El antes y el después de la relación luego de la aplastante derrota del cegetista a manos de Armando Cavalieri en el sindicato de Empleados de Comercio. Los efectos de la batalla perdida y su poder frente a los otros gremios. Además los pasos del Gobierno que le soltó la mano. ¿Empezó el post Moyanismo? Los “gordos” y politólogos se inclinan hacia este horizonte
Pocas veces una elección gremial había despertado semejante expectativa a nivel nacional. Es que todos sabían que estaba en juego mucho más que la renovación de autoridades en el sindicato de Comercio: más bien se ponía a prueba la continuidad del “estilo Moyano” de conducción sindical.
El líder cegetista supo consolidar su poder “invadiendo” los feudos de otros gremios, con el objetivo de tener un mayor número de afiliados bajo su ala.
Fue así que cimentó su enemistad con Armando Cavalieri, al llevarse para sus huestes a los trabajadores del sector de logística de los supermercados, una actividad no sólo numerosa sino, además, altamente estratégica dentro de la lógica de movilización sindical.
“Nunca en la historia del gremialismo argentino un secretario general de la CGT se había entrometido tanto en la vida de otra organización”, despotricaba Cavalieri.
El líder camionero se jugó el todo por el todo, en su disputa por ganar la elección en comercio, el gremio más grande del país, que nuclea a un millón de trabajadores. Pero le salió mal.
Ahora, la desproporcionada cantidad de 140 congresales que aportan los mercantiles en la “elección mayor” (la que definirá el nuevo titular de la CGT el próximo año) le jugará en contra.
Seguramente Cavalieri se tomará revancha y, así como en 2008 les hizo levantar el pulgar para que Moyano sea reelecto, ahora se los hará bajar.
Pero hay más. Al cuestionamiento de Cavalieri, se suma el del resto los “gordos”, que tampoco ven con buenos ojos -desde hace tiempo- las ambiciones de poder y la política expansionista llevada a cabo por el actual líder de la CGT.
La interpretación que se hace en el ámbito sindical es que podría haberse iniciado el post-moyanismo. Por lo menos en el plano político y en el empresarial parece que sí tras la aplastante derrota (75% a 25%) en Comercio.
Tan duro fue el revés que marca un punto de inflexión no sólo en su poder político frente al resto de los sindicatos, sino además, con el Gobierno de Cristina Fernández.
Al respecto, cabe destacar un dato clave, que marca esta nueva “Fase II” de la “Guerra fría” entre Moyano y el Ejecutivo: en plena elección de Comercio, el Ministerio de Trabajo dio una fuerte señal de apoyo a Cavalieri.
En efecto, dictó una resolución para que votaran unos 9.000 jubilados, pese a que la oposición moyanista los había impugnado.
Para el politólogo Rosendo Fraga, es evidente el deterioro del poder que experimenta el líder cegetista que, además de haber sido superado en comercio, también antes había perdido en el sindicato de estaciones de servicios (80% a 20%).
Fraga destaca que la anterior expansión de Moyano había sido facilitada por el Gobierno “mediante presiones y decisiones de encuadramiento del Ministerio de Trabajo”.
Y, en ese sentido, cree que el kirchnerismo -que en su momento pareció apadrinar al candidato moyanista- ahora no está dispuesto a compartir el costo político de la última derrota y buscó despegarse rápidamente del resultado electoral.
El propio Cavalieri dijo que había recibido llamadas telefónicas de felicitación de parte del ministro Carlos Tomada y, según expresó, “de otros funcionarios a los que no voy a nombrar porque no sé si quieren que dé sus nombres”.
“No puede dejarse de lado el hecho de que los referentes del moyanismo hayan perdido sistemáticamente en las últimas elecciones. Esto habla del malestar del estilo de sindicalismo que ejerce Moyano”, señala Graciela Römer.
Para la analista, esta situación es sintomática: revela que la forma de conducción que ejerce el líder sindical ya no sólo genera rechazo en los segmentos medios de la sociedad, como era tradicional, sino que también comenzó a encontrar resistencia entre los sectores sindicalizados.
Los dirigentes que militan en los gremios “gordos” parecen confirmar esta teoría. En las últimas horas se multiplicaron las expresiones que desafían abiertamente la autoridad de Moyano.
Luego de que Cavalieri saliera a declarar públicamente el “fin del moyanismo” y que postulara a Gerardo Martínez como nuevo conductor de la central sindical (también el más mimado en casa de Gobierno), se generó un nuevo estado deliberativo dentro de la CGT.
“Este resultado no sólo lo debilita a Moyano en lo político, sino que lo hizo perder una apuesta en la que puso dinero, gestión y en la que hasta presionó al Ministerio de Trabajo”, afirma el secretario general de Sanidad en Buenos Aires, Héctor Daer.
Más duro todavía, Oscar Lescano, dirigente de Luz y Fuerza, muestra hasta dónde están dolidos por lo que consideran una violación de los códigos entre sindicalistas. “Fue una injerencia de un maleducado; no puede ser que el secretario general de la CGT, que debe contener a todos los gremios, se meta en una interna para protegerse. Porque se va a tener que ir”, afirma Lescano, quien pone en duda la continuidad de Moyano al frente de la central obrera, tras la renovación de autoridades del año próximo.
“Hoy al dirigente lo elige el poder político. Si el Gobierno quiere tomar distancia de él seguramente favorecerá a otro candidato”, destaca Cristian Medina, dirigente de un ala disidente del gremio de la construcción y fuerte opositor a Moyano.
En todo caso, lo que queda en evidencia es que todas las facciones de la CGT consideran que ha salido debilitado de esta elección.
El Gobierno tenía la opción de no tomar partido en la disputa por la elección en Comercio o bien jugar fuerte. Y, fiel al estilo “K”, optó por la segunda opción, al convalidar el padrón de jubilados, que mayoritariamente votó por el dirigente mercantil.
Para los politólogos, las cosas se entienden más claras si se analiza el cuadro general de la relación entre la CGT y la Presidenta.
Sergio Berensztein, director de la consultora Poliarquía, apunta que “tras las peleas con Cristina, Moyano quedó debilitado. Y en el Gobierno se dan cuenta de que sostener la figura de un sindicalista desprestigiado implica un costo político alto. Así que decidieron darle una mano a Cavalieri”. “El Gobierno ha tratado de influir en las internas de muchas organizaciones. Y no va a renunciar a hacerlo en el ámbito sindical que es visto como una parte del movimiento”, afirma.
La “guerra fría” comenzó tras la muerte de Néstor Kirchner. Y se hizo evidente en el funeral, cuando la Presidenta casi no le dirigió la mirada a Hugo Moyano.
Después se dieron una gran cantidad de acontecimientos, que fueron mostrando este mayor distanciamiento en donde no faltaron los “tiros por elevación” ni los discursos de Cristina F con reclamos hacia el sindicalismo (.....”La verdad preferiría que, en lugar de apoyarme tanto pidiéndome que sea Presidenta, me apoyen bajando el nivel de conflictividad”...).
Todos estos hechos, ¿hacen prever que el Gobierno ya se decidió en soltarle la mano a Moyano para acelerar un recambio en la cúpula de la CGT?
Los dirigentes de los sindicatos “gordos” creen que sí, y ya se entusiasman haciendo especulaciones sobre cómo podría darse ese cambio.
Además de la oficializada candidatura de Martínez, a quien se suele calificar como un preferido de la Presidenta, hay otros nombres y fórmulas en danza.
Un analista del ámbito sindical señala que se está hablando sobre la posibilidad de volver a una terna en la conducción, donde Moyano comparta el poder con otros sectores, y que allí podría estar incluido Andrés Rodríguez, del sindicato de empleados públicos (UPCN).
O incluso que se avance en buscar figuras de consenso, como Omar Maturano, que milita en el gremio del Transporte pero es aceptado por “los gordos” y tiene buena relación con el ministerio de Planificación.
Hasta ahora, hay un solo tema en el que Moyano parece seguir teniendo el apoyo oficial. Y es, precisamente, el que más le preocupa: su difícil situación judicial.
La duda, en todo caso, es qué tan lejos está dispuesta a llegar la Presidenta en su distanciamiento del líder sindical.
Para el analista Jorge Giacobbe, la lógica del peronismo indica que no pueden convivir dos poderes fuertes: “Es simple, si la Presidenta se considera lo suficientemente fuerte como para postularse, entonces va a intentar desplazar a Moyano. Y si cree que eso no es posible, no se presenta a la reelección”, sostiene.
Giacobbe está convencido de que la suerte de Moyano no se jugará en el congreso de la CGT de 2012, sino que necesariamente se negociará en las próximas semanas.
Una cosa es segura: nadie cree que el poder autocrático y concentrado que caracterizó el período moyanista desde 2005 a la fecha pueda sostenerse en un “eventual” segundo mandato de Cristina Fernández.
El líder cegetista supo consolidar su poder “invadiendo” los feudos de otros gremios, con el objetivo de tener un mayor número de afiliados bajo su ala.
Fue así que cimentó su enemistad con Armando Cavalieri, al llevarse para sus huestes a los trabajadores del sector de logística de los supermercados, una actividad no sólo numerosa sino, además, altamente estratégica dentro de la lógica de movilización sindical.
“Nunca en la historia del gremialismo argentino un secretario general de la CGT se había entrometido tanto en la vida de otra organización”, despotricaba Cavalieri.
El líder camionero se jugó el todo por el todo, en su disputa por ganar la elección en comercio, el gremio más grande del país, que nuclea a un millón de trabajadores. Pero le salió mal.
Ahora, la desproporcionada cantidad de 140 congresales que aportan los mercantiles en la “elección mayor” (la que definirá el nuevo titular de la CGT el próximo año) le jugará en contra.
Seguramente Cavalieri se tomará revancha y, así como en 2008 les hizo levantar el pulgar para que Moyano sea reelecto, ahora se los hará bajar.
Pero hay más. Al cuestionamiento de Cavalieri, se suma el del resto los “gordos”, que tampoco ven con buenos ojos -desde hace tiempo- las ambiciones de poder y la política expansionista llevada a cabo por el actual líder de la CGT.
La interpretación que se hace en el ámbito sindical es que podría haberse iniciado el post-moyanismo. Por lo menos en el plano político y en el empresarial parece que sí tras la aplastante derrota (75% a 25%) en Comercio.
Tan duro fue el revés que marca un punto de inflexión no sólo en su poder político frente al resto de los sindicatos, sino además, con el Gobierno de Cristina Fernández.
Al respecto, cabe destacar un dato clave, que marca esta nueva “Fase II” de la “Guerra fría” entre Moyano y el Ejecutivo: en plena elección de Comercio, el Ministerio de Trabajo dio una fuerte señal de apoyo a Cavalieri.
En efecto, dictó una resolución para que votaran unos 9.000 jubilados, pese a que la oposición moyanista los había impugnado.
Para el politólogo Rosendo Fraga, es evidente el deterioro del poder que experimenta el líder cegetista que, además de haber sido superado en comercio, también antes había perdido en el sindicato de estaciones de servicios (80% a 20%).
Fraga destaca que la anterior expansión de Moyano había sido facilitada por el Gobierno “mediante presiones y decisiones de encuadramiento del Ministerio de Trabajo”.
Y, en ese sentido, cree que el kirchnerismo -que en su momento pareció apadrinar al candidato moyanista- ahora no está dispuesto a compartir el costo político de la última derrota y buscó despegarse rápidamente del resultado electoral.
El propio Cavalieri dijo que había recibido llamadas telefónicas de felicitación de parte del ministro Carlos Tomada y, según expresó, “de otros funcionarios a los que no voy a nombrar porque no sé si quieren que dé sus nombres”.
“No puede dejarse de lado el hecho de que los referentes del moyanismo hayan perdido sistemáticamente en las últimas elecciones. Esto habla del malestar del estilo de sindicalismo que ejerce Moyano”, señala Graciela Römer.
Para la analista, esta situación es sintomática: revela que la forma de conducción que ejerce el líder sindical ya no sólo genera rechazo en los segmentos medios de la sociedad, como era tradicional, sino que también comenzó a encontrar resistencia entre los sectores sindicalizados.
Los dirigentes que militan en los gremios “gordos” parecen confirmar esta teoría. En las últimas horas se multiplicaron las expresiones que desafían abiertamente la autoridad de Moyano.
Luego de que Cavalieri saliera a declarar públicamente el “fin del moyanismo” y que postulara a Gerardo Martínez como nuevo conductor de la central sindical (también el más mimado en casa de Gobierno), se generó un nuevo estado deliberativo dentro de la CGT.
“Este resultado no sólo lo debilita a Moyano en lo político, sino que lo hizo perder una apuesta en la que puso dinero, gestión y en la que hasta presionó al Ministerio de Trabajo”, afirma el secretario general de Sanidad en Buenos Aires, Héctor Daer.
Más duro todavía, Oscar Lescano, dirigente de Luz y Fuerza, muestra hasta dónde están dolidos por lo que consideran una violación de los códigos entre sindicalistas. “Fue una injerencia de un maleducado; no puede ser que el secretario general de la CGT, que debe contener a todos los gremios, se meta en una interna para protegerse. Porque se va a tener que ir”, afirma Lescano, quien pone en duda la continuidad de Moyano al frente de la central obrera, tras la renovación de autoridades del año próximo.
“Hoy al dirigente lo elige el poder político. Si el Gobierno quiere tomar distancia de él seguramente favorecerá a otro candidato”, destaca Cristian Medina, dirigente de un ala disidente del gremio de la construcción y fuerte opositor a Moyano.
En todo caso, lo que queda en evidencia es que todas las facciones de la CGT consideran que ha salido debilitado de esta elección.
El Gobierno tenía la opción de no tomar partido en la disputa por la elección en Comercio o bien jugar fuerte. Y, fiel al estilo “K”, optó por la segunda opción, al convalidar el padrón de jubilados, que mayoritariamente votó por el dirigente mercantil.
Para los politólogos, las cosas se entienden más claras si se analiza el cuadro general de la relación entre la CGT y la Presidenta.
Sergio Berensztein, director de la consultora Poliarquía, apunta que “tras las peleas con Cristina, Moyano quedó debilitado. Y en el Gobierno se dan cuenta de que sostener la figura de un sindicalista desprestigiado implica un costo político alto. Así que decidieron darle una mano a Cavalieri”. “El Gobierno ha tratado de influir en las internas de muchas organizaciones. Y no va a renunciar a hacerlo en el ámbito sindical que es visto como una parte del movimiento”, afirma.
La “guerra fría” comenzó tras la muerte de Néstor Kirchner. Y se hizo evidente en el funeral, cuando la Presidenta casi no le dirigió la mirada a Hugo Moyano.
Después se dieron una gran cantidad de acontecimientos, que fueron mostrando este mayor distanciamiento en donde no faltaron los “tiros por elevación” ni los discursos de Cristina F con reclamos hacia el sindicalismo (.....”La verdad preferiría que, en lugar de apoyarme tanto pidiéndome que sea Presidenta, me apoyen bajando el nivel de conflictividad”...).
Todos estos hechos, ¿hacen prever que el Gobierno ya se decidió en soltarle la mano a Moyano para acelerar un recambio en la cúpula de la CGT?
Los dirigentes de los sindicatos “gordos” creen que sí, y ya se entusiasman haciendo especulaciones sobre cómo podría darse ese cambio.
Además de la oficializada candidatura de Martínez, a quien se suele calificar como un preferido de la Presidenta, hay otros nombres y fórmulas en danza.
Un analista del ámbito sindical señala que se está hablando sobre la posibilidad de volver a una terna en la conducción, donde Moyano comparta el poder con otros sectores, y que allí podría estar incluido Andrés Rodríguez, del sindicato de empleados públicos (UPCN).
O incluso que se avance en buscar figuras de consenso, como Omar Maturano, que milita en el gremio del Transporte pero es aceptado por “los gordos” y tiene buena relación con el ministerio de Planificación.
Hasta ahora, hay un solo tema en el que Moyano parece seguir teniendo el apoyo oficial. Y es, precisamente, el que más le preocupa: su difícil situación judicial.
La duda, en todo caso, es qué tan lejos está dispuesta a llegar la Presidenta en su distanciamiento del líder sindical.
Para el analista Jorge Giacobbe, la lógica del peronismo indica que no pueden convivir dos poderes fuertes: “Es simple, si la Presidenta se considera lo suficientemente fuerte como para postularse, entonces va a intentar desplazar a Moyano. Y si cree que eso no es posible, no se presenta a la reelección”, sostiene.
Giacobbe está convencido de que la suerte de Moyano no se jugará en el congreso de la CGT de 2012, sino que necesariamente se negociará en las próximas semanas.
Una cosa es segura: nadie cree que el poder autocrático y concentrado que caracterizó el período moyanista desde 2005 a la fecha pueda sostenerse en un “eventual” segundo mandato de Cristina Fernández.
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