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sábado, 11 de junio de 2011

La irrupción de Binner transforma el escenario electoral. Por Rosendo Fraga

 


| No es la primera vez que se genera una alternativa de estas características en la
Argentina. En 1931, la alianza de socialistas y Demócrata Progresistas enfrentó
a la coalición conservadora conocida como La Concordancia. En 1973, la Alianza
Popular Revolucionaria -convergencia del Partido Intransigente, un sector de la
Democracia Cristiana, los restos del partido Udelpa que diez años antes había
postulado al general Aramburu y el Partido Comunista- se acercó al 10% de los
votos. Más recientemente, el Frepaso, convergencia de fuerzas de izquierda y
disidentes del peronismo y el radicalismo, alcanzó casi 30%.

Ninguna de estas alternativas prosperó políticamente ni logró convertirse en una
fuerza nacional permanente, algo similar a lo que históricamente sucedió con los
emprendimientos electorales del centro-derecha.
El Partido Socialista lleva más de un siglo actuando en la política argentina. En
1904, en la segunda presidencia de Julio A. Roca, fue electo el primer diputado
socialista de América latina, Alfredo Palacios, por la circunscripción de La Boca.
Pero hasta ahora nunca había gobernado una provincia, como sucedió ahora con
Hermes Binner en Santa Fe, y lo ha hecho con éxito. Es así que su candidato
(Bonfatti) tiene posibilidades de ganar la elección de gobernador del 24 de julio.
A ello se suma que una coalición de centro-izquierda tiene hoy referentes importantes
en los principales distritos, algo que no ha sucedido en el pasado. Puede ganar
Santa Fe; en Córdoba cuenta con un aliado (Juez), que disputa el primer lugar;
en la ciudad de Buenos Aires tiene a Pino Solanas, que en la elección de 2009
llegó al segundo lugar, obteniendo la cuarta parte de los votos; y en la provincia
de Buenos Aires tiene a Margarita Stolbizer, que ha superado el 20% de los votos
en el distrito.
Todas estas circunstancias llevan a Binner a asumir una candidatura presidencial
que difícilmente puede ganar, pero que puede construir un paso importante en la
construcción de una alternativa política de centro-izquierda o socialdemócrata en
la Argentina.
Pero en la coyuntura, la particularidad de esta candidatura es que si bien divide el
voto opositor, también puede captar votos del oficialismo.
Es que al asumir la probable candidatura de Cristina Kirchner un discurso definidamente
de centro-izquierda y lograr con éste la adhesión de sectores de la clase media urbana
que no son peronistas y que en las últimas elecciones fueron reacios al kirchnerismo,
se convierte en una alternativa que puede tener efectos políticos singulares.
Si el caso Schoklender termina generando costo electoral para el oficialismo,
posiblemente los votos que pierdan vayan más a Binner que a otras alternativas,
porque es la que aparece menos distante en términos ideológicos.
En las últimas semanas Alfonsín se fue transformando en la alternativa electoral
predominante en la oposición, superando a Carrió y Duhalde, las otras dos que
disputan el voto opositor.
A su vez el oficialismo fue definiendo una estrategia electoral, apoyando a candidatos
 peronistas para las gobernaciones e intendencias a cambio de ubicar a militantes de
La Cámpora en la segunda línea.
Sobre este cuadro, la candidatura presidencial del gobernador de Santa Fe, de prosperar
como tercera fuerza, se ubica en un punto intermedio y con el sistema de porcentajes
del balotaje argentino, puede alterar la polarización entre Cristina y Alfonsín, pero
quitando votos a ambos y no sólo a uno de ellos.
Por otra parte, un planteo electoral en función de estas tres alternativas se corresponde
con el funcionamiento político de los últimos dos años. En el Congreso ha actuado como
primera fuerza el oficialismo. A su vez la oposición, aunque sumando más legisladores,
actuó dividida. Por un lado, un eje articulado por la UCR, el PJ Federal, el PRO y la
Coalición Cívica, y por otro el socialismo de Binner, el Proyecto Sur de Pino Solanas,
el GEN de Stolbizer y el Partido Nuevo de Juez.
La irrupción de Binner puede llevar la elección argentina entre tres fuerzas principales:
un populismo hacia la izquierda que es el peronismo en la versión kirchnerista, una coalición
de centro alrededor del radicalismo y una opción socialdemócrata articulada por el socialismo.

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