El grupo de intelectuales y artistas afines al Gobierno finalmente zanjó las diferencias internas que les provoca la reelección de Cristina y optó por la diagonal de pedir una reforma constitucional, sin referirse a este tema medular.
"¿Cómo no reconocer que Argentina necesita una nueva Constitución? El proceso de transformación en curso que en nuestro país reconfigura la nación es parte del fenómeno que recorre Sudamérica. Y este fenómeno, sea que atraviese momentos de bonanza como de riesgo, merece una altura constitucional diferente. Esta es nuestra convicción y nuestro compromiso", expresaron en el demorado documento, el grupo de intelectuales que lideran Horacio González y Ricardo Foster.
Este nucleamiento kirchnerista -con ínfulas de cierta autonomía- venía demorando la salida de este documento porque se empantanó en un debate un tanto ridículo sobre si el pedido de reformar la constitución que pensaban hacer público debía o no contener una mención especial a la posibilidad de habilitar a Cristina Kirchner a competir por un tercer mandato.
Se trata como muchas discusiones intelectuales de un debate estéril, ya que si el reforma constitucional avanza será precisamente para habilitar a Cristina a competir por un nuevo mandato.
Sin embargo, esta explicitación de la vocación de permanecer en el poder del kirchnerismo incomoda a los intelectuales de Carta Abierta, que optaron por perderse en los laberintos de una abigarrada explicación de porqué es necesario reformar la Constitución, sin mencionar la palabra reelección.
"El propio saber constitucional es parte de las acciones políticas reales. El proceso que aquí se desea es envolvente, popular, participativo, no se reduce a la mera emisión de un voto eligiendo a los que en la situación serían los constituyentes. El mandato se cuece en un intenso debate democrático y masivo, en algún caso entremezclado con innovaciones más sensibles de las formas de representación", sostuvieron en uno d elos párrafos en los que se reconoce la pluma de Horacio González.
El lenguaje barroco buscó así disimular la falta de coraje político -o timidez- de los integrantes de Carta Abierta para blanquear la intención real del reclamo reformista. Prurito que no tuvieron dirigentes importantes del peronismo como los gobernador de Mendoza y San Juan, Francisco "Paco" Pérez y José Luis Gioja. Así como el aliado neuquino Jorge Sapag, quienes sin muchas vueltas pidieron la reelección de Cristina, al igual que poderosos intendentes del Conurbano.
Los intelectuales prefirieron eludir este asunto esencial y entretenerse con su habitual prédica contra los malditos noventa. "Un nuevo cuerpo normativo, realizado y sostenido por un sujeto constituyente popular, debe establecer una barrera antineoliberal", advirtieron
Este nucleamiento kirchnerista -con ínfulas de cierta autonomía- venía demorando la salida de este documento porque se empantanó en un debate un tanto ridículo sobre si el pedido de reformar la constitución que pensaban hacer público debía o no contener una mención especial a la posibilidad de habilitar a Cristina Kirchner a competir por un tercer mandato.
Se trata como muchas discusiones intelectuales de un debate estéril, ya que si el reforma constitucional avanza será precisamente para habilitar a Cristina a competir por un nuevo mandato.
Sin embargo, esta explicitación de la vocación de permanecer en el poder del kirchnerismo incomoda a los intelectuales de Carta Abierta, que optaron por perderse en los laberintos de una abigarrada explicación de porqué es necesario reformar la Constitución, sin mencionar la palabra reelección.
"El propio saber constitucional es parte de las acciones políticas reales. El proceso que aquí se desea es envolvente, popular, participativo, no se reduce a la mera emisión de un voto eligiendo a los que en la situación serían los constituyentes. El mandato se cuece en un intenso debate democrático y masivo, en algún caso entremezclado con innovaciones más sensibles de las formas de representación", sostuvieron en uno d elos párrafos en los que se reconoce la pluma de Horacio González.
El lenguaje barroco buscó así disimular la falta de coraje político -o timidez- de los integrantes de Carta Abierta para blanquear la intención real del reclamo reformista. Prurito que no tuvieron dirigentes importantes del peronismo como los gobernador de Mendoza y San Juan, Francisco "Paco" Pérez y José Luis Gioja. Así como el aliado neuquino Jorge Sapag, quienes sin muchas vueltas pidieron la reelección de Cristina, al igual que poderosos intendentes del Conurbano.
Los intelectuales prefirieron eludir este asunto esencial y entretenerse con su habitual prédica contra los malditos noventa. "Un nuevo cuerpo normativo, realizado y sostenido por un sujeto constituyente popular, debe establecer una barrera antineoliberal", advirtieron
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