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sábado, 18 de enero de 2025

Crimen de Fernando Báez Sosa: por qué se convirtió en uno de los casos más mediáticos del país

 

Fernando Báez Sosa fue asesinado a golpes por un grupo de jóvenes de 

su misma edad a la salida de un boliche en Villa Gesell.

El crimen de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell, del que se cumplen 5

años este enero, alcanzó una dimensión mediática inusitada por lo que,

 a partir de esto, permite múltiples aristas de análisis. O, mejor aún, ba

jando toda pretensión sociológica, es la posibilidad de disparar gran can

tidad de preguntas.

Una de ellas es por qué este caso en especial tuvo la difusión que tuvo

cuando a cada rato aparecen noticias de hechos similares -jóvenes muer

tos luego de peleas, muchas de ellas a la salida de boliches- que no se

 mantienen en las pantallas más allá de los segundos concedidos a las 

noticias policiales. ¿Qué ingredientes se sumaron aquí para que todos 

los medios se lanzaran a cubrir el caso desde el momento en que suce

dió hasta tres años después, cuando se juzgó y condenó a los ocho acu

sados? Sin respuesta definitiva, a modo de mero esbozo, vayan algunas

 conclusiones.

El asesinato de Fernando Báez Sosa se armó con estructura dramática, 

en el sentido teatral del término. Contó con un escenario atractivo, un 

momento especial, personajes perfectamente delineados por característi

cas antagónicas y un conflicto violento, con elementos de sadismo, ma

chismo y clasismo. Por definición, todo lo que ocurre en verano en la cos

ta atlántica desde Mar del Plata hacia el norte es noticia en este país. Un

 hecho que suceda en Pinamar, Villa Gesell y la autodenominada “Feliz”

tiene muchas más posibilidades de estar en las pantallas que si pasa en 

otra playa cualquiera. Si acontece en enero, será más noticia que en febre

ro y en ambos meses, mucho más que de marzo en adelante.

Además, este caso tuvo una particular construcción de los victimarios

Se los denominó desde el inicio como “rugbiers”, y eso los ubicó en una

 clase social que no suele ser la que puebla las páginas de policiales.

 No en vano los primeros días, luego de la detención de los acusados,

 la pregunta fue cómo vivirían en la cárcel. Y pronto circuló un video ame

nazador que se presentó como el de los presos esperando a los rugbiers.

Se los caracterizó como "los chetos", a partir de la construcción social

 que inmediatamente se hace de los jugadores de rugby. Pero estos rug

biers son chetos de pueblo. Clase media, hijos de profesionales, de em

pleados, de un mecánico. Alguno estaba por empezar a estudiar. Como 

Fernando, que había hecho el CBC en la Universidad de Buenos Aires

 para empezar la carrera de abogacía.

Chetos y sin piedad: el antagonista perfecto. Capaces de pegar cobar

demente, a la cabeza del caído, cinco contra uno. Capaces de anunciar 

la muerte de una persona con la palabra "caducó", como si fuera un 

producto perecedero, y de irse a hacer pacientemente la fila para com

prar una hamburguesa minutos después de la pelea. Capaces de incri

minar y hacer detener a un conocido porque les pareció una buena bro

ma.

Pero sobre todo, la construcción se hizo a través de videos: fue tal vez

 el hecho policial más filmado de la historia. La joven que le hizo RCP

nada. El asesinato de Fernando Báez Sosa fue registrado por cientos 

de cámaras: las de la seguridad municipal, las de los comercios de la 

zona, la de Lucas Pertossi, uno de los condenados, pero básicamente

las de los muchos peatones que pasaban por el lugar en el momento 

y, además de curiosear, se pusieron a registrar con sus celulares lo 

que sucedía y lo subieron a sus redes en vivo.

La videoesfera en la que vivimos se alimentó de la violencia filmada 

y a partir de allí se generó indignación, se opinó, se analizó, se explicó

 y se juzgó. La trasmisión de la sentencia que se dictó en Dolores en

 febrero de 2023 alcanzó un rating de 35.4 puntos, una cifra algo infe

rior a los 38.4 que había medido la final del Mundial que Argentina le 

ganó a Francia un mes y medio antes.

A diferencia de las que lamentablemente vemos que se suceden dia

riamente, la pelea del boliche Le Brique superó a cualquiera de las

 otras porque el grupo de los agresores modificó el target de los clien

tes habituales de las noticias policiales y porque la muerte se hizo es

pectáculo, que es lo que claman permanentemente los medios.

Prácticamente en cadena, todos los medios del país hablaron del ca

so y ahora, a cinco años del hecho, sigue ocupando horas de emisión

 y ríos de palabras.

La muerte de un joven de 18 años a manos de otros jóvenes de su 

misma edad conmociona, sin lugar a dudas. Pero casos de violentas

 agresiones como la pelea por causas nimias como la que terminó 

con la golpiza que recibió Fernando suceden -lamentablemente- a ca

da rato. Pero ocupan apenas unos minutos en los noticieros y pasan

 pronto al olvido.

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