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jueves, 15 de agosto de 2013

El impacto de las PASO


La victoria del Frente Renovador pegó con fuerza en el oficialismo, pero también afectó a otros opositores que se creían dueños de más votos que los obtenidos. Fuera del tigrense, sólo festejó el Frente de Izquierda
Pasó el primer round, y dejó la sensación de combate definido, con escasas posibilida-des de dar vuelta la historia por parte del defensor del título. El principal retador le dio un mazazo al novel candidato de la corona y, de paso, dejó malheridos a los otros contendientes. Queda la definición por los verdaderos porotos y, en el entrenamiento previo a esa lucha final, quienes recibieron la golpiza intentan encontrar la estrategia para emparejar o, por lo menos, que la paliza no sea mayor en octubre.
Pasadas las primeras horas de euforia por un lado, y de bronca y desazón en los otros campamentos, todos ponen manos
a la obra en la nueva campaña.

Francisco de Narváez jamás pensó estar cuarto, y ahora deberá remar mucho para no perder más adherentes. En tanto, el Frente Progresista, Cívico y Social se entusiasmó con el tercer lugar, pero los números finales demostraron que la elección no fue la esperada. Para la única opción con chances sin ADN peronista, estar apenas por encima del once por ciento de los vo-tos es una magra cosecha. Más del setenta y cinco por ciento de los sufragantes bonaerenses se volcó por una alternativa con raíz en el PJ, un dato que quienes son de la UCR y sus satélites no pueden obviar.

Pero donde más golpeó el Frente Renovador con su triunfo en la provincia de Buenos Aires fue en el Frente para la Victoria. El electorado mostró descontento con la conducción del país por parte de Cristina Fernández. En esta oportunidad, el aparato de los intendentes estuvo lejos de garantizar el caudal de votos que históricamente vuelca una elección.

Otearon rápido en la Rosada el comportamiento de los votantes en los distritos del Conurbano, con la sospecha de encontrar (como en 2009) un corte de boleta en beneficio de los candidatos locales y en detrimento de los diputados nacionales. Nada de eso. El problema es más grave.

El corte de boleta favoreció a Massa pero no perjudicó a Martín Insaurralde. Casi un diez por ciento de los que eligieron al de Tigre cortó la tira del Frente Renovador de legisladores provinciales o concejales, pero tampoco puso en el sobre la del FpV.

Salvo en algunos municipios puntuales, no hubo diferencias sustanciales entre las tres categorías en las listas del oficialismo. Incluso la de diputados nacionales sacó más votos que las provinciales. Demostración cabal de una notoria pérdida de influencia por parte de los barones del Conurbano adherentes a los K.

Ven los intendentes, y comienzan a expresarlo, pura responsabilidad de los altos mandos, y “enojo con la Presidenta” por parte de la sociedad. El problema para ellos radica en las dificultades que pueden aparecer después de octubre si pierden la mayoría en los concejos, un riesgo a punto de ser realidad en varios distritos de la Primera sección. ¿Acható Insaurralde más de lo que pudieron haber traccionado hacia arriba los popes del PJ histórico? A priori, sí, pero no es, ni debe ser, la única lectura. También debe anotarse una nacionalización de la campaña, con cierta exclusión de la importancia territorial del mayor distrito del país.

Se sabe, el peronismo acude rápido en auxilio del ganador. Los llamados a Tigre y zonas aledañas estuvieron, y están, a la orden del día. Sin embargo, para los históricos opera como un freno la insistencia de Massa en poner techo a la reelección indefinida de los alcaldes; además, en varios distritos el massismo es encarnado por viejos rivales de quienes gobiernan.

Fue Daniel Scioli el primero en llamar a los jefes comunales perdidosos, con la do-ble intención de buscar su opinión acerca de la derrota e invitarlos a “redoblar es-fuerzos” para intentar la remontada. Aún sin las instrucciones finales de la Presidenta acerca de cómo se encarará esta parte de la campaña, el Gobernador comenzó rápidamente a mostrarse y a contener.

Se reunió con varios jefes comunales de la Tercera y la Primera, fue con Martín Insaurralde al primer acto de gestión en Lomas después de la elección, y mandó tanto a sus ministros como a los propios intendentes a apurar temas de gestión, que deberán resolverse antes del 27 de octubre.
Se intensificarán inauguraciones y anuncios, pero ello no alcanza si desde la Casa Rosada faltan definiciones más profundas. Amplios sectores de la tropa K aguardan cambios de gabinete, medidas económicas satisfactorias para la clase media y un compromiso mayor “de todos” para la campaña. También esperan “que no vuelvan a repetirse errores graves, co-mo el tema del asalto a la casa de Massa”, confesó a La Tecla un operador del kirchnerismo moderado.

“Hay que gastar las zapatillas como nunca, caminar el Conurbano y ver por qué se perdieron tantos votos, sobre todo en la Tercera sección”, expresó otra fuente desde Balcarce 50. Dato destacable el del Conurbano sur. Pensaba el kirchnerismo compensar allí la diferencia a favor de Massa en el Conurbano norte. Pero la balanza quedó muy desequilibrada.


El mandatario de Tigre, por su parte, seguirá en la línea que lo llevó al éxito, en una medianía que a muchos molesta pero que a él le resulta beneficiosa, y con la intención de rescatar más votantes de las fuerzas que venció recientemente. Si lo logra, comenzará a darle vuelo al sueño de pararse de cara a 2015 como algo más que un precandidato a Gobernador.

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