Jésica, empleada de la agencia donde se vendió la boleta ganadora,
cuenta que la mayoría de los clientes es gente que está de paso.
Desde que el miércoles a la noche la noticia sacudió la somnolencia de
enero, en la ciudad prácticamente no hay otro tema de conversación.
Que es un municipal, que un guardiacárcel, que un viajante de paso,
que un próspero comerciante, que una mujer que jugó a escondidas del
marido. A la vez que se especula, se repasa la estructura social de la ciu
dad en plenas vacaciones, con la feria judicial despoblando la zona en la
que está la agencia que vendió la bendita boleta del Quini que premió
con la cifra récord de 2.700 millones de pesos a alguien que, literalmen
te, brilla por su ausencia.
Jesica, la empleada de El Trébol –que ahora sí es el de la buenísima
suerte-, dice que el movimiento en el local de Rivadavia y Belgrano
se ha incrementado exponencialmente. Es que todos pasan para ver
si ya apareció, así, puro predicado sin sujeto, que no hace falta, va
mos, pues todos sabemos de qué estamos hablando. De lo único que
se está hablando.
Un pizarrón a la entrada proclama “estamos buscando al ganador del
Quini Revancha”, y eso es lo que está haciendo todo el pueblo. Las re
des sociales están llenas de cargadas, de chistes, de nombres que
bien podrían ser. Los que fueron mencionados ya recibieron mensa
jes de inmobiliarias y gente proponiendo inversiones, dicen.
Ojalá sea alguien que lo necesite, ojalá que no se lo coman los buitres
de siempre, repite una mujer bajita, clienta habitual de la agencia. Y rela
ta otro caso de alguien que hace un tiempo ganó una suma fuerte –nun
ca esto, aclara- y pronto quedó tan pobre como siempre.
Jesica ya ha perdido su timidez y repasa todos los medios con los que
ha hablado desde las 8 de la mañana del jueves, cuando levantó la per
siana. Cuenta que los clientes habituales de la agencia suelen ser perso
nas que vienen a Tribunales, a los consultorios médicos que están al
lado del local. Mucha gente de paso, dice. Mientras que la clienta suspi
ra pidiendo “que sea de Dolores”. Y que mientras estaba dando notas
por el Quini Revancha, apareció alguien que había ganado dos millones
en otra jugada. Y que también vendieron muchos premios del sorteo
de Reyes. Es decir, Jesica trae suerte.
Pero mientras tanto, la boleta ganadora no aparece. Tiene 10 días para
aparecer: cómo te aguantás tanto tiempo, se pregunta la clienta. Puede
validar la boleta directamente en la casa central de la Lotería de Santa
Fe, que es la que lleva adelante el juego. O puede hacerlo en la agencia
, con lo que se evitaría el viaje, dice Jesica. Con toda esa plata, puedo
hacer el viaje a Santa Fe, acota la clienta.
Mientras tanto, todo el pueblo mira a vecinos, amigos, compañeros de
trabajo, conocidos para tratar de adivinar quién tiene cara de haber ga
nado una cifra con tantos ceros que hasta se hace difícil leerla. Y se pre
gunta qué se puede hacer con toda esa plata, cuántos sueños y cuántos
temores levanta la fortuna que cae del cielo y trastorna la vida. De todos.
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