Por Nicolás Eisler 29/03/2019
La caída de Mauricio Macri en las encuestas encendió luces amarrillas
en el gobierno porteño, donde observan con preocupación que el lastre
de la imagen negativa del presidente logra arrastrar hacia abajo la
aceptación de la gestión de Rodríguez Larreta. Para ganar en primera
el jefe de Gobierno necesita obtener más del 50% de los votos y un
acuerdo entre Roberto Lavagna y Lousteau es visto como una
amenaza real, en el actual contexto.
A pesar de una gestión robusta, que incluirá la inauguración de obras
estructurales en los próximos meses, Larreta sabe que los números
del Presidente lo arrastrarán hacia abajo en los próximos comicios.
Según las encuestas que manejan en el macrismo, con boletas
pagadas Macri y Larreta tienen un 37% de intención de voto que
proyectado podría llegar al 44%, siempre y cuando no se deteriore
aún más la economía. Sin embargo la gestión tiene 60% de imagen
positiva: en el gobierno adjudican esos 23 puntos de diferencia a la
caída del Presidente en los sondeos y el impacto de la crisis econó
mica, que parece lejos de ceder.
La patria chica del PRO fue hasta ahora un territorio blindado para el
partido amarillo, que desde 2005 se impuso en todas las elecciones
nacionales y locales, con la única excepción de 2011, cuando el oficia
lismo no tuvo boleta presidencial.
Larreta había tenido un susto en 2015, cuando Martín Lousteau quedó
a menos de tres puntos de imponerse en el balotaje. Para 2017 el jefe
de gobierno sumó a la Coalición Cívica que dos años antes había parti
cipado del mismo frente que el ex embajador en Estados Unidos y supe
ró el 50% de los votos.
Se supone que los electores suelen castigar a los oficialismos en los
comicios legislativos. Incluso las semanas previas a las elecciones
, serios tropiezos públicos de Elisa Carrió que le costaron votos a
amos Juntos. Sin embargo, el frente se impuso con el 50,98% de los
votos, una cifra que de repetirse, permitiría la reelección de Larreta
en primera vuelta. Pero ese escenario ya está descartado hasta por los
más optimistas del PRO.
en el gobierno porteño, donde observan con preocupación que el lastre
de la imagen negativa del presidente logra arrastrar hacia abajo la
aceptación de la gestión de Rodríguez Larreta. Para ganar en primera
el jefe de Gobierno necesita obtener más del 50% de los votos y un
acuerdo entre Roberto Lavagna y Lousteau es visto como una
amenaza real, en el actual contexto.
A pesar de una gestión robusta, que incluirá la inauguración de obras
estructurales en los próximos meses, Larreta sabe que los números
del Presidente lo arrastrarán hacia abajo en los próximos comicios.
Según las encuestas que manejan en el macrismo, con boletas
pagadas Macri y Larreta tienen un 37% de intención de voto que
proyectado podría llegar al 44%, siempre y cuando no se deteriore
aún más la economía. Sin embargo la gestión tiene 60% de imagen
positiva: en el gobierno adjudican esos 23 puntos de diferencia a la
caída del Presidente en los sondeos y el impacto de la crisis econó
mica, que parece lejos de ceder.
La patria chica del PRO fue hasta ahora un territorio blindado para el
partido amarillo, que desde 2005 se impuso en todas las elecciones
nacionales y locales, con la única excepción de 2011, cuando el oficia
lismo no tuvo boleta presidencial.
Larreta había tenido un susto en 2015, cuando Martín Lousteau quedó
a menos de tres puntos de imponerse en el balotaje. Para 2017 el jefe
de gobierno sumó a la Coalición Cívica que dos años antes había parti
cipado del mismo frente que el ex embajador en Estados Unidos y supe
ró el 50% de los votos.
Se supone que los electores suelen castigar a los oficialismos en los
comicios legislativos. Incluso las semanas previas a las elecciones
, serios tropiezos públicos de Elisa Carrió que le costaron votos a
amos Juntos. Sin embargo, el frente se impuso con el 50,98% de los
votos, una cifra que de repetirse, permitiría la reelección de Larreta
en primera vuelta. Pero ese escenario ya está descartado hasta por los
más optimistas del PRO.
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