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sábado, 7 de mayo de 2011

OPINIÓN Por Ramiro Gutiérrez (diputado provincial. Unión Celeste y Blanco) Reflexione sobre el día del trabajador





 
Qué es el trabajo, parecería una pregunta obvia, pero no lo es. Para algunos, la necesidad más absoluta, para otros, una rutina, para los legalistas, un derecho enunciado en un papel.
En mi casa viví bajo la seguridad y el techo que nos brindó el trabajo, recuerdo a mi abuela cocinando y esperando a mi abuelo que regresara de su trabajo. Aprendí a manejar con el camión que conducía mi padre y vi a mi madre, con su guardapolvo a cuadritos de maestra jardinera, ser docente de mañana y tarde de muchísimos nenes que hoy son hombres de bien.

Mi caso, como el de muchos otros, fue un ejemplo de la movilidad social ascendente. El trabajo permitió el estudio y el estudio una mejor calidad de vida. Hoy el trabajo es un ausente sin rostro, es una mano no tendida a cientos, miles y millones que no saben lo que es tener un recibo de sueldo, aportes, obra social?ciudadanía.
Nuestra querida Patria, hogar de aborígenes, criollos e inmigrantes, preñaba futuros con la abundancia del trabajo. Hoy su demacrado rostro alberga comedores, organizaciones barriales, planes y plazas llenas, nunca más de trabajadores como lo hizo el General, sino de desocupados, de viejos y nuevos pobres que se forjaron en cada esquina, en cada umbral.
El ulular de la sirena de la fábrica y el overol de su obrero, deberían ser la mejor política a realizar. Aún hay recuerdos de esa cultura que bregaba trabajar, trabajar y trabajar. Me sumo diariamente a los esfuerzos, de los que tenemos trabajo, para que otros lo tengan, porque sin trabajo no hay familia, ni educación, ni Patria.
Un hombre sin dignidad es un hombre vaciado. Necesitamos franquear la frustración, la humillación y la indignidad que genera no tener el cuerpo cansado por la jornada de trabajo.
La Argentina es pobre, hay que perder el miedo a decirlo, hemos empobrecido y si no reconocemos el lugar al cual hemos descendido, nunca entenderemos la necesidad de salir del abismo donde hemos caído.

Progreso y trabajo deben ser hermanas, sino, unos trabajan, otros diferentes progresan y miles caen al vacio de la desintegración familiar, de la situación de calle, de la droga, de la muerte, del olvido. Qué lejos quedaron aquellos discursos que prometieron reparto igualitario de la riqueza, que lejos quedaron las políticas de justicia social efectiva, hoy nuestra Patria, llena de palabras, discurre mansa, sin reproches y sin culpas.
Si volvemos a la pregunta de inicio, bien podemos decir que en la Argentina del siglo XXI lamentablemente para muchos compatriotas el trabajo aún es un anhelo.
Queridos lectores, con seguridad no es esta nuestra Argentina y, por supuesto, tampoco este debe ser nuestro modelo.

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