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miércoles, 21 de diciembre de 2011

MARIOTTO-SCIOLI : Un Mal Comienzo


La tirante relación entre el Gobernador y el vice se agravó con el hecho de violencia que envolvió la asunción de ambos. Cómo se sigue. Los esfuerzos por convivir
 
Fue en la mismísima fiesta cuando los invitados marcaron claramente las diferencias entre las dos familias, pese a que ambas conviven desde hace mucho bajo el mismo techo. Y fue esa tarde de juramento cuando los protagonistas principales de la celebración quedaron expuestos en sus diferencias, por más esfuerzos que se hicieron, e hicieron, por ocultarlas.

La verdad, sobran voluntades para intentar disimular las desinteligencias, pero a veces eso no alcanza. Y la convivencia por cuatro años entre Daniel Scioli y Gabriel Mariotto estuvo lejos de comenzar bien. El enfrentamiento de Infantería con los muchachos (ya no tan chicos) de La Cámpora dentro del palacio legislativo encendió la llama. Señales, dichos, frases, cruces subterráneos alimentaron ese fuego en los primeros siete días de mando de la fórmula.

La decisión del vicegobernador de sacar la custodia policial del Senado (iniciativa que arrastró a Diputados a hacer lo propio) en señal de enojo hacia la fuerza, también es un reproche a la conducción de la misma. Otra señal nada amistosa con el ministro Ricardo Casal, aunque desde su cartera aseguren que “fue consensuada” la salida de la guardia del Parlamento.
En la búsqueda constante de llevarse bien con todos, en el sciolismo minimizan las diferencias con el vice y afirman que “la relación con Mariotto va a ser buena”. No obstante, reconocen que “falta cerrar un capítulo a partir de lo sucedido en la Legislatura el día de la asunción”.
El guión de ese capítulo lo escribirán la Justicia y la Auditoría Interna. En eso confían los sciolistas, quienes dicen que “habrá sanciones a quien le correspondan”. También a una investigación exhaustiva apelan los mariottistas. Pero esta coincidencia se asienta en discordantes posturas acerca de por qué estaba la Policía allí, quién dio la orden y a quién, como diría Maradona, “se le escapó la tortuga”.

Del lado del vicegobernador apuntan a una orden política para reprimir a los militantes camporistas y, por ende, achacan responsabilidades a algún hombre de Scioli, que intentan identificar. Del lado del Ejecutivo, en tanto, piden que se reconozca la responsabilidad del Senado, por el hecho de haber solicitado a la Policía, y por la razón que corresponde a esa cámara salvaguardar el éxito de las asambleas legislativas.

Aun así, en el gobierno se reprochan haber accedido al pedido de ingresar infantes al Palacio. “No debimos aceptar la requisitoria de tener policías adentro, porque ahora el Senado no se hace responsable”, autocuestionan; no sin dejar de reconocer que “los dejamos entrar al área y les cometimos el penal”, en referencia a la posible búsqueda del problema por parte de los muchachos ataviados remeras de la JP.

Más allá del episodio puntual, por el cual se asegura que “por lo menos un responsable tiene que haber, y será sancionado”, el arranque de la fórmula atornillada a la fuerza por Cristina Fernández está lejos del ideal.
Está en la génesis del Gobernador buscar las sendas de una convivencia pacífica. No responderá si aparecen declaraciones disonantes del vicegobernador y contemporizará hasta el límite, que, tratándose de Scioli, es bastante extremo.
Para algunos protagonistas de la política actual, tampoco Mariotto querría hoy ese escenario caliente que costó enfriar luego de la asamblea, pero atribuyen a La Cámpora un rol de protagonismo capaz de empujar al vicegobernador un poco más allá de sus deseos presentes. Estará en las próximas semanas la clave de cómo sigue un matrimonio forzado que ya se arrojó con los platos el primer día.

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