

Desde el Gobierno encomendaron un ataque despiadado contra el Papa 

Francisco, encabezado por Lilita Carrió y todos los medios que juegan a
 favor de la gestión Macri; el objetivo era destruir la imagen de Bergoglio.

Cuando el kirchnerismo lo atacó, lo convirtieron en Papa; hay que ver las consecuencias ahora. La gente elegirá si el gobierno de los ricos o el Pa

pa de los pobres.

La Iglesia ha recibido muchos ataques desde sus inicios; la pregunta se

rá saber si el aparato mediático de Marcos Peña podrá contra 2.000 
años de historia.

Como las críticas gubernamentales no surtieron el efecto esperado, 

optaron por el operativo Margarita Barrientos, quien explicó a todos
 los que quisieron oírla que el Papa Francisco la había mandado a 
echar de la plaza de San Pedro.
El Vaticano, rápido de reflejos, invitó a Margarita Barrientos, quien, 

como era de esperar, declinó la invitación, argumentando compromi
sos previos.

Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, de la Academia de Ciencias So

ciales del Vaticano, admitió estar “enojado con Elisa Carrió” por sus
 críticas al Sumo Pontífice, y porque ninguno del Gobierno la desmin
tió.

El documento de la Semana de la Pastoral Social fue muy duro con

 las políticas sociales del Gobierno, y Marcos Peña en persona salió
 a aclarar la situación. “No contemplan las medidas que tomamos”, 
dijo.

La función del Papa Francisco es estar con los que menos tienen, co

mo lo hacía cuando era Bergoglio, y aunque el Gobierno no lo quiera 
admitir, las medidas que está tomando benefician sólo a una clase so
cial: la que más tiene.

Los ajustes que viene realizando de la pesada herencia kirchnerista 

los están pagando los pobres; y ellos no son los culpables de la fies
ta de Cristina, pero a la gestión macrista, eso parece no importarle.

El Gobierno tiene dos opciones: matar al Papa Francisco o empezar 

a gobernar con equidad y justicia. La primera opción no es viable en
 los tiempos modernos, sólo se aplicaba en la Edad Media. Le queda 
gobernar para todo el pueblo argentino y no únicamente para una mi
noría, la de su círculo rojo.

Sólo resta esperar para ver que pesará más: los 2.000 años de histo

ria de la Iglesia Católica o todo el aparato de propaganda de Marcos 
Peña.


*Director de revista La Tecla

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