Es natural, cada cierre de listas para las elecciones deja un tendal de heridos con el reproche y el insulto a flor de piel. “La cagaron, a la sección la cagaron”, repetía en La Plata un dirigente del este provincial aliado a los intendentes. “¿Quién?”, le preguntó este cronista antes de que el hombre acelerara el paso en busca de su auto. “La Cámpora. Y no sé si lo que hicieron lo sabía Cristina, porque hasta los de ella cagaron”, dijo antes de partir.
La Quinta también fue escenario de enojos con Scioli por parte de los alcaldes, puesto que el Gobernador se quedó con el primer casillero para Rodolfo Iriart. “El ya tiene la Presidencia, debió pelear con los intendentes los lugares de las listas”, dijo uno de ellos, cercano incluso al mandatario provincial. Por si el nudo fuera poco, el sciolismo estalló cuando casi le bajan el elegido; las otras ciudades se quejan por el excesivo protagonismo de Mar del Plata; y hasta Diego Bossio muestra contrariedad porque aparece en la nómina Rogelio Iparraguirre, quien le hizo la interna a su hermano en Tandil.
En el resto de las secciones también hay bronca. En la Cuarta, además de los que se quedaron afuera, se quejan porque vuelven a colarle en la generosa lista de 14 diputados gente nacida y con domicilio en el Conurbano. Costumbre extendida ahora al resto de los frentes y no exclusiva del FpV. El peronismo de la Sexta no digiere que le hayan puesto un santafesino con domicilio en La Plata, como Juan Manuel Pignocco. Y hasta Sergio Berni, cabeza en la Segunda, mostró puertas adentro disconformidad por cómo cerró la sesión con dos camporistas secundándolo.
En el Conurbano, los intendentes hicieron valer un poco más su peso, pero lejos de lo pretendido y a años luz de la historia reciente. Poco gusto le provocó a Julio Pereyra que Graciela Giannettasio pasara de un plumazo del tercero al sexto escalón de la nómina de la Tercera.
Y si hay algo que estorba a los barones es la candidatura de Martín Sabbatella como vice de Aníbal Fernández. No lo quieren porque les planta internas en sus distritos por Nuevo Encuentro. Por esa razón, la mayoría de los jefes comunales se inclina por la fórmula Julián Domínguez - Fernando Espinoza, incontaminada de transversalidad. Más: les molesta la aparición de dos boletas en la Provincia. La mayoría bregó por una sola fórmula nacional, y cuando eso se logró se encontraron con dos para la Gobernación. Varios albergan aún la esperanza de que al 9 de agosto llegue una sola.
En el oficialismo, el núcleo del enojo pasa por una cuestión de piel entre el peronismo tradicional y los satélites K, principalmente La Cámpora. El kirchnerismo siempre los obligó a convivir. Cómo será la etapa que viene, es una incógnita. Por las dudas, La Cámpora se asegura número. “Se quieren llevar puesto al peronismo”, reflexionó, preocupado, un ex intendente que transita los pasillos de la Legislatura bonaerense.
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