El hijo de la presidenta metió un cambio en la política de fricción con el peronismo que sostiene La Cámpora. Se entusiasmó con una anécdota sobre Kirchner que contó Eduardo Fellner, en un encuentro de Gestar que reunió a ocho gobernadores resistidos por la juventud kirchnerista. La táctica de volver al peronismo para sobrevivir.
Una anécdota de Néstor Kirchner revelada por el gobernador de Jujuy Eduardo Fellner, sirvió para que Máximo Kirchner ensayara un giro hacia el peronismo tradicional que insinúa un movimiento más amplio que esta realizando su madre, la Presidenta.
La escena ocurrio durante el acto que organizó Gestar en Santiago del Estero el viernes pasado, la primera movida grande del peronismo después del cacerolzao del 8N.
En el acto Fellner recordó una charla con Néstor Kirchner, a días de que asumiera la presidencia. En la conversación, el entonces presidente le comentó que lo habían llamado George Bush y José María Aznar, presidentes de Estados Unidos y España y aliados por entonces en la guerra de Irak, y le habían dicho que le daban una gracia de cuatro años –justo su mandato- sin cobrarle nada, para que resuelva los problemas financieros de la Argentina, que venía de declarar el default de su deuda.
“Qué buena actitud, que piola que te den ese tiempo”, recordó Fellner que le dijo y el santacruceño lo cruzó: “¿Cómo qué bueno? Yo vine a resolver los problemas de Argentina, no a patearlos para adelante”, recordó el gobernador jujeño que fue la respuesta de Kirchner. El canje de la deuda del 2005 confirmó las palabras de Kirchner.
La anécdota, tal como la relató Fellner, llegó a oídos de Máximo Kirchner y alcanzó para conmoverlo. “Esto es espectacular. Difundan el video y que salgan por todos lados”, ordenó a quienes lo rodeaban.
Al jujeño lo escuchaban cerca de mil personas y lo escoltaban los gobernadores de Santiago del Estero, Gerardo Zamora; Catamarca, Lucía Corpacci; La Rioja, Luis Beder Herrera; Salta, Juan Manuel Urtubey; Entre Ríos, Sergio Urribarri; Tucumán, José Alperovich y el de San Juan y presidente de Gestar, José Luis Gioja.
La mayoría tiene y tuvo muchos problemas con La Cámpora. Fellner fue el que peor la pasó: su rival Milagro Sala lideró un acto de lanzamiento de Unidos y Organizados donde Andrés “El Cuervo” Larroque la invitó a competir el año próximo.
Esa movida se interpretó en su momento como la decisión de Cristina Kirchner de subordinar al peronismo tradicional a esta nueva organización que paulatinamente debería ir reemplazandolo. Así incluso lo pusieron por escrito columnistas vinculados a La Cámpora,como reveló en su momento LPO.
Pero acaso los rigores de la hora, hayan empezado a mellar a la Casa Rosada que habría empezado a redescubrir las bondades de contar con el respaldo de la única estructura política realmente nacional que queda en pie en el país.
“Se llevó al extremo el armado propio y hasta acá se llegó, nadie imaginó que iban a cometer tantas tropezas, ahora va a girar al peronismo”, se sinceró ante LPO una fuente de la Casa Rosada, que agregó: “Además, Cristina no es tonta y tomó nota que perdieron todas las elecciones que pelearon solos, como les pasó en las Universidades”.
De hecho, esa pobreza de resultados también se expresa de alguna manera en la gestión, donde miembros encumbrados de la organización como Mariano Recalde en Aerolíneas o Axel KIcillof en el manejo de la Economía y la crisis energética, no han podido mostrar resultados positivos, como se encargó de recordarle la propia Cristina a su viceministro de Economía.
El inicio del giro
“Unidos y Organizados entró en convocatoria de acreedores”, bromeaba ante LPO un joven pero muy experimentado dirigente del peronismo.
De hecho, antes del acto de Santiago del Estero, los organizadores del acto recibieron un inesperado respaldo de la Casa Rosada –hasta ese momento más entusiasmada con Unidos y Organizados- y hasta se mostraron interesados en potenciar el previsible respaldo a Cristina Kirchner.
Algunos datos parecen abonar la teoría del giro. El primero y más evidente es cierta desazón entre los jovenes camporistas que acaso ingenuamente creyeron en serio que venía a reemplazar a un movimiento que ha demostrado ser el de mayor vitalidad y capacidad de adaptación de los últimos sesenta años de la política argentina.
El entusiasmo de Máximo con el acto de los gobernadores corrió rápido en la organización que lidera y produjo no pocas contradicciones.
Incluso, según pasan los días se ve como La Cámpora ha disminuído su agenda de “intervención” e los distritos que gobierna el peronismo. Luego del cacerolazo cumplieron con el acto previsto en Entre Ríos, pero allí cerraron la agenda. Quedó en la nada un acto que estaban organizando en el estadio Unico de La Plata e iba a ser un nuevo desafío a Daniel Scioli y al intendente Pablo Bruera.
De hecho, la disminución casi a cero de la sagresiones a Scioli y el ostracismo de Gabriel Mariotto, son otros señales poderosas del giro; tan evidente como el voto de los diputados bonaerenses de La Cámpora a todos los proyectos que envía el gobernador a la Legislatura provincial.
El peronismo no dejó de tomar nota de las señales de que la aventura cristinista está en declive. El martes, durante el acto en conmemoración por la Vuelta de Obligado, en el que Cristina debía responder al paro de los gremios disidentes, el marco no era el de sus últimas presentaciones.
Los intendentes Julio Pereyra (Florencio Varela), Darío Díaz Pérez (Lanús) y Fernando Espinoza (La Matanza) movilizaron a la mayoría de la militancia presente y ocuparon la mayoría d elos lugares.
En minoría quedaron las banderas de La Cámpora aportadas desde Ramallo, San Pedro y San Andrés de Giles, de donde es la senadora provincial Marina Moretti.
Por la noche, la cuenta de Facebook de Cristina Kirchner la mostró junto a Daniel Scioli, una imagen impensada meses atrás.
Y ayer, quien habló de la re reelección de Cristina ya no fue Amado Boudou o Diana Conti, como en otras épocas: fue Julio de Vido, nada menos que el nexo de siempre del Gobierno con los gremios y los intendentes del Conurbano.
De Vido ya había recobrado espacios tras el apagón que dejó sin luz a todo Capital Federal. Fue quien lideró la embestida del Gobierno contra las empresas y luego Cristina le otorgó la obra del Soterramiento del Sarmiento, la más grande del país.
Se trata de un equilibro – a veces errático o indescifrable- que ensaya la Presidenta en su relación con el peronismo tradicional.
El mismo equilibrio que llevó a Cristina a habilitar el armado de Alicia Kirchner a través de Kolina en los municipios del Conurbano, a los que ahora se busca volver a seducir.
“Cualquier intendente mide igual o más que Cristina. No creo que sea conveniente invitarlos a armar listas vecinalistas”, concluyó ante LPO uno de esos curtidos jefes comunales, acaso agitando el fantasma del 2009.
La escena ocurrio durante el acto que organizó Gestar en Santiago del Estero el viernes pasado, la primera movida grande del peronismo después del cacerolzao del 8N.
En el acto Fellner recordó una charla con Néstor Kirchner, a días de que asumiera la presidencia. En la conversación, el entonces presidente le comentó que lo habían llamado George Bush y José María Aznar, presidentes de Estados Unidos y España y aliados por entonces en la guerra de Irak, y le habían dicho que le daban una gracia de cuatro años –justo su mandato- sin cobrarle nada, para que resuelva los problemas financieros de la Argentina, que venía de declarar el default de su deuda.
“Qué buena actitud, que piola que te den ese tiempo”, recordó Fellner que le dijo y el santacruceño lo cruzó: “¿Cómo qué bueno? Yo vine a resolver los problemas de Argentina, no a patearlos para adelante”, recordó el gobernador jujeño que fue la respuesta de Kirchner. El canje de la deuda del 2005 confirmó las palabras de Kirchner.
La anécdota, tal como la relató Fellner, llegó a oídos de Máximo Kirchner y alcanzó para conmoverlo. “Esto es espectacular. Difundan el video y que salgan por todos lados”, ordenó a quienes lo rodeaban.
Al jujeño lo escuchaban cerca de mil personas y lo escoltaban los gobernadores de Santiago del Estero, Gerardo Zamora; Catamarca, Lucía Corpacci; La Rioja, Luis Beder Herrera; Salta, Juan Manuel Urtubey; Entre Ríos, Sergio Urribarri; Tucumán, José Alperovich y el de San Juan y presidente de Gestar, José Luis Gioja.
La mayoría tiene y tuvo muchos problemas con La Cámpora. Fellner fue el que peor la pasó: su rival Milagro Sala lideró un acto de lanzamiento de Unidos y Organizados donde Andrés “El Cuervo” Larroque la invitó a competir el año próximo.
Esa movida se interpretó en su momento como la decisión de Cristina Kirchner de subordinar al peronismo tradicional a esta nueva organización que paulatinamente debería ir reemplazandolo. Así incluso lo pusieron por escrito columnistas vinculados a La Cámpora,como reveló en su momento LPO.
Pero acaso los rigores de la hora, hayan empezado a mellar a la Casa Rosada que habría empezado a redescubrir las bondades de contar con el respaldo de la única estructura política realmente nacional que queda en pie en el país.
“Se llevó al extremo el armado propio y hasta acá se llegó, nadie imaginó que iban a cometer tantas tropezas, ahora va a girar al peronismo”, se sinceró ante LPO una fuente de la Casa Rosada, que agregó: “Además, Cristina no es tonta y tomó nota que perdieron todas las elecciones que pelearon solos, como les pasó en las Universidades”.
De hecho, esa pobreza de resultados también se expresa de alguna manera en la gestión, donde miembros encumbrados de la organización como Mariano Recalde en Aerolíneas o Axel KIcillof en el manejo de la Economía y la crisis energética, no han podido mostrar resultados positivos, como se encargó de recordarle la propia Cristina a su viceministro de Economía.
El inicio del giro
“Unidos y Organizados entró en convocatoria de acreedores”, bromeaba ante LPO un joven pero muy experimentado dirigente del peronismo.
De hecho, antes del acto de Santiago del Estero, los organizadores del acto recibieron un inesperado respaldo de la Casa Rosada –hasta ese momento más entusiasmada con Unidos y Organizados- y hasta se mostraron interesados en potenciar el previsible respaldo a Cristina Kirchner.
Algunos datos parecen abonar la teoría del giro. El primero y más evidente es cierta desazón entre los jovenes camporistas que acaso ingenuamente creyeron en serio que venía a reemplazar a un movimiento que ha demostrado ser el de mayor vitalidad y capacidad de adaptación de los últimos sesenta años de la política argentina.
El entusiasmo de Máximo con el acto de los gobernadores corrió rápido en la organización que lidera y produjo no pocas contradicciones.
Incluso, según pasan los días se ve como La Cámpora ha disminuído su agenda de “intervención” e los distritos que gobierna el peronismo. Luego del cacerolazo cumplieron con el acto previsto en Entre Ríos, pero allí cerraron la agenda. Quedó en la nada un acto que estaban organizando en el estadio Unico de La Plata e iba a ser un nuevo desafío a Daniel Scioli y al intendente Pablo Bruera.
De hecho, la disminución casi a cero de la sagresiones a Scioli y el ostracismo de Gabriel Mariotto, son otros señales poderosas del giro; tan evidente como el voto de los diputados bonaerenses de La Cámpora a todos los proyectos que envía el gobernador a la Legislatura provincial.
El peronismo no dejó de tomar nota de las señales de que la aventura cristinista está en declive. El martes, durante el acto en conmemoración por la Vuelta de Obligado, en el que Cristina debía responder al paro de los gremios disidentes, el marco no era el de sus últimas presentaciones.
Los intendentes Julio Pereyra (Florencio Varela), Darío Díaz Pérez (Lanús) y Fernando Espinoza (La Matanza) movilizaron a la mayoría de la militancia presente y ocuparon la mayoría d elos lugares.
En minoría quedaron las banderas de La Cámpora aportadas desde Ramallo, San Pedro y San Andrés de Giles, de donde es la senadora provincial Marina Moretti.
Por la noche, la cuenta de Facebook de Cristina Kirchner la mostró junto a Daniel Scioli, una imagen impensada meses atrás.
Y ayer, quien habló de la re reelección de Cristina ya no fue Amado Boudou o Diana Conti, como en otras épocas: fue Julio de Vido, nada menos que el nexo de siempre del Gobierno con los gremios y los intendentes del Conurbano.
De Vido ya había recobrado espacios tras el apagón que dejó sin luz a todo Capital Federal. Fue quien lideró la embestida del Gobierno contra las empresas y luego Cristina le otorgó la obra del Soterramiento del Sarmiento, la más grande del país.
Se trata de un equilibro – a veces errático o indescifrable- que ensaya la Presidenta en su relación con el peronismo tradicional.
El mismo equilibrio que llevó a Cristina a habilitar el armado de Alicia Kirchner a través de Kolina en los municipios del Conurbano, a los que ahora se busca volver a seducir.
“Cualquier intendente mide igual o más que Cristina. No creo que sea conveniente invitarlos a armar listas vecinalistas”, concluyó ante LPO uno de esos curtidos jefes comunales, acaso agitando el fantasma del 2009.
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