El consultor político Julio Burdman analiza la posibilidad de que el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner pueda salir segundo en los comicios de octubre. Según señala Burdman el líder del FAP “es el que mostró mayor capacidad de crecimiento” después del 14 de agosto
Por Julio Burdman
Binner probablemente saldrá segundo en las elecciones del 23 de octubre. Las primeras encuestas así lo anticipan, y hay razones que lo explican. Del pelotón de opositores, es el que mostró mayor capacidad de crecimiento, y eso genera una nueva expectativa; otros, en cambio, ya admitieron que van a perder y no proyectan futuro dentro del sistema. Binner va a capturar nuevos votantes, de varias fuentes: entre quienes lo hicieron -algunos, estratégicamente- por Alfonsín y Duhalde, y también entre los votantes de Carrió, Argumedo y Altamira. Puede duplicar su desempeño de las primarias, y algo más también, dependiendo del crecimiento de la Presidenta.
La brecha que logre respecto del tercero, y de su propio rendimiento en la primaria, será portadora de significado. No será lo mismo que obtenga algunos puntos más, a que duplique su caudal de votos y se corte solo en el segundo lugar. En este último caso, el electorado estaría enviando un mensaje: que Binner se convierta en uno de los líderes de la oposición. Cada voto nuevo que sume el gobernador santafesino, tendrá ese sentido.
Toda una responsabilidad. Presidencia hay una sola y el ganador se queda con todo ("winner takes all"), con lo que salir segundo en una elección presidencial no necesariamente se traduce en algo. Angeloz en 1989, Bordón en 1995, López Murphy en 2003 o Carrió en 2007 salieron segundos -López Murphy, en realidad, terminó tercero. En todos estos casos, ese apoyo se licuó rápidamente. Binner corre con la ventaja de que puede aprender de los errores que todos ellos cometieron. Y además, la coyuntura que enfrenta no es la misma. El Frente Amplio Progresista (FAP) está ante la oportunidad de construir algo más importante, desde el punto de vista partidario.
Si Binner y el FAP comparten el diagnóstico de que la UCR va camino a convertirse en un pequeño partido tradicional de centro, sin chances de volver a ser el "segundo partido" ni de conducir a la oposición, su desafío sería convertir al nuevo frente electoral, que tiene como socio principal a otro partido histórico -el Socialista- en un sucedáneo del radicalismo. Para ello, deberá trabajar decididamente en la construcción partidaria en los dos años posteriores a la elección de octubre. Algo que, dicho sea de paso, nunca hicieron los "segundos" después de las elecciones.
Binner probablemente saldrá segundo en las elecciones del 23 de octubre. Las primeras encuestas así lo anticipan, y hay razones que lo explican. Del pelotón de opositores, es el que mostró mayor capacidad de crecimiento, y eso genera una nueva expectativa; otros, en cambio, ya admitieron que van a perder y no proyectan futuro dentro del sistema. Binner va a capturar nuevos votantes, de varias fuentes: entre quienes lo hicieron -algunos, estratégicamente- por Alfonsín y Duhalde, y también entre los votantes de Carrió, Argumedo y Altamira. Puede duplicar su desempeño de las primarias, y algo más también, dependiendo del crecimiento de la Presidenta.
La brecha que logre respecto del tercero, y de su propio rendimiento en la primaria, será portadora de significado. No será lo mismo que obtenga algunos puntos más, a que duplique su caudal de votos y se corte solo en el segundo lugar. En este último caso, el electorado estaría enviando un mensaje: que Binner se convierta en uno de los líderes de la oposición. Cada voto nuevo que sume el gobernador santafesino, tendrá ese sentido.
Toda una responsabilidad. Presidencia hay una sola y el ganador se queda con todo ("winner takes all"), con lo que salir segundo en una elección presidencial no necesariamente se traduce en algo. Angeloz en 1989, Bordón en 1995, López Murphy en 2003 o Carrió en 2007 salieron segundos -López Murphy, en realidad, terminó tercero. En todos estos casos, ese apoyo se licuó rápidamente. Binner corre con la ventaja de que puede aprender de los errores que todos ellos cometieron. Y además, la coyuntura que enfrenta no es la misma. El Frente Amplio Progresista (FAP) está ante la oportunidad de construir algo más importante, desde el punto de vista partidario.
Si Binner y el FAP comparten el diagnóstico de que la UCR va camino a convertirse en un pequeño partido tradicional de centro, sin chances de volver a ser el "segundo partido" ni de conducir a la oposición, su desafío sería convertir al nuevo frente electoral, que tiene como socio principal a otro partido histórico -el Socialista- en un sucedáneo del radicalismo. Para ello, deberá trabajar decididamente en la construcción partidaria en los dos años posteriores a la elección de octubre. Algo que, dicho sea de paso, nunca hicieron los "segundos" después de las elecciones.
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