En la zona, las fiestas criollas siempre tuvieron gran cantidad de
adeptos. Ante la imposibilidad de realizar concentraciones masivas,
ahora se imponen las jineteadas virtuales. Cómo se organiza esta com
binación de tradición criolla y nuevas tecnologías.
La pandemia trajo una explosión de la virtualidad: teletrabajo, escuela
virtual, gimnasia por videos, “zoom-pleaños”. Pero tal vez lo más sor
prendente es que se estén llevando a cabo jineteadas virtuales.
Para toda la región, las fiestas criollas constituyen una gran movida que,
antes de la pandemia, podían reunir en un fin de semana normal unas
2.000 personas, e incluso alcanzar una cifra que multiplica varias veces
ese dato en la famosa fiesta de El Talar, en General Madariaga, con una
convocatoria apenas algo inferior al masivo Festival de Jesús María.
Por eso, el efecto pandemia cortó una actividad recreativa y social su
mamente popular en toda la Región.
Rodolfo Alvarenga es uno de los iniciadores de esta nueva modalidad
que, como señala, “recién está empezando” aunque ya están realizán
dose en la zona dos o tres jineteadas virtuales por mes.
¿Cómo se hace? Por separado, en diversos campos, los jinetes montan
sus caballos, mostrando su destreza, y es filmado. Se les otorgan entre
8 y 10 días para enviar el material a los jurados, que luego darán su ve
redicto y determinarán el ganador que se llevará una suma de dinero que
puede ir entre $ 5.000 y $ 30.000, según la cantidad de inscriptos.
En las pruebas que se han estado realizando por la región se han anota
do entre 20 y 30 caballos y, como corresponde a estos tiempos, los videos
se suben a las redes sociales para que el público habitual de estas fiestas
pueda dar su opinión y comentario.
Mientras se realiza la prueba, explica Alvarenga, sólo están alrededor cin
co o seis personas, obviamente al aire libre, una forma de mantener las
medidas de cuidado necesarias por la pandemia.
Con la modalidad virtual se están realizando pruebas de rienda, jineteadas
y demostración de mansedumbre, algo que Alvarenga viene realizando en
un grupo desde hace tres meses. En este caso hay que domar un potro:
“la gente te pasa un video, se constata que sea potro y se va trabajando
el caballo” durante 27 días. Para ello se colocan dos tambores separados
por ocho metros y los animales tienen que recorrer el trayecto haciendo
un ocho.
“El caballo más acomodadito, más presentado como para desfile, se le
da el premio”, aunque también cuentan otras destrezas como “la del tipo
que se pone un poncho encerado, enlaza un animal o un tronco y lo
arrastra”. En esta competencia se considera “el enriende, que es cómo
está la boca del caballo, si dobla bien, si gira bien”. “La demostración de
mansedumbre es todo lo que hagas para demostrar que el caballo es
mansito: subir a un chico, arrastrar algo, lo que al gaucho se le ocurra
hacer”, resume.
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