Cuando uno mira en una distancia no muy lejana, desde que el kirch
nerismo perdió la elección el 25 de octubre, no por falta de votos sino
por la estrategia bien planificada y ejecutada de un sector, que creyó
que ante la derrota volvería por aclamación, abrió las puertas de la ca
ja de Pandora, con consecuencias todavía inimaginables para las or
ganizaciones políticas nacionales.
nerismo perdió la elección el 25 de octubre, no por falta de votos sino
por la estrategia bien planificada y ejecutada de un sector, que creyó
que ante la derrota volvería por aclamación, abrió las puertas de la ca
ja de Pandora, con consecuencias todavía inimaginables para las or
ganizaciones políticas nacionales.
El peronismo fue vapuleado en los últimos 12 años por un gobierno que
se camufló en las banderas de la justicia social del movimiento justicia
lista, pero que cometió la imprudencia de mandar a los militantes a guar
darse la marcha peronista en
un lugar medio incómodo.
A pesar de las ofensas, el movimiento peronista siempre se encolumnó
con el ganador, como todo partido del poder, se olvidó de los destratos
y las ofensas, sólo importaba gobernar.
Tuvo que soportar las intromisiones internas de personas que nunca
fueron afines al peronismo, como los dirigentes de Nuevo Encuentro;
pero, a pesar de ello, siguió apostando a mantener la gobernabilidad.
Las disputas territoriales se hicieron costumbre; por la falta de oponen
tes de peso, el peronismo creó dentro de sus filas a sus propios enemi
gos.
La elección de Jorge Bergoglio como nuevo Papa modificó radicalmen
te el eje de la confrontación; los planes del kirchnerismo debieron ser
cambiados sobre la marcha, pero lograron llevarse a cabo, la derrota se
consiguió, pero no predijeron las consecuencias de los José López que
dejó el el gobierno anterior.
La gente se hartó de tanta pelea interna, y buscó un cambio. Sergio Ma
ssa y Mauricio Macri eran dos opciones distintas pero similares; la Con
vención Radical de Entre Ríos terminó por volcar la balanza; y el golpe
de gracia lo dio la postulación de Aníbal Fernández a la gobernación bo
naerense. Con Flo-rencio Randazzo o Julián Domínguez, el futuro políti
o del peronismo hubiera sido otro.
Macri encarnó el cambio en el imaginario popular; lo llevó a un triunfo
muy ajustado, pero triunfo al fin. Pero como paradoja de la historia, las
medidas económicas que produjo su gobierno dieron por tierra con las
promesas de campaña en el debate presidencial.
Si nos miramos en el espejo de la historia, vemos reflejado al gobierno
de Menem; y muchos analistas dicen, por lo bajo: “Si Macri decía lo que
iba a hacer, nadie lo votaba”. Pero la gente no se olvida, el pueblo no es
tonto; aunque, como resultado de la democracia, tiene el gobierno que
se merece.
A siete meses de su triunfo, Macri no logró representar ese cambio que
tanto anhelaba la gente. La desazón viene minando la confianza de la
gente, y todavía ningún referente político consigue representar el cambio
que busca la gente. Ningún político está a la altura de lo que requiere la
historia.
El peronismo se encuentra aturdido por la derrota y, como todo movi
miento, se halla inmerso en peleas internas; no para su disolución, si
no como reorganización. La gente no quiere esperar; por eso ve en Ser
gio Massa alguien ajeno a las peleas peronistas, y al desgaste de las me
didas de gobierno; por lógica conclusión, su imagen sigue subiendo.
Aunque el hombre de Tigre necesita sumar al peronismo para poder lle
gar al gobierno, como Macri sumó a los radicales; sin unidad de fuerzas
no hay posibilidad de ganar en el 2019. Al día de hoy, el peronismo si
gue en ebullición, con los jóvenes dirigentes que vienen abriéndose pa
so en la estructura partidaria, y los viejos dirigentes, a pesar de su mala
imagen, no les quieren hacer lugar o, por lo menos, pretenden condicio
narlos. Sólo el tiempo determinará si lo logran.
Como paradoja del destino, el pueblo argentino sacó al peronismo del po
der, pero el mundo eligió a Francisco, un Papa peronista, que lleva el me
nsaje de la justicia social a todos los rincones del planeta, y se da el lujo
de citar a Perón en sus conferencias de prensa, mientras el presidente
Macri ataca como pecados capitales a las medidas populistas de gobier
nos anteriores. La historia juzgará quién tenía razón, si Francisco o Macri.
*Director de revista La Tecla
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