Caídos varios candidatos rivales del oficialismo, los rumores de acercamientos y alianzas en la tropa enemiga flotan fuerte en los pasillos políticos. Los potenciales alineamientos podrían traer la consolidación opositora frente a las líneas oficiales, que todavía no definieron la reelección de Cristina Fernández. La escena en el ojo del analista Julio Burdman
La ventaja electoral del oficialismo está sustentada, en buena medida, en la debilidad y atomización de la oposición. Mucho se habló y escribió acerca de qué sucedería si, en lugar de varias opciones opositoras, hubiese pocas, o una. La creatividad de la oposición para superar su fragmentación se convirtió en uno de los temas centrales del análisis político. Es por eso que la retirada sucesiva de candidatos presidenciales desde distintos espacios genera la pregunta del título: ¿está la oposición moviéndose hacia una cierta unidad? ¿Esto reduce las probabilidades de triunfo del kirchnerismo?.
La respuesta a ambas preguntas es un sí. Pero se trata, todavía, de una tendencia incipiente y no de un cambio cualitativo en el escenario. La defección de Macri a la candidatura presidencial, además de poner fin al proyecto del "Peronismo Federal" y a la hipótesis de que el voto se iba a dividir en tres tercios, puede creer una efecto oposición que potencie la idea.
La saga puiede continuar de esta forma: tras la retirada de Das Neves, Cobos, Sanz y Macri, conversaciones Alfonsín - De Narváez mediante, puede plantearse la alternativa de una confluencia tácita entre radicales y pro-peronistas federales para presentar una fórmula única con presencia en varias provincias del país. Si Duhalde también renuncia a su candidatura (hecho problable), puede aportar algo más. Necesitará, para ello, de un Vice representativo, que podría ser alguien como Lavagna o, si Alfonsín reformula su límite en Mauricio Macri, Gabriela Michetti.
Pero cuidado con las ingenierías en la oferta electoral. Esta confluencia entre electorados contradictorios es una operación delicada, ya que corre el riesgo de provocar una fuga inesperada de votos hacia candidatos rezagados. No se podrán inventar, de la noche a la mañana, partidos y candidatos por la vigencia de la nueva ley electoral, que impone restricciones (quien quiera competir, deberá contar con un partido constituido y el apoyo de al menos 1,5% del padrón en la primaria del 14 de agosto). Pero Elisa Carrió puede capturar votantes macristas y la posible coalición de centroizquierda (Binner-Pino-Juez-Stolbizer) los votos "progre" del malherido Acuerdo Cívico y Social.
El proyecto de unidad opositora por default de alternativas debería contemplar que el conjunto de la oferta se sume a ella, de lo contrario radicales y pro-peronistas federales terminarían cediendo votantes poco convencidos a las otras fuerzas. No es fácil: Pino Solanas, Carrió, Binner, Juez y otros antibipartidistas con poder electoral se sienten tan lejos del kirchnerismo como de la alianza que se está gestando. Ni un centímetro menos.
La respuesta a ambas preguntas es un sí. Pero se trata, todavía, de una tendencia incipiente y no de un cambio cualitativo en el escenario. La defección de Macri a la candidatura presidencial, además de poner fin al proyecto del "Peronismo Federal" y a la hipótesis de que el voto se iba a dividir en tres tercios, puede creer una efecto oposición que potencie la idea.
La saga puiede continuar de esta forma: tras la retirada de Das Neves, Cobos, Sanz y Macri, conversaciones Alfonsín - De Narváez mediante, puede plantearse la alternativa de una confluencia tácita entre radicales y pro-peronistas federales para presentar una fórmula única con presencia en varias provincias del país. Si Duhalde también renuncia a su candidatura (hecho problable), puede aportar algo más. Necesitará, para ello, de un Vice representativo, que podría ser alguien como Lavagna o, si Alfonsín reformula su límite en Mauricio Macri, Gabriela Michetti.
Pero cuidado con las ingenierías en la oferta electoral. Esta confluencia entre electorados contradictorios es una operación delicada, ya que corre el riesgo de provocar una fuga inesperada de votos hacia candidatos rezagados. No se podrán inventar, de la noche a la mañana, partidos y candidatos por la vigencia de la nueva ley electoral, que impone restricciones (quien quiera competir, deberá contar con un partido constituido y el apoyo de al menos 1,5% del padrón en la primaria del 14 de agosto). Pero Elisa Carrió puede capturar votantes macristas y la posible coalición de centroizquierda (Binner-Pino-Juez-Stolbizer) los votos "progre" del malherido Acuerdo Cívico y Social.
El proyecto de unidad opositora por default de alternativas debería contemplar que el conjunto de la oferta se sume a ella, de lo contrario radicales y pro-peronistas federales terminarían cediendo votantes poco convencidos a las otras fuerzas. No es fácil: Pino Solanas, Carrió, Binner, Juez y otros antibipartidistas con poder electoral se sienten tan lejos del kirchnerismo como de la alianza que se está gestando. Ni un centímetro menos.
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