Lo comunicó a los tres presidentes de la coalición horas antes de viajar a
Washington. Ahora la PASO sería de 4 y los radicales puros jugarían la
carta Manes. Antes de decidir qué hará en la Ciudad, lo hablará con
Ritondo y Massa en Nueva York.
Erich Fromm decía que sólo la persona que tiene fe en sí misma es ca
paz de tener fe en los demás. La cosmovisión del filósofo humanista
judío-alemán se ajusta a la realidad de esta nueva etapa política de
María Eugenia Vidal. No le resultó fácil ni rápido procesar la aplastante
derrota de 2019 a manos de otro porteño (con aires seudo intelec
tuales cool) que la desplazó del sillón de mando de la Provincia más
grande de la Argentina.
En ese año y medio de silencio mediático e introspección reorganizó
su vida afectiva. Blanqueó su romance con Quique Sacco, y cerró de
manera razonable la siempre inestable relación con el padre de sus
tres hijos, el ex intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro. Y en el me
dio barrió con la especulación “machirula” que, en los tiempos que
las encuestas la mostraban como la candidata a presidente de Cam
biemos (todavía se llamaba así ese espacio) que más chance tenía
de ganar- le atribuyó affaires sentimentales con empresarios podero
sos.
Y una vez que tuvo “la casa en orden”, comenzó a escuchar su voz in
terior para decidir su futuro político. Porque esa sí fue una convicción
íntima: Vidal siempre supo que generacionalmente está en el lote de
dirigentes que tiene más proyección en el tiempo que pasado. Para
ponerle nombre, Ella, Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta, Martín
Lousteau y Máximo Kirchner, son el recambio inexorable a Cristina
Kirchner, Mauricio Macri, Lilita Carrió entre otros sub 70 todavía influen
cer.
El tiempo juega a su favor y ella es muy consciente de ese dato.
Por eso resistió la ofensiva sobre su persona desatada desde las
barrancas de Acassuso, para que pusiera el cuerpo otra vez en la
Provincia. Con elegancia, Vidal pasó la prueba de reunirse con
Mauricio (como lo sigue llamando con una cuota de reconocimien
to) y no salir con “daños colaterales”.
En su estrategia de bridge, Macri siempre la tuvo (a Vidal) como
un as de corazones que le permitiría a Juntos por el Cambio ser
competitivo en el estratégico territorio bonaerense. Teniendo en
claro que quien se proclame triunfador en la noche del 14N, será el
gran triunfador a nivel país. Vale aclarar que no es que Macri la
tenga a Vidal en sus oraciones. No. En la intimidad se queja con al
go de amargura: “no aprendió nada de economía. Le puse a Lacun
za para que le enseñara algo, pero sigue sin entender nada…” Pero
la necesitaba para frenar el poderoso aparato camporista en el Co
nurbano, que con la vacuna contra el Covid en una mano y la tarjeta
Alimentar en la otra, tendrá un piso muy alto de votos en setiembre
y en noviembre.
Aún sin saber lo que en verdad piensa Macri de su expertise en econo
mía, Vidal ya había tomado una decisión. Después de un riguroso aná
lisis con su equipo chico de colaboradores, María Eugenia Vidal se rea
firmó en un concepto básico: para saber lo que se busca primero hay
que reconocer lo que no se quiere.
Y ella no quiere volver a la batallar el inmenso territorio bonaerense y
en especial volver a meter los pies en el barro – literal- del Conurbano.
Sabe que la inmensa mayoría de los intendentes peronistas y varios
de Juntos por el Cambio no olvidan que fue en 2016 y durante su man
dato como gobernadora, a instancia de Massa, se eliminó la reelección
indefinida de intendentes, legisladores y concejales en toda la Provin
cia.
Por eso horas antes de viajar a Washington – sólo acompañada por Her
nán Lacunza (el economista que “le puso” Macri) y Alex Campbell – dio
un primer gran paso. Marcó el número de los 3 presidentes de los parti
dos que conforman la coalición Juntos por el Cambio en la Provincia de
Buenos Aires y les dijo, palabras más palabras menos, que no será can
didata a primera diputada nacional en la Provincia.
Jorge Macri, Maximiliano Abad y Andrés De Leo (según la fuente consul
tada puede variar el orden en que Vidal realizó las llamadas) recibieron
el mismo mensaje: “Por una cuestión de respeto institucional, quiero avi
sarles hoy que no voy a ser candidata en la Provincia. Aún no decidí si
voy a participar en la Ciudad o si voy transitar desde el llano esta etapa.
Todavía hay tiempo para eso”.
Las llamadas provocaron un efecto derrame casi inmediato. El flamante
presidente de la UCR bonaerense, Maxi Abad, quedó estupefacto. Al día
siguiente del llamado de Vidal, el jueves, los dos caciques radicales del
interior, Gerardo Morales y Alfredo Cornejo, ya salieron a agitar la can
didatura “puramente radical y sin ningún “elemento” PRO” del neuroci
rujano, divulgador científico y ahora pre-candidato Facundo Manes. Un
terremoto que atenta directamente contra los planes de Larreta, que quie
re rodear y proteger la candidatura de Diego Santilli en la boleta opositora
bonaerense.
La segunda derivación de la negativa de Vidal a jugar en Provincia, es que
por acción refleja el tándem peronista-radical de Emilio Monzó y Gustavo
Posse podría cobrar más fuerza y pasar de ser una jugada de posiciona
miento en la cartelería callejera a ser una realidad efectiva. ¿Qué hará uno
de los principales armadores políticos que tuvo Vidal entre el 2015 y el
2019? Se supone que Joaquín De la Torre – de él hablamos- sabía con
anticipación la negativa de Vidal a jugar en la Provincia. En los días pre
vios ya había anticipado que si la ex gobernadora daba un paso al costa
do él quedaría liberado para armar una “Tercera Posición” peronista por
fuera de Juntos por el Cambio. Si esa alternativa no cuajara, tal vez De la
Torre podría engordar y mucho el espacio de Monzó-Posse, en especial
por el fuerte ascendiente que tiene sobre una masa de dirigentes peronis
tas no K de la primera sección electoral. Aunque lo más probable es que
De la Torre termine orientando ese caudal a una eventual candidatura de
Florencio Randazzo.
El otro al que sacudió la negativa de Vidal es José Luis Espert. “Avanza
Libertad” había logrado un acuerdo de palabra con Mauricio Macri y de
traslación real con Larreta, para participar en la interna opositora en las
PASO de setiembre y después entrar a Diputados por efecto del sistema
D ´Hont.
Pero claro, una cosa era una interna Santilli versus Espert, donde éste
último casi se garantizaba el ingreso al tiempo que se evitaba el desgas
te de los ataques de Juntos por el Cambio por “ser funcional al kirchne
rismo”, y otra muy diferente es si esa interna es de cuatro (4) participantes,
incluido el poderoso aparato bonaerense de la UCR que hace menos de
un mes se mostró muy activo en las internas Abad- Posse. Y si, además,
por afuera finalmente Randazzo se aúpa a la estructura que le armen los
díscolos peronistas que no encuentran lugar en el oficialista Frente de
Todos, las cuentas no empiezan a cerrar para Espert. El riesgo de volver
a quedar último o tercero en esa interna de cuatro, es muy alto.
Igual, quien más ve afectadas sus chances es Diego Santilli. Así plantea
da, esa interna que en principio estaba pensada para mejorar sus chan
ces y protegerlo, se transforma en una verdadera ruleta rusa, donde na
die puede controlar en qué tambor estará la bala.
Como pequeña conclusión, para Vidal su decisión de no jugar en la Pro
vincia la reafirma en un concepto. Decir que no, muchas veces es muy
positivo. Y decirle que no a los deseos de su ¿ex? Jefe puede implicar
una liberación sicológica muy importante para el futuro de una dirigente
que piensa en el sueño gran de ser Presidente, sea en el 23 o en el si
guiente turno.
El jefe de la OEA, Luis Almagro, le ofrece un trabajo muy prometedor:
ser jefa de misiones de contralor electoral en América Latina. Tarea que
Vidal hizo de manera exitosa en las pasadas elecciones en El Salvador.
Después de todo, ella quería ser diplomática cuando se anotó en la
UCA para cursar Ciencias Políticas.
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