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domingo, 24 de noviembre de 2019

El gabinete que viene, los que faltan y el desgobierno macrista


No mintió Alberto Fernández cuando dijo, el lunes pasado por la no
che, a la salida del departamento de Cristina Fernández de Kirchner
 en Recoleta, que tenía el gabinete “prácticamente definido”. La cues
tión, en todo caso, es que lo que aún falta por definir es quizás la in
cógnita más importante: quién será el interlocutor del gobierno argen
tino ante los protagonistas de las finanzas globales, banqueros, poten
cias y fondos de inversión, a la hora de discutir las condiciones de 
renegociación de la deuda externa que deja Mauricio Macri. El que 
resulte elegido para ese rol llevará, con seguridad, el título de minis
tro de Economía. 
El ortodoxo Guillermo Nielsen, que figuraba como número puesto
 hace siete días, cayó víctima de fuego amigo, aunque conserva sus
 chances. Sobre el final de la semana apareció en las charlas de la 
City otro nombre, novedoso. Se trata de Martín Guzmán, un econo
mista argentino que vive desde hace once años en New York, donde
 trabaja en el equipo del Nobel Joseph Stiglitz en la Universidad de
 Columbia. Fernández y Guzmán charlaron durante más de dos ho
ras hace un par de semanas, en Ciudad de México, a instancias de 
Matías Kulfas. La propuesta del economista interesó al presidente 
electo, que quiere repatriarlo.
Kulfas, por su parte, encabezará una especie de superministerio de
 Producción, a cargo todos los aspectos de la economía real. Allí re
portarán los secretarios de Energía (Sergio Lanziani), Transporte
 (Carlos Caserio), Agroindustria (Gabriel Delgado), Comercio Interior
 e Industria. Cecilia Todesca, en tanto, tendrá un despacho en la pro
pia Casa Rosada para ser la primera voz cerca de Fernández en ma
teria económica. El equipo se completará con el titular del Consejo 
Económico y Social. Si no llegan a buen puerto las charlas en curso
 con Roberto Lavagna, suena Carlos Tomada para ese asiento.
Otras novedades en el gabinete responden a una cuestión completa
mente distinta. El primer borrador que se diseñó en las oficinas de 
la calle México cumplía en representar a todos los sectores del Fren
te de Todos, estaba compuesto por cuadros técnicos de primer nivel,
 gozaba de la confianza del presidente electo y pasó el primer filtro 
de aprobación a medida que los nombres se fueron filtrando en los
 medios y la opinión pública. Sin embargo Fernández decidió que 
debía reforzarlo con un puñado de figuras de mayor envergadura 
política para darle masa muscular, capaz de hacer frente al desafío

 que tendrá por delante.
Primero, desembarcó en el equipo Agustín Rossi. Ex ministro de De
fensa y titular de la bancada de diputados del peronismo entre 2005 
y 2013, y de nuevo a partir de 2017, su llegada rompía la regla no es
crita de no repetir funcionarios del kirchnerismo. En las últimas horas
 se confirmó otro refuerzo: según pudo averiguar El DestapeGinés 
González García se hará cargo, nuevamente, de Salud. Florencio Ran
dazzo, por su parte, fue visto el viernes almorzando con un dirigente 
de la mesa chica que ocupará un cargo clave en jefatura de Gabinete.
 Nadie cree que haya ido de Chivilcoy a Puerto Madero sólo por un al
muerzo.
El fantasma de los vetos de Cristina sobrevoló los rumores desde el 
27 de octubre: cualquier operación en los medios que se pinchó an
tes de tomar vuelvo encontró en la expresidenta el chivo expiatorio
 perfecto. En los hechos, sólo un puñado de dirigentes que se cuentan
 con los dedos de la mano no pasarían su filtro, y Alberto Fernández 
se cuidó bien de no proponerlos. Ni Nielsen ni Randazzo están en esa 
lista. Pero lo cierto es que la noche del lunes, en el departamento de 
Recoleta, se habló poco del gabinete y bastante más de lo que suce
derá en el Congreso.
Las negociaciones parlamentarias que se sucedieron en los días si
guientes dieron cuenta de que el tándem Fernández - Fernández fun
ciona de manera fluida y efectiva. Menos de 72 horas bastaron para 
vencer algunas resistencias e imponer las condiciones que habían de
cidido: bloques unificados en ambas cámaras, con conducción kirch
nerista, que en diputados quedará en manos de Máximo Kirchner y en
 el Senado de José Mayans. Para completar el escenario, la mendoci
na Anabel Fernández Sagasti está a punto de entrar en la línea de su
cesión como presidenta provisional de la Cámara Alta.
No hubo, casi, protestas ante ese esquema. Sergio Massa en persona
 sugirió a Máximo Kirchner como jefe de bloque; hoy en día tiene me
jor vínculo con el líder de La Cámpora que con el mismo Fernández, 
que le atribuye algunas de las complicaciones para cerrar el equipo
 económico. Además, tiene sus propios problemas tratando de asegu
rar los votos que le permitan al peronismo decidir el reparto de autori
dades y comisiones si tener que negociar con Cristian Ritondo. Toda
vía le faltan un par de cabezas para llegar al número mágico de 129. 
La clave la tiene su amigo Emilio Monzó. Si no lo consigue el fracaso
 será doble.
Los gobernadores, por su cuenta, no encuentran una motivación váli
da para oponerse a la voluntad del tándem Fernández - Fernández en
 este momento. A lo sumo podían insistir con mantener una bancada
 aparte dentro de una estructura de interbloque, pero sería menos nu
merosa que la que conduce CFK, por lo que no podrían poner a uno 
de los suyos a conducir. Finalmente hubo acuerdo, habrá un solo blo
que y lo comandará Mayans, el más cercano al kirchnerismo de todos 
los senadores que responden a las provincias. El único perdedor, Ca
serio, será generosamente recompensado por correrse de su lugar.
La unificación, rápida y poco traumática, de los bloques peronistas, 
contrasta con la descomposición acelerada de Juntos por el Cambio.
 En un mes desde los comicios, dos debates, sobre el golpe de Esta
do en Bolivia y sobre la Interrupción Legal del Embarazo, dejó al bor
de del estallido a la bancada todavía oficialista. En la despedida de 
Monzó, hubo homenajes al presidente de la cámara baja de todos los
 espacios políticos, menos del PRO. 
Elisa Carrió, que anunció su retiro, se fue por la puerta grande en 
su última función, amenazando delante de todo el recinto a la dipu
tada radical Brenda Austin. Tic-tac. Tic-tac.
La promesa que hizo Mauricio Macri la noche del 27 de octubre se 
desdibujó incluso antes del final de su mandato. Después de pasar
 un fin de semana jugando al golf en Córdoba mientras el continente
 se prende fuego, los argentinos nos enteramos de su afición por el 
helado de pistacho justo en el momento en que su secretario de Sa
lud escribía su carta de renuncia. El Estado argentino está paraliza
do. Hay funcionarios que no pisaron su despacho desde el lunes 28
. Las lectoras de huellas dactilares que mandó a instalar Macri al co
mienzo de su mandato podrían dar información muy valiosa al res
pecto, si alguien se encargase de averiguar.
El protocolo de aborto promulgado el martes y derogado el jueves
 dio una muestra cabal del nivel de desgobierno que se vive en los
 últimos días del peor gobierno democrático de la historia reciente.
 La resolución del secretario Rubinstein no pudo llegar al Boletín 
Oficial sin pasar por el despacho de la ministra Carolina Stanley, y
 luego por la secretaría Legal y Técnica de Presidencia, a cargo de
 Pablo Clusellas, compañero de Macri en el Newman desde los seis 
años. Si es cierto que el Presidente no estaba al tanto, sólo existe
 otra explicación: hasta sus colaboradores más cercanos dejaron 
de responder a sus órdenes.

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