La exhibición de las bolsas mortuorias en la última movilización de
Juntos por el Cambio dejó abierto el interrogante sobre si la política
puede administrar sus propias convocatorias.
Tras la dura derrota de Juntos por el Cambio en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de 2019, la ex ministra de seguri dad Patricia Bullrich propuso como herramienta política incentivar mo vilizaciones. “El PRO puro, Marcos Peña, por ejemplo, no lo entendió”, recuerdan. Lo cierto es que entre agosto y octubre, la fórmula que lide raban Mauricio Macri y Miguel Angel Pichetto levantó diez puntos. La herramienta se siguió usando por Juntos por el Cambio en el primer año del presidente Alberto Fernández, que transitó con la pandemia a su lado. Las movilizaciones opositoras fueron variando los motivos de repudio, pero siempre, en contra de acciones del Gobierno nacional: la cuarentena estricta, la expropiación de la cerealera Vicentin, las refor mas en la Justicia. El peronismo en el Gobierno trató de no contradecirse en su combate contra el coronavirus, por lo que evitó convocar a aglomeraciones de gente, para que no hubiera circulación del virus. “Perdieron la calle”, se aventuraron a decir desde la oposición. La agenda de marchas de 2021 tenía fecha de ini cio el sábado 27 de fe brero. El motivo de la cita eran las irregularidades en las vacunaciones, por las que se despidió al entonces ministro de Salud, Ginés González García. Era un escándalo para que Juntos por el Cambio explotara, pero terminó siendo una derrota ante la opinión pública. De la movilización opositora de fin de febrero quedó la imagen de diez bolsas de consorcio negras, que simula ban contener cadáveres, colgadas de la reja de la Casa Rosada y rotuladas con nombres de dirigentes y referentes del Frente de Todos, entre ellos, el de la líder de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. La pregunta que sobrevuela es si hay control de la política en estas movilizaciones, ya que tienen un alto grado de partidización y pre sencia de dirigentes de Juntos por el Cambio, para evitar exhibicio nes macabras, como las bolsas mortuorias u otros hechos similares: agresiones a periodistas o difusión de consignas conspirativas anti ciencia. “No tenemos control. Es imposible, porque se da una simbiosis de convocatoria autónoma y, al mismo tiempo, desde Juntos por el Cambio”, reconocieron, en off the record, a La Tecla voces que inte gran el armado de la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, que ejer ce casi como un brazo ejecutor del expresidente Mauricio Macri. “Las marchas son espontáneas, de alguna manera, ya que no hay una organización o logística; pero, no, no hay ningún control”, comentó una voz de la Coalición Cívica, uno de los socios de Juntos por el Cam bio. Hoy por hoy son muchos los referentes nacionales del conglomera do de fuerzas opositoras que se suman a las movilizaciones. Juntos por el Cambio, tras salir eyectado de la Casa Rosada y de la Go bernación bonaerense, vive una lucha interna entre el ala dura, referen ciada en Bullrich, y el sector más dialoguista o blando, con varios refe rentes, entre ellos, la ex gobernadora María Eugenia Vidal. Desde sus inmediaciones recordaron que no participaron de “ninguna” de las mo vilizaciones. “Hay electorado para esos dirigentes políticos. A nosotros nos moviliza ron todo el tiempo. Es parte de la democracia y hay reclamos, que en este caso, nos parecen justos”, explicaron en el vidalismo. En este año de elecciones legislativas, desde Juntos por el Cambio ga rantizan que volverán a incentivar el movimiento de gente. Lo que no se sabe es qué tipo de imágenes se llegarán a ver y, tampoco, si, en defi nitiva, la herramienta de las convocatorias sin control es garantía de triunfo electoral. |
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