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domingo, 16 de abril de 2017

Cómo la crisis modificó los hábitos de consumo

Diario HOY 



Ante la caída del poder adquisitivo y la consecuente disminución en
 la capacidad de compra, los ciudadanos cambiaron drásticamente la
 distribución de sus gastos, creciendo las ventas tanto de los 
productos sueltos como de las segundas y terceras marcas. La
 opinión de los especialistas
El creciente ritmo inflacionario, la merma en el poder adquisitivo y 
los tarifazos en los servicios públicos provocaron cambios profundos 
en el estilo de vida de los argentinos, sobre todo en los sectores más 
vulnerables de la sociedad, que sufrieron modificaciones rotundas en 
sus hábitos de consumo.
Los primeros 16 meses de gobierno de Mauricio Macri hicieron eclo
sión en las capas populares, que vieron mermada su capacidad
 de compra de alimentos específicos y claves para la dieta de las
 familias, como son los casos del arroz, los fideos o la leche, demos
trando el nivel de crisis que se vive en la actualidad.
Este cuidado del bolsillo por parte de los argentinos hizo que, a la
 hora de comprar, la prioridad ya no sea la calidad de los alimentos,
 sino los valores de los productos. De las primeras marcas que antes
 se preferían, se ha pasado ahora a optar por segundas y terceras 
opciones, a la vez que las compras que antes eran semanales hoy 
terminan siendo cada dos o tres días. Además, se hizo costumbre 
adquirir lo mínimo indispensable y en dos o tres supermer
cados diferentes, poniendo especial atención a las ofertas de cada 
uno de ellos.
De acuerdo a diversos especialistas en consumo consultados por 
diario Hoy, la gente en la Argentina ha resignado calidad en los artícu
los que compra para poder estirar al má­ximo los magros ingresos 
que percibe. Esta situación se complica en el caso de las familias nu
merosas de los barrios más humildes, donde llegar a fin de mes se 
ha transformado en una verdadera odisea.
Mutación social
Ante una realidad que acecha y golpea a la sociedad, hay datos 
que evidencian claramente cómo estos cambios se traducen en un 
descenso en la calidad de vida de los argentinos. Solo el año pasa
do, la venta de segundas y terceras marcas, así como también los pro
ductos hechos por los propios supermercados e hipermercados, 
crecieron un 75% en todo el país, dando cuenta de una verdad impo
sible de ocultar por parte de las autoridades.
La situación se agrava si se tiene en cuenta que la compra de alimen
tos sueltos en las calles se incrementó en los últimos 12 meses 
un 52%, con el consabido riesgo que eso trae para la salud de los ciu
dadanos por las enfermedades que puede acarrear la falta de higiene 
y salubridad en estos productos alimenticios.
La caída en el poder adquisitivo de los sectores más bajos, que rondó 
entre el 10 y el 15 por ciento el año pasado, llevó a que el consumo 
descendiera un 18% en las barriadas populares. Ni siquiera el aumento
 en los planes sociales dispuesto por el Gobierno, que abarca por estas
 horas al 15% de los recursos nacionales, alcanzaron para paliar 
este estado de situación.
A ello se le suma que el consumo de leche en la clase baja mermó
 alrededor de un 37% el año pasado, afectando a los recién na
cidos, que ven disminuidas sus capacidades de crecimiento. Pero
 esto no quedó solo allí, sino que la compra de carne por 
parte de los más vulnerables se hundió en un 32%, a la vez que la ven
ta de alimentos y bebidas en los barrios más pobres se desplo
mó en un 25%, mostrando una realidad preocupante de cara al futuro
 cercano.
Modificaciones varias
Estos cambios de hábitos se dieron también en algunos aspec
tos de la vida cotidiana. Uno de los más llamativos fue el brutal 
descenso en la compra de aceites en el último año en la clase baja,
 que trepó a un 53%. Las explicaciones que dan los expertos a 
esta merma se vinculan al monumental incremento del 68% que su
frió la venta de grasa porcina, debido a que la misma es más econó
mica y termina siendo el artículo elegido por los más humildes para
 fritar y cocinar sus alimentos.
También es para destacar la baja en el consumo que tuvieron las 
harinas tres y cuatro ceros en los barrios pobres, cayendo un 43%,
 ya que fueron reemplazadas por la harina de maíz, que creció en su
 venta un 57% para la elaboración de pan y comidas alternativas.
Estos graves cambios en los hábitos alimenticios de las clases 
populares se vinculan directamente con la suba de los precios, que se
 elevaron por encima de los sueldos desde diciembre de 2015, como 
se observa en los productos de la canasta básica, que se incrementaron 
en un 45% el último año. De esta manera, se va agrandando la brecha
 entre ricos y pobres.
Las alteraciones en los sectores sociales más vulnerables
- 75% creció en el último año el consumo de segundas y terceras marcas.
- 44% de la canasta básica jubilatoria se puedeadquirir con el haber 
mínimo.
- 32% se derrumbó la compra de carne.
- 23% se hundió la capacidad de consumo de la clase pasiva durante 
2016.
- 15% de los recursos nacionales van a sustentar los planes sociales.
- 52% aumentó la compra de productos alimenticios sueltos en las 
calles.
- 37% mermó el consumo de leche a lo largo del pasado año.
- 25% cayó la venta de alimentos y bebidas.
- 18% descendió el consumo.
- 10% promedio disminuyó el poder adquisitivo en 2016.
Jubilados, al borde del colapso
Uno de los sectores que más sufre la crisis y en el que se manifies
tan mayormente los cambios de hábito en el consumo es sin lugar a
 dudas el de los adultos mayores, quienes ven cómo cada mes sus 
magros ingresos no alcanzan a cubrir ni siquiera la mitad de la 
Canasta Básica Jubilatoria (CBJ).
De acuerdo a los datos brindados por diferentes consultoras econó
micas, el poder adquisitivo de la clase pasiva cayó en 2016 entre un
 10% y un 15%, con lo que el haber mínimo de $6.394 que cobra
 el 60% de los ancianos no cubre sus mínimas necesidades, hundien
do su capacidad de consumo un 23% durante el año pasado.
Esta realidad, totalmente alejada de los pronósticos oficiales que
hablan de una economía en crecimiento, hace que en nuestro país 
dos de cada diez personas pertenecientes a la tercera edad
 sufran severas deficiencias alimentarias, generando una mala con
dición de vida y muertes tempranas. Esto podría solucionarse o 
mejorarse si los adultos mayores accedieran con mayor facilidad a
 los alimentos.
Caída preocupante
El precio de los medicamentos  subió un 85% para las personas 
mayores, y eso ha llevado a que muchos hayan dejado de 
comprarlos, con el consiguiente riesgo que eso significa para su
 salud. A eso se le agrega la baja en el Plan Remediar, que cubre
 ahora solo el 50% de los remedios, causando un desbarajuste en 
sus presupuestos.
En diálogo con diario Hoy, el director del Instituto de Derecho
 de las Personas Mayores y Políticas Gerontológicas, 
Christian González D’Alessandro, señaló que “los jubilados
 viven una situación miserable. Ya no les alcanza para vivir y
 dejaron de comprar artículos de primera necesidad, consu
miendo segundas o terceras marcas. Están dejando de comprar
 los medicamentos, ni siquiera van en busca de los genéricos 
porque no llegan a adquirirlos por la falta de cobertura del PAMI”.
Según el especialista, “hoy estamos viendo que están dejando de
 pagar expensas. Hay quejas de los administradores de con
sorcios que están haciendo reclamos a los jubilados, algunos es
tán incluso en vías de procesos de desalojos porque están dejan
do de pagar debido al aumento que hubo en la luz y el gas”. 
“El buitre, que es el Gobierno, se está comiendo a las palomas,
 que son los adultos mayores. Cuando el buitre sobrevuela el 
cielo en búsqueda de una nueva víctima entre los jubilados es 
preocupante, porque no hay una intención de cambios o mejoras,
 lo que provoca una realidad de angustia, desazón y desespera
ción por parte de los adultos mayores”, resaltó González D’Ale
ssandro.
“La gente resigna la calidad de los productos para poder subsistir”
Héctor Polino - Titular de Consumidores Libres
“Los aumentos de precios tienen porcentajes superiores a los 
aumentos de los ingresos, y en consecuencia hay una 
pérdida en el poder adquisitivo. De ahí que se pase de primeras 
marcas a segundas, de segundas a tercera, de terceras a mar
cas propias de los supermercados, y de marcas propias a los pro
ductos sueltos.
La gente resigna la calidad de los productos para poder subsistir, 
todo esto debido a la crisis económica. Además ha habido 
un aumento de la obesidad, producto de la mala calidad de los
 alimentos que se consumen y del aumento del consumo de 
polentas, arroz y fideos de menor calidad.
A esto se le agrega que aumentó el consumo de harinas de maíz
 para realizar pan por el alto precio de las harinas de trigo. Toda
 esta situación hizo variar mucho la dieta de los argentinos, con
secuencia directa de la crisis que estamos viviendo.
Al haber abandonado el Estado sus funciones de control las 
grandes empresas, que son las formadoras de precios, están ac
tuando con actitudes claramente antisociales, subiendo los
 precios en forma injustificada y aprovechando aumentos que
 provoca el propio Gobierno, como en el gas, la energía, el agua, 
o los peajes. Como se producen aumentos constantemente, por
 las dudas se van remarcando todo el tiempo los productos.
Esta situación se va a prolongar, porque lamentablemente están 
previstos aumentos en la energía eléctrica y el gas cada seis meses,
 por lo que estos cambios de hábitos en el consumo se incremen
tarán en el futuro cercano”.
“La inflación le ganó a los salarios el año pasado”
Claudio Boada - Unión de Usuarios y Consumidores
“Hemos notado un cambio rotundo en los hábitos de consumo 
de los argentinos, pasando de segundas a terceras marcas, y en 
muchos casos a la compra de productos sueltos en la vía pública,
 con el consabido riesgo que eso trae para la salud.
Esta situación refleja cómo la inflación le ganó a los salarios
 el año pasado. Si hablamos de que desaparece la oferta de ciertos 
productos que podríamos calificar como “de lujo” o prescindibles,
 es porque las cadenas de supermercados que llevan sus estadís
ticas saben que esos productos no se los van a comprar, que 
no los va a poder vender, de ahí que desaparezca de las góndolas. 
Hoy, lo que más aparecen son segundas y terceras marcas, elabora
ciones propias de los supermercados, la venta callejera de produc
tos sueltos y la consiguiente búsqueda de precios. Antes, los artícu
los sueltos eran de limpieza, ahora aparecen productos alimenti
cios como arroz, fideos, carnes, entre otros, donde uno lleva una 
bolsa y te venden los productos sueltos. 
El problema de la actividad callejera es el peligro físico para quienes
 adquieren estos productos, ya que al no tener control del Esta
do pueden estar contaminados, ocasionando un daño severo
 para el cuerpo humano”.
“Es preocupante la baja en el consumo de leche”
Osvaldo Riopedre - Vicepresidente de Adecua
“Nosotros creemos que hay un mayor cuidado de la gente por su
 bolsillo, que a su vez ha cambiado sus hábitos de consumo. Ha
 pasado a elegir marcas inferiores y las compras que antes eran 
semanales hoy terminan siendo cada dos o tres días, de lo 
mínimo indispensable. Además se cuidan y se fijan dónde están
 las ofertas, y las compras se hacen en dos o tres supermercados 
diferentes.
Algunos cambios culturales son por esnobismo, porque se 
vuelven veganos o frutícolas, pero hoy lo que se ve son cambios 
por necesidades económicas, por no poder acceder a los pro
ductos de primera calidad.
Es preocupante la baja en el consumo de leche que es una alimento
 que sí marca algún tipo de tendencia y es importante. Este descenso 
se refleja en un menor crecimiento por parte de los chicos pobres, 
que es el sector que ha dejado de adquirir leche por su alto precio.
En los distintos sectores sociales ha cambiado el consumo. Si
 se consumían primeras marcas, ahora se fueron a segundas, de segun
das a terceras o a la compra de productos sueltos. Los supermer
cados hacen ellos mismos las segundas marcas al conocer que la 
gente se vuelca a ellas. Incluso las ponen en lugares estratégicos de
 las góndolas en detrimento de otras marcas, por una cuestión de 
ventas”.


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