Gabriel Mariotto se muestra dispuesto a fiscalizar el rumbo. El gobernador Daniel Scioli estudia con cautela cada uno de sus pasos. Tiene el campo minado y, tramo a tramo, encuentra nuevos obstáculos que dificultan su andar, aunque, por lo menos hasta el momento, no lo detienen
Gabriel Mariotto parece tener claro su objetivo en la Provincia. No pasa una semana sin que enarbole en el espacio público alguna nueva diferencia con el Gobernador. Ese disentimiento se muestra más duro en el terreno real.
El vice programa un avance fuerte sobre las bases fundamentales del gobierno provincial. La intención no es desbancar, sino “controlar”, la gestión del máximo mandatario.
Es claro que Scioli no es considerado un “propio”, sino un dirigente funcional y talentoso para capturar votos pero ajeno al fisic du rol cristinista.
Entonces, el presidente del Senado comenzó a sembrar el territorio. En septiembre de 2001 la Legislatura provincial aprobó la conformación de un fondo fiduciario encargado de cobrar las deudas difíciles que el Banco Provincia había recopilado hasta 1999. Se trataba, en su mayoría, de empresarios vinculados al poder político, pero observados por la Justicia por sus manejos financieros. Estaban los grupos Yoma, Gualtieri y Soldatti - Tren de la Costa, entre otros. La Provincia emitió un bono de deuda para el banco de 1.100 millones, y a cambio le transfirió a este fondo una cartera de morosos de más de dos mil millones de pesos.
Fueron varios los bufetes de abogados que se encargaron de la tarea, que logró salvar buena parte de las deudas.
Este sistema significa de hecho una forma más amplia de cobranza, ya que el fondo tiene menos requisitos y obligaciones que el Banco para cobrar una deuda; es decir, puede establecer mayores concesiones en pos de obtener, al menos, una porción de la mora. Además, la falta de controles por parte del Central (que, por el contrario, monitorea de manera detallada los pasos del Bapro) genera una libertad muy conveniente para los acuerdos entre gobierno y empresarios. Si quisieran, se podría blanquear el pago de un porcentaje de la deuda (bastante inferior al monto adeudado) y negociar un valor mayor de pago.
Pasados once años de la conformación del fiduciario, la novedad es que el Bapro autorizó el traspaso de tres mil millones de pesos de una renovada cartera de incobrables hacia el Fondo de cobranza. Como es deuda congelada, su actualización al momento del pase la elevaría, por lo menos, a diez mil millones. Un monto, que dicen, Daniel Scioli tiene toda la intención de recuperar “para la Provincia”.
Todos los acuerdos son aceptados exclusivamente por el directorio del fondo fiduciario, que en la actualidad tiene como presidente a Raúl José Paolasso, un hombre del riñón del ex ministro menemista Carlos Corach. El ex funcionario, que desde hace tiempo conoce al mandatario bonaerense y hace unos años trabaja para su gobierno, es el encargado de las cobranzas, a través de su estudio de abogados. Allí es Hernán Corach, su hijo, quien regentea todos los acuerdos de pago. Ante la premura de cobrar el dinero adeudado, el Gobernador planea cambios en el staff del fondo, con el reemplazo del vice, Fernando García Sánchez (hombre vinculado al diputado Raúl Pérez), y la incorporación de otros hombres de confianza.
Mariotto y el sector ultra K saben de esta movida, y planean ubicar en el directorio a uno de ellos. Esto no significará un poder de decisión, pero sí una forma de control.
Seguridad
Otro de los puntos a tocar es, inevitablemente, el capítulo policial, un ítem débil para cualquier mandatario.
Cuando León Arslanian instaló la reforma policial, durante el gobierno de Eduardo Duhalde, lo hizo con algunos condimentos, como la creación de una comisión bicameral de seguimiento de todo el proceso. En la ley 12.068, se establecía (artículo 2) que debía funcionar para el “seguimiento y fiscalización de las políticas de prevención del delito, seguridad, criminalística, criminología e inteligencia, y de los órganos y actividades que desarrollan las mismas en el ámbito de la Provincia”.
La comisión, que en el transcurso del tiempo tuvo una débil participación, y durante la gestión de Daniel Scioli directamente no fue conformada, siempre implicó connotaciones políticas particulares.
Cualquier control, con la participación de la oposición, nunca es una buena noticia para un gobierno. Por eso, en la mayoría de las veces se establecen acuerdos políticos para menguar el impacto, o hacer todo lo contrario. En el caso de Scioli, hasta el momento, e incluso cuando ya existían algunos nombres predesignados, siempre se convino no conformarla.
Pero ahora la coyuntura ha cambiado, y se sabe que el vice estudia la conformación de una nueva bicameral (no se reflotaría la de Arslanian porque consideran que remite a la “vieja inercia legislativa y el acuerdismo”). La futura comisión tendría integrantes de todos los bloques, y sería el motor legislativo para controlar y proponer, a su vez, medidas concretas en el área de seguridad.
“Es para romperle los... a Scioli, molestarlo y seguirlo de cerca, y marcar con leyes concretas las diferencias en la política de seguridad”, dicen, en reserva, desde el Parlamento. La oposición, por su parte, mira el mismo cuadro, y estudia la manera de no quedar enredada en una interna que no le es propia.
“Nos convocan para que puteemos a Scioli, y suman ellos; no vamos a seguir ese juego, pero tampoco vamos a apoyar al Gobernador como si fuéramos socios. Acá, Mariotto y Scioli son un mismo gobierno, aunque ellos todo el tiempo muestren diferencias”, aseguran los opositores.
En el Senado, con Mariotto y el vice, Sergio Berni a la cabeza, se estudia en detalle el plan.
En Diputados, donde el sciolismo y referentes territoriales tienen mayor presencia, el debate presentará algunas nuevas aristas, aunque dicen que la presión se iniciará en la cámara Baja.
“Si viene un proyecto de Mariotto del Senado, ¿cómo lo paran acá? Va a ser todo muy peleado”, afirma un hombre del kirchnerismo puro. El camino del Gobernador continúa poblándose de obstáculos, con un vice que “rompe” la paciencia sciolista.
Comentan en el Ejecutivo que si el vice continúa con su artillería pesada, vendrán las respuestas. No serían del Gobernador, que nunca abandonará su posición reservada, sino de alguno de sus operadores políticos. El mote de “cobista”, con que ya han tildado al vice de la Provincia, parece que será reflotado, pero con mayor obviedad. El capítulo final de esta novela lo marcará quien logre soportar y fortalecerse en esta contienda interna.
LA TECLA
El vice programa un avance fuerte sobre las bases fundamentales del gobierno provincial. La intención no es desbancar, sino “controlar”, la gestión del máximo mandatario.
Es claro que Scioli no es considerado un “propio”, sino un dirigente funcional y talentoso para capturar votos pero ajeno al fisic du rol cristinista.
Entonces, el presidente del Senado comenzó a sembrar el territorio. En septiembre de 2001 la Legislatura provincial aprobó la conformación de un fondo fiduciario encargado de cobrar las deudas difíciles que el Banco Provincia había recopilado hasta 1999. Se trataba, en su mayoría, de empresarios vinculados al poder político, pero observados por la Justicia por sus manejos financieros. Estaban los grupos Yoma, Gualtieri y Soldatti - Tren de la Costa, entre otros. La Provincia emitió un bono de deuda para el banco de 1.100 millones, y a cambio le transfirió a este fondo una cartera de morosos de más de dos mil millones de pesos.
Fueron varios los bufetes de abogados que se encargaron de la tarea, que logró salvar buena parte de las deudas.
Este sistema significa de hecho una forma más amplia de cobranza, ya que el fondo tiene menos requisitos y obligaciones que el Banco para cobrar una deuda; es decir, puede establecer mayores concesiones en pos de obtener, al menos, una porción de la mora. Además, la falta de controles por parte del Central (que, por el contrario, monitorea de manera detallada los pasos del Bapro) genera una libertad muy conveniente para los acuerdos entre gobierno y empresarios. Si quisieran, se podría blanquear el pago de un porcentaje de la deuda (bastante inferior al monto adeudado) y negociar un valor mayor de pago.
Pasados once años de la conformación del fiduciario, la novedad es que el Bapro autorizó el traspaso de tres mil millones de pesos de una renovada cartera de incobrables hacia el Fondo de cobranza. Como es deuda congelada, su actualización al momento del pase la elevaría, por lo menos, a diez mil millones. Un monto, que dicen, Daniel Scioli tiene toda la intención de recuperar “para la Provincia”.
Todos los acuerdos son aceptados exclusivamente por el directorio del fondo fiduciario, que en la actualidad tiene como presidente a Raúl José Paolasso, un hombre del riñón del ex ministro menemista Carlos Corach. El ex funcionario, que desde hace tiempo conoce al mandatario bonaerense y hace unos años trabaja para su gobierno, es el encargado de las cobranzas, a través de su estudio de abogados. Allí es Hernán Corach, su hijo, quien regentea todos los acuerdos de pago. Ante la premura de cobrar el dinero adeudado, el Gobernador planea cambios en el staff del fondo, con el reemplazo del vice, Fernando García Sánchez (hombre vinculado al diputado Raúl Pérez), y la incorporación de otros hombres de confianza.
Mariotto y el sector ultra K saben de esta movida, y planean ubicar en el directorio a uno de ellos. Esto no significará un poder de decisión, pero sí una forma de control.
Seguridad
Otro de los puntos a tocar es, inevitablemente, el capítulo policial, un ítem débil para cualquier mandatario.
Cuando León Arslanian instaló la reforma policial, durante el gobierno de Eduardo Duhalde, lo hizo con algunos condimentos, como la creación de una comisión bicameral de seguimiento de todo el proceso. En la ley 12.068, se establecía (artículo 2) que debía funcionar para el “seguimiento y fiscalización de las políticas de prevención del delito, seguridad, criminalística, criminología e inteligencia, y de los órganos y actividades que desarrollan las mismas en el ámbito de la Provincia”.
La comisión, que en el transcurso del tiempo tuvo una débil participación, y durante la gestión de Daniel Scioli directamente no fue conformada, siempre implicó connotaciones políticas particulares.
Cualquier control, con la participación de la oposición, nunca es una buena noticia para un gobierno. Por eso, en la mayoría de las veces se establecen acuerdos políticos para menguar el impacto, o hacer todo lo contrario. En el caso de Scioli, hasta el momento, e incluso cuando ya existían algunos nombres predesignados, siempre se convino no conformarla.
Pero ahora la coyuntura ha cambiado, y se sabe que el vice estudia la conformación de una nueva bicameral (no se reflotaría la de Arslanian porque consideran que remite a la “vieja inercia legislativa y el acuerdismo”). La futura comisión tendría integrantes de todos los bloques, y sería el motor legislativo para controlar y proponer, a su vez, medidas concretas en el área de seguridad.
“Es para romperle los... a Scioli, molestarlo y seguirlo de cerca, y marcar con leyes concretas las diferencias en la política de seguridad”, dicen, en reserva, desde el Parlamento. La oposición, por su parte, mira el mismo cuadro, y estudia la manera de no quedar enredada en una interna que no le es propia.
“Nos convocan para que puteemos a Scioli, y suman ellos; no vamos a seguir ese juego, pero tampoco vamos a apoyar al Gobernador como si fuéramos socios. Acá, Mariotto y Scioli son un mismo gobierno, aunque ellos todo el tiempo muestren diferencias”, aseguran los opositores.
En el Senado, con Mariotto y el vice, Sergio Berni a la cabeza, se estudia en detalle el plan.
En Diputados, donde el sciolismo y referentes territoriales tienen mayor presencia, el debate presentará algunas nuevas aristas, aunque dicen que la presión se iniciará en la cámara Baja.
“Si viene un proyecto de Mariotto del Senado, ¿cómo lo paran acá? Va a ser todo muy peleado”, afirma un hombre del kirchnerismo puro. El camino del Gobernador continúa poblándose de obstáculos, con un vice que “rompe” la paciencia sciolista.
Comentan en el Ejecutivo que si el vice continúa con su artillería pesada, vendrán las respuestas. No serían del Gobernador, que nunca abandonará su posición reservada, sino de alguno de sus operadores políticos. El mote de “cobista”, con que ya han tildado al vice de la Provincia, parece que será reflotado, pero con mayor obviedad. El capítulo final de esta novela lo marcará quien logre soportar y fortalecerse en esta contienda interna.
LA TECLA
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