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domingo, 8 de enero de 2012

El acotado y vigilado poder de Boudou

Los cortesanos de CFK desconfían del funcionario. Conversaciones grabadas, poco margen de movimiento y oficina "para que no se la crea"

foto perfil.com
Su ascenso fue rápido, pero nunca podrá ser como Julio Cobos. Al menos, eso se lo hacen saber tajantemente desde el gobierno. El vicepresidente Amado Boudou está reemplazando a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, recientemente operada de las tiroides, pero los "tenientes" de la mandataria lo tienen bien vigilado.

Sucede que, así como firmó la notificación formal del reemplazo presidencial en el despacho del secretario Legal y Técnico Carlos Zannini en la Casa de Gobierno, inmediatamente después debió cruzar hasta su improvisada oficina en el primer piso del Banco Nación. “Para que no se la crea”, apuntaron con malicia en la jefatura de Gabinete, informó la Revista Noticias.

El funcionario vive su aparentemente efímera presidencia con tensión: sabe que el secretario de los espías, Héctor Icazuriaga, seguirá grabando sus conversaciones como cuando lo hizo quedar mal delante de Cristina con sus chicanas telefónicas sobre el carácter presuntamente "concheto" de la Presidenta. Y que Oscar Parrilli lo vigila por orden de Máximo Kirchner, que también desconfía.

Tampoco puede firmar nada que no le ordene Zannini, ni puede avanzar en desmadejar el infernal paquete de subsidios –el único anuncio que prepara el Gobierno para enero, aunque se aplicaría desde marzo o abril– sin consultar previamente con Julio De Vido y Roberto Baratta.

La otra condición explícita que le impuso Cristina es no obstaculizar el rol determinante de Guillermo Moreno en la coordinación de funcionarios económicos como los ministros Hernán Lorenzino y Débora Giorgi o como la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, y el titular del Banco Nación, Juan Carlos Fábrega.

Así las cosas, el presidente en ejercicio casi no tiene posibilidad de movimiento: pocas audiencias; ninguna información oficial, casi ocultamiento; charlas apenas informales con su amigo Lorenzino; y alineamiento automático a los balances fiscales de Juan Carlos Pezoa y Ricardo Echegaray. No mucho más.

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